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"Lanzarote es un oasis de tierra en el mar, es un mirador a la imaginación"

Un lector de La Voz hace un recorrido por los contrastes y atractivos que ofrece la isla

22 de marzo de 2017 (16:58 CET)
"Lanzarote es un oasis de tierra en el mar, es un mirador a la imaginación"
"Lanzarote es un oasis de tierra en el mar, es un mirador a la imaginación"

Alejandro Hernández, un lector de La Voz, destaca la diversidad que ofrece Lanzarote al visitante subrayando sus numerosos contrastes y atractivos. "Lanzarote es un oasis de tierra en el mar, es un mirador a la imaginación, es el alpende donde reposar, para proseguir soñando", afirma. Éste es el recorrido que hace sobre las posibilidades que presenta la isla y el relato de su experiencia en ella:

"El año pasado tuve la oportunidad de visitar Lanzarote, en el marco del IV Foro de Agroecología y Biodiversidad, que se celebró en el municipio de Haría; aproveché la ocasión para alargar mi estancia durante dos semanas, y es que este es el tiempo mínimo necesario, recomendable, para poder disfrutar de los numerosos contrastes, y atractivos, que la isla de Los Volcanes ofrece al visitante, desde el ajetreado centro urbano de Arrecife, con un ir y venir de turistas como atestiguan los aviones que retumban en el cielo al ‘entrar y salir’.

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Lanzarote es un oasis de tierra en el mar, es un mirador a la imaginación, es el alpende donde reposar, para proseguir soñando, formas inimaginables, es el negro del picón, salpicado de verde, y llámese canelo o marrón, es el ocre de una montaña a lo lejos, es un blanco cual reflejo del sol, es un juego de luces y sombras de día, que cambia como la lava que fluyó, y ahora, aún caliente, es un muro de piedra que protege la viña del viento; viento que mueve juguetes en la armonía de una composición de sorpresa e ingenio, de lo antiguo y lo moderno.

Es donde el azul del cielo permite mirar más allá, hasta la abstracción.

Donde las montañas son como sinuosas olas que al atardecer regalan utopías en el horizonte, junto a sombras de palmeras y luces de estrellas.

foto 3Lanzarote es el mimetismo de lo que vino y lo que estaba, es identidad y multiculturalidad, donde cabe una vivencia más, donde está por desarrollar un proyecto nuevo, donde materializar un boceto elaborado en el siglo pasado, con ideas que trascienden en el tiempo, es una exposición de arte y naturaleza toda ella, es el equilibrio de lo imperfecto, un escaparate lleno de lo útil para el cuerpo, es la sencillez de lo extravagante, es una ánfora sin datar, agua que aplaca la sed de curiosidad, es la fértil huerta que pare vida "sin cesar" , morada de historias aún por vivir, donde lo inmóvil viene y va, y lo inerte cobra vida, donde lo ínfimo guarda un tesoro, es una espiral en crecimiento, es como un tapiz de don Manuel Millares, como un dúo "imposible" de Rosana y Luis Morera que está por suceder, alimento de las letras inmortales de Saramago desprendiendo compasión y verdad.

Es un decorado de las mil y una noches, es la flor de un cactus en su clímax, poema de don Rafael Alberti dedicado. La lejanía de los roques y la vista a La Graciosa, es el vuelo de una bandada de aves sobre el cultivo de tuneras, son las nubes que se escapan menos en el norte, en Haría, donde todo ha quedado retenido, la bruma entre las acículas de los pinos o en los aljibes de las casas, y el tiempo en el reloj, de la casa de don César Manrique, ese genio humanista, que sin lugar a dudas, nació para mostrar Canarias a sus habitantes y al mundo; y es que Lanzarote no debe olvidar su legado, y recordar, a quién esculpió un cuadro, hizo lo impensable, conjugó lo natural y artificial creando "el modelo" a seguir, para conservar esa Reserva Mundial de La Biosfera, que es cultura y recreo, música a la orilla del mar o en anfiteatro natural, esculturas que tropiezan con el caminante, arquitectura tradicional e inédita, junto al Gran Hotel de Arrecife, rodeado de arena blanca y falúas, la huella perecedera del turista, bancales de cebollas y ‘batatas’, Salinas de Janubio, viñedos que dibujan el paisaje, caminos por redescubrir, y paseos que se diluyen en la mirada, ruinas por restaurar, petanca y lucha canaria, pesca a caña;…

Para cuidarse del lujo innecesario y consumismo, de escombros y construcción desaforada, de luchas silenciadas, Lanzarote deben ser ciento cincuenta mil almas al unísono, con cooperación y superación, reclamando energías renovables, transporte público eficiente, agua de calidad y barata, mejores conexiones con el resto de islas, dando el mismo ‘trato’ a todos los residentes del archipiélago, ya que debería ser un derecho y una obligación, visitarla al menos una vez en la vida..."

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