Fueron unos dos puñados de semillas de girasol. Las metí en el bolsillo y las esparcí mientras daba un paseo. El día antes había llovido y quise aprovechar la oportunidad. Con ilusión un tanto hortera, templada solo por lo que pasa en el país de los girasoles, me imaginé un rastro florido por donde había pasado. Puestos a soñar...
Unos dos meses más tarde ya había aceptado el fracaso total de la ocurrencia. Ni una sola planta de girasol. Fue entonces cuando me extrañó la forma de dos tabobos. Al acercarme, comprobé que se trataba de dos girasoles a punto de florecer. Desde entonces los visité a diario. Quería ver la flor el mismo día de su apertura, ya que temía que alguien la viera antes y se la llevara a su casa para su disfrute privado.
Unos días más tarde vi un folleto tirado en el suelo. Era una publicación de AHOF, el Cabildo de Lanzarote y la Universidad de Murcia acerca de la alimentación de la cabra de leche. Supuse que por ahí había pasado un pastor con su rebaño. Ya daba por perdidos los girasoles, pero luego comprobé que seguían ahí sin un solo mordisco. Estaban a punto de florecer. De vuelta a casa recordé el folleto y, al leerlo por encima, una frase me detuvo en seco: "Los cabritos sacrificados hacia el mes de edad son un subproducto de la producción lechera."
Pasé al día siguiente, convencido de que ya estarían las flores abiertas. Pero solo encontré un tallo sin hojas con una flor arrancada en el suelo. Estaba a medio abrir, con los pétalos amarillos visibles, pero todavía cerrados. La recogí y me la llevé a casa para mi sufrimiento privado. Tenía toda la pinta de que las cabras se habían comido los girasoles. Buen alimento.
Cuento esta historia porque algunas de las lecciones más importantes que nos da la vida se encuentran en lo pequeño y sin importancia. El planeta Tierra y Lanzarote son como esos girasoles: prácticamente nada en medio de la inmensidad del cosmos, pero un milagro de la vida y de lo bello. ¿Quién iba a pensar que a mediados de junio en Lanzarote, sin una sola gota de riego y en el municipio de Arrecife, estaban a punto de florecer dos girasoles? Hay veces que, cegados por el cinismo, subestimamos a esta tierra.
Entonces uní los puntos: Lanzarote es la cabra, el cabrito es nuestro futuro, y el turismo es la leche.









