No hay manera

Nahum Cabrera, coordinador en Lanzarote del partido Reunir Canarias y miembro de la Asociación Lánzate. Imagen: Gobierno de Canarias
11 de enero de 2023 (15:41 CET)

Los poderes públicos siguen mayormente representados por ese mismo grupo de personas que llevan siglos haciendo una profesión de representarnos.

Élites bien vestidas que debemos admirar precisamente porque no son como nosotras, porque nunca han estado en el paro, haciendo cola en la calle, cobrando un sueldo de menos de mil euros, peleando una jornada completa, por supuesto con sus horas de más sin pagar. Son profesionales de la representación que han venido “a veces de muy lejos” a decirnos quiénes somos, y qué pensamos.

Que han venido a ocuparse de los problemas de todas y todos porque bastante tenemos nosotros con los nuestros propios. Y tienen razón, su realidad deslumbrante se pasea por las instituciones canarias, entre otras cosas porque la nuestra está repleta de un día a día extenuante cual carrera de obstáculos, arañando instantes como un bien precioso que palidece ante la elemental necesidad de buscarnos la vida.

Y como tenemos unas playas preciosas vemos cada día a la gente que llega del norte, lugares donde el bienestar de su gente impulsa su economía, mientras nuestros representantes profesionales nos insisten en que cobremos un poco menos, que tenemos que competir por esos turistas que un día hicieron de la democracia un camino hacia los derechos sociales y la dignidad.

Y como tenemos unas playas abiertas vemos cada día gente que llega del sur, arrastradas por la destrucción de sus sociedades en medio del interés más inhumano y el desprecio racista. Y nos dicen que tenemos que mirar para otro lado, que bastante tenemos con lo nuestro, que hagamos caso a los que tan bien vestidos nos representan.

Nuestra gente del día a día necesita algo más. No quieren gente aficionada que puedan representar otra cosa que el supuesto éxito palaciego de unas instituciones que han abandonado a su gente. Menos aún que, como estamos viendo, aparezca de pronto alguien brillante que no han comprado, alguien profesional pero sensible que no se deje representar, menos aún una mujer capaz de desplegar un torbellino de fuerza vital que nos represente y aún se empeñe en ser lo que es: canaria, popular, activista y mujer. Yo conozco a esa mujer. Nuestros representantes también la conocen. Es capaz de perseverar ante la impotencia, razonar ante el insulto e insistir ante el silencio. Sin olvidar ni el lugar desde donde piensa, trabaja y habla, ni tampoco que no hay escusas para la zafiedad y la rendición. Una mujer canaria que conocemos. Que viene de muy lejos en su lucha. De un larguísima tradición de resistencia, insistencia y necesidad de seguir viviendo, una mujer de leyes, simpatía y cuidado que ha puesto al servicio de visibilizar las realidades invisibles de nuestra sociedad ─esas que nadie representa─ por el simple hecho de que las sigue viviendo en su dia a dia. Yo conozco a esa mujer. Sé que después de mucho tiempo de trabajo anónimo ha decidido dar un paso adelante, con decisión, con firmeza, como se atracan las inseguridades en nuestra tierra, saliendo adelante, como tantas y tantos hemos tenido que hacer en nuestra vida.

Yo conozco a esa mujer. Se llama Emma Colao Corujo. Sé de sus dudas, sé de sus fuerzas, sé de sus decisiones pensadas sobre lo vivido y aprendido, lo bueno y lo malo, reajustando el paso para esperar al resto, una mujer de progreso, de cuidado y de empatía creativa.

Yo conozco a esa mujer. Hace años que representa ese día a día que apenas nos deja el cielo para escapar de nuestras preocupaciones. Esa gente canaria que está harta de que le pidan más y que no puede vivir con menos. Esa mirada que no encuentra voz en las instituciones, esa esperanza que no cabe en los discursos oficiales, esas cuentas que no llegan a final de mes, esa sonrisa que nos espera cómplice a pesar de todo al llegar a casa.

Yo conozco a esa mujer. Un día de abril no tan lejano desayunamos fuerza e ilusión por hacer de estas islas un lugar de dignidad, derechos y oportunidades, donde las instituciones representen los problemas reales de esa gente que da lo mejor de sí cada mañana sin que nadie quiera verlo.

Yo conozco a esa mujer. Sé que si ella crece crecemos todas. Que si ella empuja empujamos todas.

Yo conozco a esa mujer. En realidad todas la conocemos. Hoy se llama Emma Colao. Y mañana será quien nos represente.

 

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