Como si de un billete de las antiguas mil pesetas se tratara, lo doblaba y guardaba en su cartera. Un tesoro para quienes conocieron las estrecheces de otro tiempo en el que no abundaban las libertades. Pero no era un billete, ni de mil, ni de cien pesetas, no. Algo mucho más valioso. ¡Su voto, su voto! El que ejercía con convicción, recordando los años en los que sólo uno decidía por el conjunto de la sociedad, en una España en blanco y negro.
Votaba para ser libre e igual. Libre, pues no siempre fue posible, mientras que ahora escogemos la opción que más nos guste. Aunque ella siempre lo tuvo claro, muy claro. Iguales, porque el voto no entiende de clases sociales, de edades, de apellidos. Lo mismo vale el de Amancio Ortega, dueño de Zara, que el nuestro.
¡Cómo no entender su alegría al acudir a las urnas! Lo que compartiría el próximo 28 de abril cuando los ciudadanos de este país volvamos a elegir a nuestros representantes en las Cortes Generales.
Estoy seguro de que no haría caso a las voces que dicen para qué votar si todos los partidos y políticos son iguales. Yo tampoco, y por eso doblaré mi papeleta y votaré al Partido Socialista Obrero Español, partido en el que milito, y a mis compañeras Ariagona González al Congreso y Manolo Fajardo al Senado, en el deseo de que la mayoría social confíe a Pedro Sánchez la dirección de este gran país.
Un país con retos pendientes, evidentemente, pero con un futuro ilusionante en el que la cohesión social, la generación de oportunidades y la recuperación de los derechos que la crisis y los "viernes marianos" se llevaron, marcarán el programa del partido socialista.
Para que podamos continuar el camino iniciado hace meses con la recuperación de la sanidad universal, el aumento del salario mínimo interprofesional o la subida de las pensiones, les animo a que honremos a las generaciones pasadas ejerciendo lo que tanto les costó lograr: votemos el 28A. Desde luego, yo acudiré al colegio Alfonso Spínola de Teguise para que el PSOE y Sánchez guíen nuevamente el proyecto común que representa España, sin necesidad de golpes en el pecho, pero trabajando cada día desde Finisterre hasta la octava isla por el bienestar de todos.
Y a los que dudan del poder del voto, invitarles a propiciar una participación histórica que venza a la resignación, al me quedo en casa o en la playa, porque cada voto cuenta para que gobiernen unos y no otros. Hay motivos para recordarlo en esta campaña que arranca. ¡A las urnas!
*Marcos Bergaz, candidato por el PSOE al Ayuntamiento de Teguise