La violencia no es la respuesta

La muerte de Samuel ha teñido de luto las fiestas de Los Dolores. Un joven con toda la vida por delante y rodeado de gente que le quería, que falleció atropellado por un vehículo que no debía estar ahí. Que circulaba por un ...

18 de septiembre de 2009 (14:49 CET)

La muerte de Samuel ha teñido de luto las fiestas de Los Dolores. Un joven con toda la vida por delante y rodeado de gente que le quería, que falleció atropellado por un vehículo que no debía estar ahí. Que circulaba por un ...

La muerte de Samuel ha teñido de luto las fiestas de Los Dolores. Un joven con toda la vida por delante y rodeado de gente que le quería, que falleció atropellado por un vehículo que no debía estar ahí. Que circulaba por un carril cerrado al tráfico con motivo de la romería.

Sin embargo, nada justifica que la sociedad pretenda tomarse la justicia por su mano. Y aunque tampoco se puede juzgar a los jóvenes, amigos y familiares de Samuel, que reaccionaron violentamente en el lugar de los hechos, arremetiendo contra el conductor y contra su vehículo, todos deberían tener claro que ése no es el camino. Entre otras cosas, porque en ese coche que golpeaban, llegando a romper cristales, estaban dos niñas de 4 y 7 años, que probablemente vivieran la noche más terrorífica de su corta vida.

Desde luego, más aún lo fue para Samuel y para los suyos, sin duda, porque su muerte ya no tiene vuelta atrás. Y por eso, cualquiera se puede llegar a poner en la piel de quienes le acompañaban, y descargaron la rabia y la impotencia del momento. Pero con los días, con la distancia y sin la implicación de sufrirlo en primera persona, cuesta ver cómo muchas personas justifican el intento de linchamiento. Incluso, los mensajes de algunos lectores llegados al foro de lavozdelanzarote.com, resultaban hasta impublicables, porque eran una clara incitación a la violencia, llegando hasta a afirmar que tendrían que haberle quitado la vida al conductor que atropelló a Samuel.

Escuchar a sus amigos o leer el testimonio de su hermano o de su novia, que también dejaron sus mensajes en el foro de La Voz, pone los pelos de punta y hace entender su dolor y su rabia. Y es que si superar la muerte de un ser querido es algo durísimo, más aún lo es cuando ésta se produce de forma tan repentina y tan trágica, abriendo las puertas a que uno piense una y otra vez que ese coche no debía haber estado ahí. Que el conductor tuvo que verles. Que tenía que haber ido más despacio. Que les ha arrebatado a su Samuel.

Ante la muerte, todos necesitan encontrar un culpable. Puede ser hasta el mismísimo Dios, a falta de otra cosa. Es una forma de canalizar el dolor. Y en el caso de los seres queridos de Samuel, el culpable está muy claro. Sin embargo, la familia tiene una vía para pedir las responsabilidades que considere oportunas contra ese conductor: la Justicia. Pueden luchar para que le condenen por homicidio imprudente y para que cumpla prisión si consiguen determinar que cometió una imprudencia temeraria. Y es que es en el ámbito de los juzgados donde se debe resolver esto.

En cualquier caso, es evidente que sobre las espaldas de ese conductor ya pesa una cruz de por vida. Desde luego no es la de perder a un hijo, a un hermano, a un novio, a un amigo. Pero sí la de haber segado la vida de un joven con toda la vida por delante, y haberlo hecho delante de sus hijas de 4 y 7 años, que además tuvieron que ver cómo un grupo de jóvenes insultaba y agredía a su padre, emprendiéndola después a golpes con el coche en el que ellas estaban.

Y uno puede entender que lo hicieran en medio de ese contexto, pero lo que no puede hacer es perder de vista que está mal. Que la violencia sólo engendra violencia, que no se puede responder a una mala acción con otra mala acción, aunque sea menos grave, y que nadie puede salir a hacer de justiciero. Porque en caso contrario, estamos alentado que se propaguen este tipo de actitudes. En casos tan espeluznantes como éste, pero quizá también en otros en los que tenga menos sentido aún.

Hace unos días, y ante la publicación de una noticia en La Voz de Lanzarote sobre una investigación judicial contra agentes de la Policía Local de San Bartolomé, a los que un joven acusaba de haberle agredido, se desataron foros en la misma línea. Y es que para muchos, el hecho de que el denunciante hubiera sido detenido tras darse a la fuga en un control policial, generando un peligro en la carretera, y dando positivo en una prueba de alcoholemia y sin tener carné, justificaba algún golpe y algo más. Y en eso es en lo que no se puede caer.

Sin entrar en si la denuncia del joven es real o inventada, lo que la sociedad debe reclamar es que él pague lo que tenga que pagar por los presuntos delitos que cometió, y que los agentes de la ley y el orden también respeten las normas de convivencia democrática, en un país en el que es el sistema el que debe protegernos. Y si no lo hace, si nos hierve la sangre con una injusticia, la respuesta debe ser otra. Debe centrarse en canalizar esa fuerza con protestas hasta que cambien las leyes, el sistema judicial o lo que sea necesario para que la sociedad siga avanzando, y no retrocediendo.

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