FRANKENSTEIN Y LA RADIO DEBEN DE FORMAR PARTE DE LA HISTORIA EN ESTA EDICIÓN

Casi una veintena de nuevos relatos se suman al Concurso de Radio Lanzarote

Se podrá participar en el certamen hasta el próximo 31 de agosto y los escritos recibidos se irán publicando en La Voz de Lanzarote

19 de agosto de 2018 (19:09 CET)
Casi una veintena de nuevos relatos se suman al Concurso de Radio Lanzarote
Casi una veintena de nuevos relatos se suman al Concurso de Radio Lanzarote

Un total de 17 nuevas historias se han sumado esta semana al Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote, que en su octava edición rinde homenaje al bicentenario de la novela 'Frankenstein o el moderno prometeode la escritora británica Mary Shelley. Cabe recordar que el plazo para participar en el certamen finalizará el 31 de agosto. 

La propuesta en esta ocasión es imaginar la continuidad de la historia, después de que el monstruo creado por el Dr. Frankestein "saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad".

Como en ediciones anteriores, la extensión máxima de los relatos tendrá que ser de 100 palabras, incluido el título en el caso de que lo lleve, y la radio deberá formar parte de la historia. Cada autor podrá enviar un máximo de cinco relatos, que podrá firmar con pseudónimo, aunque deberá indicar siempre un nombre y un teléfono de contacto.  Todos aquellos que deseen participar pueden enviar sus relatos al email concursorelatos@lanzarotemedia.net. 

Los relatos se irán publicando por orden de recepción en La Voz de Lanzarote y se leerán en el espacio 'Lectura en la Radio' de Radio Lanzarote-Onda Cero. Del fallo del certamen, que se hará público en la segunda quincena de septiembre, se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote, que elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas.

El ganador del primer premio se llevará una estancia de dos noches para dos personas en régimen de media pensión en el hotel Vik San Antonio, mientras que el relato que se alce con el segundo premio obtendrá una table Billow de Tiendas AHL Informática, con pantalla de 10, 1", 64 b, 1GBDD3, 16 G de memoria, Android 7.0 y wifi dual 2.40. El tercer premio será un pase familiar (hasta cuatro personas) con comida incluida al Rancho Texas Lanzarote Park. 

 


El regreso


Estuvo varios días a la deriva. La crudeza del frío y el salitre acartonaron la piel de su rostro y manos. Durante toda la travesía permaneció inmóvil y con los ojos cerrados, tumbado boca arriba sobre la balsa. Para cuando la embarcación tocó tierra firme ya había decidido que moriría allí mismo y nunca se habría molestado en ponerse en pie si no hubiera sido por aquella radio, que a pesar de las interferencias y la distancia lograba retransmitir la noticia: el Sr. Walton había sido asesinado. Abrió entonces los ojos con brusquedad. «Tengo que volver», pensó.

 

Sin Título


Hermana noche, cúbreme...vago por este mar, suplicándote, huyendo.
Imaginando una vida mejor, un mundo mejor...dónde te miren más allá del rostro, muy adentro. Allá dónde los ecos de la radio no pueden llegar, allí llegaré.
Hermana noche, protégeme... ahora mismo, mi cielo y mi infierno se funden.
Ahora mismo mi cuerpo se hunde, mi mente sobrevuela todo ello y me pide no parar. Ahora mismo es tarde ya, las estrellas marcaron el momento, la luna me ordena elevarme y flotar.
Es tiempo de estrellas, es hora de eras.

 

En el triángulo


Navegó incontables millas hasta que la endeble embarcación encalló en una niebla más viva que él. Allí hundió su mano en las verdes e hipnóticas aguas viéndose arrastrado al fondo por sicarias y marinas enredaderas. Desde entonces, sosegado, yace en las profundidades acogido por su nueva familia. Esa con la que, bajo la luz de curiosos peces abisales, pasa las horas muertas contando historias. Todos, menos la oveja negra Walter, han aceptado su destino. Él se empeña en pedir socorro a través de la radio de su bombardero sin entender que jamás escapará de esta acuosa prisión.

 

Espectáculo final


Tras largo viaje fue acogido por un nuevo hogar, helado e inhóspito. Allí vivió tranquilo muchos años hasta que un maldito temblor lo lanzó al mar cabalgando un iceberg a la deriva. Una noche, un espeluznante crujido rompió la quietud que le rodeaba. Se levantó solo para ver cómo se alejaba, a toda velocidad, su última oportunidad. Sosegado, mientras el telegrafista de aquel inmenso buque moribundo aun mandaba por radio mensajes banales y privados, se tumbó a esperar el fin disfrutando de aquellas hermosas bengalas que surcaban el cielo y desgarraban las tinieblas que siempre le habían acompañado.

