Una oportunidad única tras la tempestad

Pablo Muzás
6 de mayo de 2021 (11:34 CET)
Actualizado el 6 de mayo de 2021 (15:43 CET)

La pandemia deja sin duda un estado de inquietud colectiva, con una situación complicadísima para muchas personas que han visto quebrado su panorama laboral y para empresas de todo tipo afectadas por el confinamiento y las restricciones comerciales y de demanda.

Ante esta traumática experiencia que hemos experimentado durante el último año, resulta casi una obligación buscar nuevas zonas de oportunidad que nos permitan resurgir del shock. Como dijo Franklin D. Roosevelt en su discurso de toma de posesión a la presidencia norteamericana en los años de la Gran Depresión “Lo único que debemos temer es al miedo mismo”.

Así debe enfrentarse Lanzarote a una coyuntura económica azotada por su excesiva dependencia del turismo. El nulo impulso de otras actividades económicas y la errónea apuesta por el crecimiento en camas de las últimas décadas, en detrimento del valor añadido del destino, no han hecho más que agudizar el fallo metabólico de la economía lanzaroteña. Pero, si bien la pandemia ha sido la enorme gota que colmó el vaso, estos males venían muy de atrás.

Como señala el reciente informe de los economistas encargado por el Cabildo de Lanzarote “Desde el año 2000 el número de plazas hoteleras en la isla se ha doblado…En 2018, con niveles históricos de turistas, Canarias tenía la tasa de paro por encima del 20%, el doble que en 2007…”.

El aislamiento geográfico y la ausencia de palancas de fomento a la innovación y el emprendimiento han sido hándicaps clave que han impedido la creación de nuevas áreas de diversificación económica. Pero la aftermath pandémica deja algunas clarísimas oportunidades para la economía insular.

La primera es, sin duda, el efecto que tiene contra el aislamiento geográfico el intensivo proceso de digitalización experimentado en el último año por particulares y empresas. Ello provoca que la isla sea de súbito un terreno ideal para los trabajadores tecnológicos.   Es la cara aún más interesante de los nómadas digitales. De pronto, los jóvenes lanzaroteños con capacidades tecnológicas tienen la oportunidad de acceder a trabajos en remoto de alto valor añadido. Un nuevo horizonte que abre nuevos caminos más allá de las exiguas oportunidades laborales que hasta ahora ofrecía el mercado laboral local.

También emerge con más viabilidad que nunca la posibilidad de que alguien pueda crear una empresa de componente digital desde la isla, bien por parte de ciudadanos o empresas locales o con la llegada de nuevos residentes. Para ello, será imprescindible crear ecosistemas formativos, de conocimiento y de apoyo para quienes se atrevan a embarcarse en proyectos emprendedores.

Otro de los ámbitos de oportunidad es el del desarrollo sostenible. La apuesta por las energías renovables, tanto a través de la implantación fotovoltaica en empresas y viviendas, como del indudable potencial insular para la energía eólica offshore flotante, resulta aún más irrenunciable con la posibilidad de acceso a los fondos europeos de recuperación. También la movilidad sostenible puede lograr un doble objetivo de reducir la huella de carbono y dinamizar al castigado segmento automovilístico.

Por último, se atisba algún brote verde en el ámbito del asociacionismo empresarial, que hasta hace poco era un páramo de ideas y propuestas. La creciente actividad de la Cámara de Comercio y su reciente apuesta por un pacto por el paisaje, así como el renacimiento de un Círculo de Empresarios con nuevas propuestas y ambiciones son imprescindibles para contribuir a un clima adecuado que posibilite un esfuerzo colectivo por un nuevo panorama económico para Lanzarote.     

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