¿Qué te ocurre? ¿Estás preocupado? Estas preguntas las hemos oído, dichas por nuestras personas cercanas, y las no tanto, en multitud de ocasiones. Nuestras preocupaciones, en nuestras vidas, han sido, y serán, numerosas, por diversas razones. La preocupación es un estado del alma difícil de disimular, pues todos nuestros pensamientos se dirigen a la preocupación misma. Nuestro gesto, nuestra mirada, nuestra forma de caminar, todo, se impregna de esa pesadumbre, y, tal es así, que cuando nos preguntan si estamos preocupados, no contestamos; continuamos con nuestro quehacer, pues la respuesta sería obvia, y nuestro silencio lo confirma.
Es asombroso que no vemos preocupación en las imágenes que la prensa nos ofrece de los políticos. Y desde luego, hay muchos motivos de preocupación. Sus rostros siempre muestran complacencia en sus tareas, satisfacción plena de ellos mismos, rotundidad de que su gestión es la adecuada, sonrisas muchas, de todo tipo. Las sonrisas. La sonrisa más frecuente que vemos es una sonrisa forzada, no natural, teatral, de mal actor, falsa. Sonrisa de “tolete” como decimos en Canarias. El mayor ejemplo, inigualable, es la sonrisa de nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Deberíamos preocuparnos de que, nuestros políticos, no muestren signos de preocupación por los múltiples problemas que nos afectan, que, por el cargo que ostentan, por el cual les hemos votado, y va implícito en esa responsabilidad, que han asumido. O por lo menos pensamos que la han asumido. Se presentaron a las elecciones para que les votáramos. Lo hemos hecho. Les hemos votado, con nuestro voto, que no es cosa cualquiera. Les hemos votado, para que resolvieran nuestros problemas.
Es preocupante que no se preocupen, que no parezcan preocupados por nosotros. Hay, en mi opinión, una excepción: El Presidente del Gobierno de Canarias , el señor Clavijo, que en el problema de los niños inmigrantes que llegan a nuestras costas, una multitud de niños y jóvenes africanos, que escapan de su miseria en sus países de origen, buscando una salida, a tanta angustia ante la carencia absoluta , y , nuestro Presidente Clavijo, al no recibir en su llamada desesperada, una repuesta solidaria por parte de los Presidentes del resto de las Comunidades Autonómicas de nuestro país, le vimos profundamente preocupado, muy afectado, hasta desesperado. Daban ganas de pasarle un brazo por encima de sus hombros para apaciguar su tormento. No deja de ser un consuelo que haya, por lo menos, un político, con sensibilidad suficiente para sentirse preocupado.
Y que podemos hacer con aquellos políticos que han perdido su sensibilidad, su capacidad de respuesta, a nuestros problemas, … , de preocuparse por nosotros, pues sentimos, constatamos, que no se preocupan. Los problemas, cuando se presentan, y los hay muchos en nuestra sociedad, lo primero sería, preocuparse; confirmar que hay un problema que existe, que habría que solucionar, que la solución no debe ser fácil, pues no hay soluciones fáciles, y luego, ante este panorama, lo normal, sería, una vez que ha asomado la preocupación, resolver el problema que nos aflige. La pregunta sería: ¿Qué podemos hacer con aquellos políticos que no se preocupan? No lo sé.