De la izquierda analfabeta a la derecha prepotente

Por Bernard Gaziello La continúa incapacidad de gestión de los políticos. Desde el principio de la democracia, una perfecta y constante conducta ha sido seguida por todos los políticos sin excepción ninguna, con una regularidad que roza las ...

30 de agosto de 2012 (13:11 CET)
Por Bernard Gaziello
La continúa incapacidad de gestión de los políticos. Desde el principio de la democracia, una perfecta y constante conducta ha sido seguida por todos los políticos sin excepción ninguna, con una regularidad que roza las ...

La continúa incapacidad de gestión de los políticos. Desde el principio de la democracia, una perfecta y constante conducta ha sido seguida por todos los políticos sin excepción ninguna, con una regularidad que roza las características de una patología: la incapacidad de gestionar cualquier administración, proyecto o presupuesto, que durante todos estos años ha provocado una hemorragia infinita de dinero público.

Es decir, los impuestos, tasas y retenciones de todo tipo que pagamos cada día todos los habitantes de este país. Mi ambición ha sido siempre la de pagar muchos impuestos, porque pienso: ¡Muchos impuestos! Cuantos más impuestos pague, será porque mayor será mi renta ¿Correcto?

También me gustaría pagar muchos impuestos para así tener todas las comodidades y necesidades cubiertas para una vida agradable; para que la sanidad y la educación sean

dignas y eficientes; para que el personal de los hospitales reciba un sueldo decente; para que los maestros, los profesores, pilares esenciales del futuro de nuestra sociedad, puedan desarrollar su labor en buenas condiciones. Pero no pudo ser así.

Los impuestos que hemos pagado han sido utilizados para muchas cosas, pero no para las que tendrían que haberse destinado principalmente.

Todos nos levantamos para gritar en contra de la corrupción, pero estoy segurísimo de que las cantidades de dinero absorbidas por la corrupción no son ni la décima parte del dinero malgastado. Existen muchas maneras de malgastar dinero, pero destacaré las dos principales: la primera consiste principalmente en tomar decisiones erróneas por incompetencia, porque has sido nombrado a un puesto que no te corresponde, pero como te has portado bien con los potentados de tu partido, recibes tu recompensa y a nadie le preocupa que no tengas la mínima idea de cómo funciona el artilugio que se

te ha confiado. Siempre saldrá alguien a dar la cara para justificar tus despilfarros.

La segunda y seguramente la más vergonzosa, es utilizar las herramientas que ha puesto la democracia a tu disposición para sacar un beneficio totalmente personal de forma totalmente legal: auto-votarse un sueldo inmerecido; auto-votarse un aumento de sueldo; atribuirse un coche y un alojamiento de función; crear puestos de concejales más inútiles que un cenicero de moto; volar en avión en primera clase o incluso simplemente coger aviones innecesariamente; votar una partida en los presupuestos para

crear puestos de asesores que únicamente sirven para dar trabajo a los colegas; subvencionar asociaciones fantasmas; contratar sólo a empresas que te pertenecen o que pertenecen a miembros de tu partido; contratar empleados que no son en absoluto necesarios; votar leyes inútiles que obligarán los ciudadanos a comprar un producto hasta hoy innecesario pero que de la noche a la mañana es imprescindible, enriqueciendo al fabricante de dicho producto como si hubiese inventado la cura del cáncer.

Soy consciente de que no doy ningún ejemplo concreto, pero los tengo y me los

guardo para el futuro por si sigo escribiendo.

Si hablamos de cáncer, esta sociedad tiene uno bien claro: la clase política. Compuesta en su gran mayoría de personajes siniestros, que viven del trabajo de los demás y que ni siquiera son capaces de entender que les pagamos los subsidios y por eso tendrían que cuidarnos como si fuéramos la cosa la más importante que tienen PORQUE SOMOS LA COSA LA MÁS IMPORTANTE QUE TIENEN: los obreros que se levantan cada día para cumplir con sus tareas; los empresarios que van creando empleos; los empleados de todo tipo de administraciones, escuelas, hospitales, universidades, y policías que han perdido los papeles porque los legisladores no hacen nada para ayudarles con leyes contradictorias en las que nadie tiene claro ya lo que es legal e ilegal.

