Un grupo de hombres y mujeres del campo lucha porque no se pierda el asno en la Isla, sin dejar de lado el buen humor en la original gymkhana de burros con motivo de Los Dolores

No se bajan del burro

"?Es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal ...

28 de septiembre de 2007 (00:05 CET)
No se bajan del burro
No se bajan del burro

"?Es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro." Juan Ramón Jiménez describía así a Platero, el burro protagonista de uno de sus relatos, pero estas señas de identidad podrían pertenecer a Luisita y su cría Modestita, a Galicanto o a Patera. No pastan en los prados que recreaba el Premio Nobel andaluz, sino que trotan por los arenados lanzaroteños, como lo hacían sus progenitores y cientos de ejemplares de su especie durante siglos, fieles compañeros del agricultor conejero.

Con sus alforjas cargadas hasta los topes, allanando el picón y quitando las malas hierbas o con el trillo arrastras, los asnos fueron elemento indispensable para que los cultivos salieran a adelante. El motor entró con fuerza en el campo lanzaroteño y los burros, con su galopar tranquilo y su cabeza gacha, fueron desapareciendo de la estampa agrícola en la isla. Ahora los ejemplares que quedan "han pasado a mejor vida", porque lejos de perderse en el olvido del abandono, como ha ocurrido en otros puntos de la geografía española, en Lanzarote los burros pasean solos o con el dueño en el lomo, comen y, en algunos casos, siguen ayudando en el campo, como lo han hecho toda la vida.

Patera sí que ayuda a su dueño en el campo. De vez en cuando "la llevo a raspillar algún cachito arenado al que no tengo acceso con un tractor". Lo cuenta Ricardo Morales mientras sujeta la rienda de la burra con una mano y con la otra el cachorro, que no se quita ni galopando a lomos de Patera. Tiene ocho años y un nombre con historia detrás, la de 17 personas que perdieron la vida en el mar en el intento de tocar la costa de Fuerteventura embarcados en una patera. "Se ahogaron el mismo día que nació ella" y este es el particular homenaje de Ricardo y su mujer, Margot.

Patera, según cuenta su dueño, es una burra de de raza canaria, "lo que en Fuerteventura han registrado como burro majorero", matiza. Vive en el campo, en una finca situada en Tinajo junto a otros tres burros, uno de ellos de pocos meses. Sus ejemplares son autóctonos, diferenciados de otras razas por sus rasgos, "tienen menos altura, las orejas y la cabeza son distintas, pero los nuestros tienen más sangre".

Y es que en Lanzarote ya es fácil ver otro tipo de burros que han atravesado media Europa y parte del océano Atlántico hasta parar en tierra de volcanes. Son los asnos traídos de Rumanía por iniciativa del Cabildo de Lanzarote hace tres años, con el fin de cederlos a los agricultores que los habían solicitado. Una medida que no ha sido bien vista por todos. "Trajeron en barco 26 ejemplares a Lanzarote, lo que supuso un serio peligro para la conservación de la raza autóctona, en peligro de extinción", explica Antonio Cabrera, uno de los fundadores del Grupo para la Conservación y Fomento del Burro Majorero "Soo", dedicado a la identificación y protección de esta raza, que según los últimos análisis realizados por la asociación y la Universidad Autónoma de Barcelona, proviene del norte de África.

Pero a los que aman a este animal en Lanzarote, tantas veces denostado por su supuesta falta de inteligencia, no es lo que más importa la procedencia de los ejemplares. "Estamos más preocupados porque crezca la población de burros, no nos importa de donde vengan, aunque mantenemos localizada la raza autóctona", afirma Ricardo Morales.

Los burritos de Tinajo

Los asnos dejaron de utilizarse en Lanzarote hacia finales de los años 70, "cuando todo el mundo empezó a meter en los campos el Land Rover" recuerda Ricardo Morales, y el burro "empezó a ser un estorbo". Hoy no resulta barato mantenerlos porque bastos, alforjas, arneses y cualquier otro objeto para su aparejo, se ha convertido casi en un objeto de lujo. Son pocas las personas que se dedican a este tipo de trabajos y "están ya muy mayores", explica el agricultor, por lo que su trabajo, cien por cien artesanal, cuesta caro.

Hoy por hoy, nadie sabe con exactitud el número de borricos que viven en Lanzarote. Manuel Arbelo, ganadero de Tinajo, cree que en el municipio hay aproximadamente unos 25 burros, a los que se suman otros ejemplares del resto de municipios. En su finca situada entre Soo y el Cuchillo viven apaciblemente cinco ejemplares."Luisita, que es la madre de Modestita, la más chica; Gorrona, Galicanto que es el macho y Española, ésta se llama así porque vino en barco desde la Península". Manuel Arbelo habla con cariño de todos sus burros. Los tiene por afición "para dar un paseíto?viven mejor que yo" sonríe.

Arbelo y otros agricutores y ganaderos de la zona tienen la intención de formar una asociación para la conservación del burro y en el Ayuntamiento de Tinajo, están encantados con la iniciativa. Consideran que este animal representa una seña de identidad para el municipio, "por tradición nos llaman los burros", reconoce entre risas el concejal Aquilino Romero, pero además pueden convertirse en un filón para los turistas. Romero está por la labor de delimitar una ruta en burro para subir al volcán de Caldera Blanca, "tenemos unos volcanes muy bonitos y sería una buena idea". De momento sus dueños harán, a lomos de sus borricos, el camino en romería que les lleva a la ermita de Los Dolores el próximo sábado, para volver de nuevo con su trotar suave a sus apacibles vidas en los arenados lanzaroteños.

¡Arre borriquito, arre!

Están empeñados en que los burros vuelvan a ocupar su lugar en la vida lanzaroteña y su espacio en las fiestas populares. Por eso los vecinos de Tinajo organizaron el domingo 16 de septiembre, con motivo de las fiestas de Los Dolores, una gymkhana en la que los protagonistas, eran los burros y sus dueños, que en parejas debían completar cinco pruebas, para lo que era necesario, sobre todo, una buena dosis de humor.

Sacar un caramelo con la boca de un barreño de gofio, tomar unas natillas a ciegas o explotar un globo con el pecho, fueron algunos de los obstáculos que tuvieron que salvar los participantes, mientras su fieles asnos esperaban a ser de nuevo cabalgados.

Doce burros participaron en la gymkhana promovida por los agricultores y ganaderos que cuidan de sus borricos y que se niegan a que caigan en el olvido, que además contaron con la colaboración del Ayuntamiento de Tinajo. Esperanza en tercer lugar cabalgada por Onofre y Pili, Filomena como subcampeona con Luis y Renata y Pepa en primera posición cargando en el lomo a Toño y Sara, dejaron en buen lugar a Leandro de León, un agricultor de Tinajo propietario de las tres burras ganadoras, que además de rápidas son trabajadoras: ayudan a Leandro a sacar adelante sus cultivos de fresa. La risa y el buen humor no faltaron en esta particular competición.

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