Yo me lo he ganado, solito, sin la ayuda de nadie. (I)

Por Lorenzo Lemaur Hace unos cuantos años, cuando estudiábamos sexto de bachiller, decidimos organizar un viaje fin de curso. Los chicos y las chicas, aunque ellas estudiaban en el instituto de Arriba. Formamos una directiva: Pepa Alemán, Marina ...

2 de julio de 2012 (20:07 CET)
Por Lorenzo Lemaur
Hace unos cuantos años, cuando estudiábamos sexto de bachiller, decidimos organizar un viaje fin de curso. Los chicos y las chicas, aunque ellas estudiaban en el instituto de Arriba. Formamos una directiva: Pepa Alemán, Marina ...

Hace unos cuantos años, cuando estudiábamos sexto de bachiller, decidimos organizar un viaje fin de curso. Los chicos y las chicas, aunque ellas estudiaban en el instituto de Arriba. Formamos una directiva: Pepa Alemán, Marina Arencibia, Carmencita de la Hoz, Pepe Luz, Martín "culona", creo que Luis Ceijas y seguro que algunos mas que no recuerdo. Yo era el presidente. Las chicas, con la ayuda de Luz me tenían montada la oposición. Hicimos un montón de cosas, reunimos el dinero y a principios de septiembre de 1974 nos fuimos 47 jóvenes, de entre 16 y 19 años, con una profesora de acompañante, a Barcelona durante dos semanas. Nos alojamos en hotelito en una calle transversal a las Ramblas, a la altura de la iglesia del Carmen, cerca del mercado famoso de la zona, que ahora no recuerdo el nombre. Por cierto, recuerdo que uno de los días compré en él una manzana, verde, grande. La mejor manzana que me he comido en mi vida.

La vuelta fue en tren hasta Madrid, toda una noche, otro tren hasta Cádiz, toda una tarde, embarcamos rumbo a Tenerife, entrando la noche, dos noches de travesía para llegar a Santa Cruz por la mañanita. Por la noche correíllo para Lanzarote en el que casi echamos las pocas tripas que ya nos quedaban.

Nos la montamos solos, sin profesores. A nuestro aire. Peleando todo el rato con Luz y las chicas por chorradas, pero fuimos y vinimos, sanos y salvos y lo pasamos genial. Aún le debo a Pedro Cabrera 300 pesetas que le pedí en Cádiz para comer. Estaban buenísimas las garbanzas.

Nadie nos dio órdenes. Solo, don Rafael Sastre, que era el director, me llamó un día porque la oposición se le había quejado de que con el dinero de las cuotas de las chicas estábamos pagando las facturas del suministro del bar del Instituto Viejo, en el que vendíamos bocadillos en los recreos. Le dije al director, "don Rafael, yo no quería hacer política, solo que el viaje saliera y que no iba a perder el tiempo en boberías". Don Rafael Sastre, que era profesor de griego me dijo: "estimado Lorenzo, política es todo. Política viene del latín "polis" y significa gobierno del pueblo". Por entonces ninguno de nosotros, y creo que los profesores tampoco, conocíamos a la ahora famosa "prima de Riesgo". Tampoco sabíamos, y seguimos sin saber, que es ese tal Riesgo.

Así, seguimos haciendo las cosas como mejor entendí que debía y no tuvimos que ser intervenidos ni rescatados. Los bocadillos se siguieron vendiendo bien a los recreos y aquello dejaba dinero.

Pero, bueno, después de la interesante charla con el director, seguimos haciendo lo que había que hacer. La prueba está en que 47 jóvenes, de entre 16 y 19 años, nos fuimos dos semanas a Barcelona y en la Ciudad Condal hicimos lo que nos dio la gana. Lo pasamos genial, conocimos y visitamos un montón de sitios y, el día señalado, estábamos todos, a las seis de la tarde, en la estación de tren, para coger el ídem, destino Madrid, vía Zaragoza. Por cierto, recuerdo que emocioné cuando pasamos por encima del rio Ebro.

Antes de irnos de viaje, por agosto, una tarde próxima a las fiestas de San Ginés y me encuentro por el Parque Viejo con Víctor Betancort, que también estaba apuntado al viaje. Me para, hablamos de cosas del viaje y me pregunta, con cara de preocupación "¡Entonces, Lemaur ¿Ya lo tienes todo improvisado?!". Yo, bueno, como era Víctor, le tranquilicé. Le dije que sí, que todo estaba perfectamente improvisado. El siguió como para la Calle Real y yo seguí como para el Parque Nuevo. Al final, no le mentí Víctor. Todo salió perfecto, como si lo hubiéramos tenido perfectamente improvisado.

Bueno, a decir verdad, una cosa no teníamos prevista, aunque, cualquiera que hubiera estado en Barcelona y tuviera cierta edad lo hubiera calculado. Les cuento. En Barcelona, en la plaza de Catalunya está El Corte Inglés. Como bien saben, no hay conejero que vaya de viaje a una ciudad con Corte Inglés y no vaya, aunque solo fuera de visita.

Pues, como es de suponer, todos, bueno, supongo que todos porque tampoco pasamos lista, fuimos "de compras" a El Corte Inglés. Un día, éramos unos cinco, estábamos "de compras". Serían cosa de las doce pasadas. Y, veo a una señora, muy bien vestida, sin bolso, y comiendo roscas en una bolsa de El Corte Inglés. Aquello me mosqueó. Avisé retirada pero, llegando a la puerta de los grandes almacenes, la señora para a uno de nosotros, una chica, y le pide que la acompañe. Bueno, el resto no creo que haga falta que lo cuente. Si decirle que, creo, a partir de ese día bajó las "compras" de los nuestros en El Corte Inglés.

Otro día le cuento de cuando Luz tiró el piano por la ventana y más cosas.

P.D.: Si hay alguna errata o falta de ortografía, pido disculpas adelantadas. Es que no he querido molestar a mi correctora porque hoy no está teniendo un buen día.

LO MAS LEÍDO