Sean conscientes de que si todas estas personas dejan de participar en su juego, ustedes desaparecen Señores Políticos. Hemos sufrido durante casi ocho largos años la ineptitud inherente de todas las ideologías que utiliza el término "socialismo" y ahora tenemos

que sufrir la prepotencia de una derecha despiadada, cuyo único objetivo es favorecer a las grandes entidades, lo que en sí mismo no es malo, ya que necesitamos un país potente y con grandes estructuras económicas, pero no a costa del pueblo y de los más humildes.

Cuando aparece en la pantalla de mi televisor el mensajero de turno con la mirada alucinada de los que abraza el deber como una religión monomaniaca y fetichista, y que difunda las mentiras del TODOPODEROSO con ese calor comunicativo que es propia de una fe infundada y contagiosa como la sífilis; me asusto.

Podrían, Señoras y Señores, empezar a recortar por donde más sobra, es decir: por sus ministerios, juntas, generalitats, cabildos, ayuntamientos y demás administraciones cuya inutilidad solo puede ser alcanzada por la estupidez de sus dirigentes. Parece increíble que ningún político ejerciendo el poder no se dé cuenta de que no se puede gastar más de lo que se cobra y que esa regla se aplica a todos los mecanismos contables de

sociedades mercantiles ya sean públicas o privadas.

La gran diferencia es que si nosotros gestionamos nuestras sociedades como gestionan por ejemplo los alcaldes sus ayuntamientos, terminamos en la cárcel y perdemos todos

nuestros bienes. En cambio a esta clase política, instalada permanentemente por encima de las leyes, no le pasa nada. En el peor de los casos unos días de prisión o una multa que no pagarán por declararse insolventes y la inhabilitación para ejercer cargos públicos por un tiempo determinado. ¡Vaya castigo! ¡Algunos incluso siguen ocupando puestos públicos tras su imputación! Y lo peor es que sólo unos pocos de los miles que nos roban tienen que rendir cuentas.

¿Cómo cambiar esta ineluctable situación? Me temo que va a ser muy complicado. Tenemos encima a una clase política amplísima, tres veces mayor que en cualquier otro país civilizado, a los que sumando sus adineradas familias, poderosos amigos y vasallos, siempre encontrará un aire de legitimidad. Toda sociedad tiene después de su apogeo su

decadencia y la decadencia de la sociedad en la que vivimos es el comportamiento amoral de la clase política en su conjunto, aliado a la destrucción de todas las reglas morales y educativas que habían elaborado durante siglos nuestros antepasados.

A lo mejor en algunos años un listillo, apoyándose una vez más en la credulidad del pueblo, llevará a cabo otro proceso de revolución que dará como resultado lo de siempre: quitar al que esté para ponerse y continuar la misma eterna historia.

El verdadero problema y este tal vez no tenga solución, es la incompatibilidad de la raza humana para vivir en armonía. Nos hemos instalado en un cinismo que nos ha arrebatado las ganas de vivir en paz buscando el bien común dejando de lado nuestro egoísmo, (asista a cualquier reunión de comunidad de propietarios y verá lo que quiero decir) y menos aún con otros pueblos diferentes.

Siempre habrá uno que se quiere aprovechar del otro, el fuerte del débil, el alto del pequeño, el gordo del flaco, el inteligente del idiota y eso desde que le mundo es mundo. Hay pruebas de sobra de que el totalitarismo, el comunismo o cualquier

dictadura del cualquier color que sea, son sistemas piramidales que no funcionan y que solo producen injusticia, tortura y derrame de sangre.

La democracia en la cual vivimos no es más que otro tipo de dictadura, bien vestida y pintada de honorabilidad. Nuestra democracia manipula las opiniones como lo han hecho los más famosos tiranos. Si no nos fusilan nos exprimen como limones, si no nos amordazan simplemente no escuchan nuestras quejas, cuando votemos y elijamos a un representante, nos traicionará incumpliendo las promesas y cuando salga de la multitud un político honesto, acabará corrompido o simplemente será aplastado por el propio

abusivo sistema político instaurado.

Señores Políticos de izquierdas, de derechas, de centro, de arriba o de abajo a los que tanto les gusta discutir, no se preocupen. Parafraseando a Trotsky, le digo que tendrán la eternidad para seguir haciéndolo, en los cubos de basura de la Historia.

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