Desde que me inicié en la vida laboral pública como enfermero en el Servicio Canario de la Salud fui consciente de que en un sistema público que se sustenta gracias a la aportación de la ciudadanía, tendría que exigir a los cargos responsables públicos y políticos lo mejor para poder prestar los cuidados a nuestros pacientes con las mayores garantías posibles, además de contar con justicia laboral para los profesionales y compañeros.
Corría el mes de octubre de 2015 cuando nos encontrábamos inmersos en un conflicto laboral a raíz de unas oposiciones injustas para el conjunto del personal del Servicio Canario de la Salud. No dábamos crédito a lo que nos querían imponer. Profesionales con más de 15 años trabajados, a los cuales la administración les exigía aprobar un examen para seguir con sus contratos después de 15 años sin convocar ninguna oferta de empleo público por dejadez de los gobernantes de la Consejería de Sanidad, mientras el resto de CC.AA ofertaban cada dos años dando estabilidad a sus empleados. En definitiva, dando estabilidad a un sistema sanitario público de calidad.
Ese día perdí el miedo. Perdí el miedo a gobernantes y responsables de sanidad para reclamar lo que era justo, ya que esas personas tenían la obligación de responder por sus trabajadores e intentar afianzar un trabajo bien hecho y de calidad en la sanidad publica canaria, protegiendo la continuidad de mis compañeros. Fue entonces cuando, aún ni teniendo la protección como Delegado Sindical, se nos ocurre a un grupo de valientes y a mí, montar un “Campamento Blanco” frente las puertas del Hospital Doctor Molina Orosa, movimiento nunca antes vivido por nuestro gremio en la isla, donde dimos ejemplo de unión, lucha pacífica y sacrificio por nuestros derechos, extendiéndose el sentimiento hasta islas como Gran Canaria, Tenerife y El Hierro. Mientras tanto los sindicatos miraban para otro lado como si aquel problema no fuese con ellos.
No podía dar crédito a lo que estaba pasando. Miles de profesionales de la sanidad canaria ante la peor crisis de nuestra historia en materia de estabilidad laboral, y los sindicatos, quienes supuestamente deberían habernos defendido en Mesa Sectorial, miraban para otro lado. Es entonces cuando veo la oportunidad de cambiar las cosas. Y ¿cómo podría cambiarlas?, pues perteneciendo a un sindicato y luchar desde dentro con todas las garantías de protección sindical.
Con un grupo de luchadores nos presentamos a las elecciones sindicales del Área de Salud de Lanzarote y ganamos. Empezó ahí un cambio en el sindicalismo, aunque algunos no quieran admitirlo ni reconocerlo. La sociedad lanzaroteña empezó a tener conocimiento de las verdaderas deficiencias del sistema sanitario insular: una sola ambulancia medicalizada en una isla de más de 150.000 habitantes; una planta fantasma con camas sin abrir que llevaba años en obras; que para un infarto lo único que tenemos en nuestro hospital es un “desatasca tuberías” para las coronarias, ya que no disponemos de unidad de hemodinámica, etc… Y estos son unos pocos ejemplos. Por otro lado, exigimos a la administración más transparencia, comunicación con los trabajadores, mejores condiciones sanitarias para los usuarios…, siempre dando ejemplo sin una liberación total, puesto que no entendemos hacer sindicalismo simplemente desde los despachos, sino desde el conocimiento y experiencia de primera mano de los problemas laborales que también sufrimos como trabajador.
Desde entonces han pasado 5 años donde he conocido a mucha gente y he tenido experiencias buenas y malas. Donde he ganado enemigos, pero también muchísimos más amigos, y donde me siento orgulloso del trabajo realizado luchando por mejoras de mis compañeros sin miedo, dejando una huella, enfrentándome a la administración en numerosas ocasiones. Nunca me ha temblado el pulso en denunciar públicamente en mis declaraciones a los medios o redes todo aquello que perjudicase a los usuarios y trabajadores. Es el caso de esta pandemia, donde sufrimos la escasez de medidas de protección, sintiéndonos como mercenarios que mandabana la guerra sin chalecos, cascos, ni armas.
Llegó el momento de hacer un descanso, coger resuello para tomar fuerzas y dejar que compañeras tomen el relevo, las cuáles estoy seguro lo harán de maravilla siguiendo la filosofía de un gran sindicato y familia como lo es el CSIF.
Algunos de la administración empezarán a estar más tranquilos cuando se enteren de que dejo el sindicalismo. No obstante, siempre seré sindicalista porque lo llevo en mis venas, en mi genética, en mi forma de ser. Siempre denunciaré públicamente con total libertad de expresión todas aquellas injusticias que con dinero público afecten a mis compañeros y usuarios. Nunca bajaré la guardia. Un simple documento no me va impedir sentir el sindicalismo. Seguiré luchando desde mi persona como simple ciudadano y enfermero del sistema público, para lograr unas mejores condiciones sanitarias para nuestros usuarios, como son la unidad de radioterapia, la implantación de una vez por todas del servicio de hemodinámica, y en breve la entrega de más de 10.000 firmas recogidas para colocar en Lanzarote un helicóptero medicalizado con el que ganar tiempo y ganar vida. Mi gran sueño sería que Lanzarote, por derecho propio, contase con los servicios sanitarios públicos que merecemos. Algún dia se conseguirá, estoy seguro de ello.
A mis compañeros del Servicio Canario de la Salud quiero decirles que gracias. Gracias por su apoyo en todos estos años, sobre todo, en momentos difíciles como el inicio de la pandemia. Su cariño y reconocimiento, porque sin ustedes no hubiera podido resistir tantas batallas durante el camino. Tranquilos, volveré, algún día seguro que volveré con las mismas o incluso más fuerzas que al principio, además de mayor sabiduría y experiencia. Para los que he tenido que lidiar batallas en el otro bando de la administración quiero mandarles un último mensaje. Decirles que nunca he tenido nada personal, que siempre he sabido diferenciar lo sindical de lo personal, pero que mi sitio y mi rol era éste, el de defender a mis compañeros a toda costa. Que siento si en algún momento se han podido sentir ofendidos por ser transparente o defender injusticias, nunca fue mi intención atacar u ofender a nadie. En definitiva, ustedes también son compañeros, con la única diferencia que durante un período ocupan puestos de confianza y responsabilidad en el Área de Salud.
Para terminar, quiero mencionar una frase de Karl Marx que dice:
“Los trabajadores no tienen nada que perder, salvo sus cadenas. Tienen un mundo por ganar”.
¡¡GRACIAS!!