 

Al fin solo


Rescatado por un ballenero, las puertas de incontables barcos se abrieron, sin preguntas, a su titánica constitución. El vasto mundo le permitía cambiar de aires cuando el paso del tiempo delataba a su ralentizado metabolismo. Con la llegada de la radio se volvió un activo de valor incalculable al descubrir que la electricidad que bullía en él aumentaba la potencia de dichos aparatos. Y así fue hasta que llegó la electrónica con débiles circuitos que se fundían con su sola presencia. Era, de nuevo, un monstruo. Pero no le importó. Se compró una isla remota y desapareció.

 

Sin Título


El fuego comenzó a invadir la balsa ávido de poder. En sus labios una sonrisa enmascaraba un inmenso terror por el inminente sufrimiento. Unos gritos desgarradores rompieron la noche y de pronto llegó el silencio iluminado por la llamas.

Un indescriptible dolor invadió a Frankenstein. Había alcanzado el infierno y allí permanecería eternamente. -pensó intentando cerrar los puños.

-¡Quieto! Es un milagro que siga vivo tiene el cuerpo totalmente quemado, pero vivirá.

-Sorprendido, abrió los ojos viéndose reflejado en los ojos de aquella enfermera sonriéndole.

Pasados los años escuchaba la radio mientras recordaba aquel momento.

¡Una sonrisa....a él! ¡Un milagro!

 

"Bello ataúd marino?"


Y de repente se vio inmenso en la majestuosidad del momento. Sus monstruosos ojos vibraban, al sorpresivo bello reflejo de su cara, era marejada de tormento tocando con sus manos al agua. Las Estrellas sonaban a cielo, mientras el tarareaba en sus labios, aquella balada de radio, que le recordaba a su amo. Por fin ya no tenía miedo, sus remordimientos se ahogaban, y se despidió de la vida diciendo: "SOY UN MALVADO PORQUE NO SOY FELIZ, NI JAMAS ME SENTÍ AMADO".

 

Un paso más


«La balsa acabó en la orilla empujada por el viento. La música lo llamaba. Guiado por los violines, llegó a la casa y miró a través de la ventana. Una mujer cosía cerca de un aparato que llenaba la estancia con la más dulce melodía, mediante ondas electromagnéticas?»

?Mary, Mary??la interrumpió su esposo Percy?déjalo o acabarás loca. La historia ya tuvo su final.

A regañadientes, Mary arrugó la hoja y la tiró a la papelera.

?Ondas electromagnéticas. ¡Se te ocurre cada historia!?dijo él mientras ceñía con un brazo la cintura de ella.

 

Proyecto Prometeo


Cuando lo extrajimos del hielo su estructura celular estaba seriamente dañada. Pero? ¡seguía vivo! El proceso de regeneración molecular fue complicado y algunos resultados no han sido óptimos: la anómala coloración naranja de su piel, el ralo cabello dorado que pobló su cráneo, la sobregestualidad que domina su rostro? Pero lo más preocupante era su cerebro. ¿Cómo le habrían afectado doscientos años de hibernación? Y sin embargo? He de escuchar las noticias una y otra vez en la radio y la televisión para creerlo, para certificar nuestro éxito. ¿Quién podía imaginar que lograríamos colocarlo en la Casa Blanca?

 

Diario histórico


[?]Radio Lanzarote-Onda Cero puede adelantar que en estos documentos datados en 1824, se desvela que aldeanos de la zona divisaron a un ser que describen como un demonio de gigantesca estatura, piel grisácea y cuerpo deforme aunque humanoide; al cual vieron adentrarse en cuevas subterráneas del monte Faya, construyendo la pira donde ardería a su voluntad. Hecho que derivó, según los habitantes, en una tormenta eléctrica, temblores subterráneos y la erupción de un volcán. Que de su cráter vomitó terribles llamas, iluminando toda la Isla de Lanzarote[?]

 

Sin Título 


La balsa flotaba a merced de la corriente, aún entre témpanos, el silencio era roto sólo por la estática de un viejo radio y el llanto ahogado del monstruo por la pérdida de su creador, pensaba que sólo le quedaba dejarse morir, pero fue interrumpido por un león marino que cayó sobre la embarcación, sin perder tiempo el animal atacó y el monstruo detuvo sus fauces abiertas a pocos centímetros de su rostro, sintió pena y, en vez de destrozarle la mandíbula, prefirió devolverlo al mar de una patada; entendió que, aunque fuese una abominación, tenía derecho a la vida.

