Cuando Eva de Anta hizo de la peatonalización de la Avenida Marítima de Arrecife su principal caballo de batalla, un buen amigo argumentaba muy acertadamente que, dejando para el debate general si era o no conveniente peatonalizarla en su integridad, de lo que no cabía la menor duda es que la zona que abarca la Playa del Reducto tenía indudablemente que ser peatonal.
Los argumentos a su favor, como posible zona de ocio y esparcimiento, parecen bastante aplastantes. ¿Alguien podría imaginarse la Playa de las Canteras con los coches circulando por la avenida? En la capital de la provincia decidieron volcarse hacia su privilegiada playa con el Plan de Laureano Arroyo allá por 1900, dotando al futuro paseo de una unidad urbanística excepcional. En Arrecife, más de un siglo después, seguimos soslayando el potencial de una playa que goza de gran belleza pero adolece de poco uso por parte de los residentes y de limitada capacidad de atracción para los visitantes.
¿No sería preferible dedicar ese espacio por el que actualmente circulan los vehículos a zonas de paseo, ejercicio físico, terrazas? Podría tratarse, sin duda, del gran pulmón y uno de los principales atractivos de que dispondría la capital lanzaroteña. Máxime si se conectara conceptualmente con el Islote de la Fermina y, puestos a imaginar, con la entelequia del Palacio de Congresos.
La búsqueda de alternativas de movilidad resulta bastante sencilla. Con eliminar las líneas de aparcamiento de la calle Manolo Millares podría habilitarse fácilmente una vía de doble sentido, que permitiera la entrada a la avenida marítima desde la autovía, manteniéndose dicha calle como vía de salida de la ciudad.
Me viene a la cabeza la propuesta de Eduardo Spínola cuando se presentó a la alcaldía en 2011, que pretendía convertir la Marina de Arrecife en el principal atractivo para el turismo de la capital. En ella proponía para la Playa del Reducto “la limpieza y dragado de la arena empozada, así como el desmonte de la capa de roca necesaria para aumentar la profundidad de la playa a marea vacía¨, una iniciativa que requeriría de la colaboración de Costas y que podría ir acompañada de otras actuaciones para la reorganización de la playa como lugar de ocio. Diez años después, me sigue pareciendo que esta ambiciosa propuesta para poner en valor la playa arrecifeña iba en la dirección correcta.
¿Habrá llegado ya el momento de que la miopía o las escaramuzas políticas den paso a la planificación de proyectos necesarios que nos ayuden a redefinir la capital de la isla y, de paso, contribuyan a la dinamización económica tras la atonía pandémica? La potenciación del Reducto como zona de ocio bien podría ser uno de ellos