"¿Por qué tiene el Ayuntamiento tan abandonado este barrio?, ¿somos ciudadanos de segunda o tercera, por estar en la periferia?". Ésta es la pregunta que se hace un vecino del barrio capitalino de Argana, que ha querido denunciar a través de La Voz el "abandono" al que cree que se encuentra sometida esta parte de la ciudad. Bajo el titulo de "Vergüenza y más vergüenza", este lector enumera las carencias del barrio.
La enumeración comienza refiriéndose a las obras que cada verano se emprenden en los colegios "para mejorar la calidad de las instalaciones educativas". "Qué casualidad que un año más, a pesar de su mal estado (fachadas sin pintar, vallas rotas, portería rota, falta de papeleras, rejas de las ventanas sin medidas contra-incendio...) en el CEIP Argana Alta sólo se ha llevado a cabo la sustitución de una cristalera rota a finales de junio", señala. "Las canchas del centro se pintaron este año, después de más de una década, según los comentarios de los propios docentes", continúa, a la vez que lamenta que "en otros centros de Arrecife, éstas ya se habían pintado en más de una ocasión".
Entre las carencias del barrio, este vecino apunta que el centro deportivo lleva "varios años cerrado". "No tenemos local social, las aceras desde la rotonda del hospital hasta la de la fontanería Yayo dan pena por el lado contrario... pero claro, no somos cruceristas. Si no, nos pondrían una acera adoquinada hasta el Ayuntamiento, como a ellos desde el barco", ironiza.
Entre las críticas, este vecino expone que la Policía no pasa por el colegio y en las canchas se pueden encontrar "botellas, condones, excrementos (caninos y humanos), micciones...". "Es el parque del barrio", explica, afirmando que "incluso se han llegado a ver padres rompiendo las vallas para que entren sus hijos".
Este ciudadano apunta que "por lo visto, para lo único que sirve el barrio, es para que los trabajadores del Ayuntamiento que no trabajan en él (pintores, soldadores, electricistas...) vengan a desayunar a las cafeterías de la zona", pues asegura que allí "nadie los controla" y el desayuno "se puede hacer muy largo". "Luego resulta que la culpa de todos los males que nos afectan es de otros. No, señores, la culpa de lo que pasa es nuestra por no quejarnos como se debe o donde se debe", reivindica.