 

Construcción mental


"Saltó por la ventana del camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto las olas lo alejaron, y se perdió en la distancia y en la oscuridad".

Terminó de leer estas palabras y alzó la vista a su antigua radio encendida.

Imaginando, formó un circuito eléctrico, sin antenas, pero con tornillos y alguna cicatriz de acero revelando la identidad macabra de su lectura aparcada.

Electroimán concluyendo en un altavoz; deformados gruñidos y extraños sonidos.

Pensó: ¿Y si en ese circuito junto con el mando, varía la capacidad de condensación? ¿Se escuchará en diferentes emisoras? ¿Galvanismo llevado al viejo aparato inerte? Su construcción monstruosa levitaba en la habitación como estela fantasmal.

Por unos momentos sintió pánico y apagó la imaginación, pero no la radio.

 

Vórtice de tiempo


La barca comenzó a girar y una sensación de vacío le hizo perder el conocimiento. De repente, abrió los ojos sobresaltado y se levantó del camastro. Miró a su alrededor y detuvo su mirada en un extraño objeto rectangular, se acercó y giró un botón plateado:

"Hoy 3 de agosto de 2018, hemos empezado con Glenn Miller..."

Enseguida una música comenzó a salir de aquel objeto. Frankenstein sonrió. Aquel sonido era agradable, de pronto algo le hizo girar sobre sus talones, un hombre con uniforme blanco acababa de entrar y se acercaba.

"Señor Frankenstein le estábamos esperando?

 

Radio o el moderno monstruo


Esperando la muerte, el monstruo encuentra en el camino otra creación del hombre, una placa dice radio y su creador es Marconi. La examina, tiene voz pero es sorda y ciega y se pregunta: ¿tendrá alma esta creación?, ¿será capaz de arrepentirse de lo que dice?, si no puede ver ¿puede opinar de mi aspecto y de lo que siento?, el hombre ¿olvidó para que lo ha creado?.

¡Somos iguales, tantas verdades y mentiras por dentro, sin ver y sordos juzgamos al mundo!, ¡Ni monstruo, ni hombres estarán más solos! Concluyó.


El hijo de los pingüinos


Octubre, 1915. Shackleton accionó la radio. La última esperanza para escapar del abrazo mortal del hielo antártico era aquel monstruoso aparato que Guglielmo Marconi había tenido la precaución de instalar en la popa del Endurance. Una frecuencia inesperada interrumpió la señal que llegaba desde las Falkland. La voz sobrenatural de un hombre proporcionaba unas coordenadas: Latitud 89°59?51? S - Longitud 139°16?22? E.

-¡Corresponden prácticamente al Polo Sur! ?exclamó Shackleton.

Cuando, haciendo un esfuerzo sobrehumano, arriban al origen de la señal, una gigantesca figura sale a recibirles. Bordado en su abrigo hay un nombre: Doctor Frankenstein.

 

Una frecuencia desde las profundidades


La radio del submarino francés les advirtió de la cercanía del acorazado alemán. Al acercarse a un extraño arrecife de la costa inglesa, el capitán Aronnax decide desembarcar y explorarlo. Sobre las rocas negras descubren los restos antiquísimos de una balsa y a un ser semihumano con el cuerpo cubierto de cicatrices.

Aronnax y los suyos nunca regresaron. En cambio, algo volvió al submarino Surcouf NN3. Antes de hundirse en las profundidades del Mar del Norte, la radio del faro viejo de Cumbria capta una extraña señal que repite tres sílabas alemanas: Frank-ens-tein.

 

Sin Título


La balsa cedió ante los embates. La pobre criatura se hundió en el mar, mientras apretaba contra su pecho el aparato que sintonizaba Radio Lanzarote. Desaparecía ante sus ojos el titilar de las estrellas y la oscuridad del fondo marino lo envolvía. Sintió la arena y el placer de la ingravidez en el océano umbroso. La oscuridad no lo atemorizaba, porque él venía de ella. Le asustaba era el olvido.

Vio las sirenas curiosas nadarle de cerca. Vio a Poseidón y al kraken durmiendo. Había perdido la fe en el hombre, pero había ganado la inmortalidad de los seres fantásticos.

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