Los barcos en las calles del Arrecife

Los barcos, como no podía ser de otra manera, tienen una considerable presencia en los nombres de las calles de Arrecife. De las 600 calles que tiene la Ciudad, 49 llevan el nombre de algún barco, lo que viene a constatar para la ...

30 de julio de 2005 (01:27 CET)

Los barcos, como no podía ser de otra manera, tienen una considerable presencia en los nombres de las calles de Arrecife. De las 600 calles que tiene la Ciudad, 49 llevan el nombre de algún barco, lo que viene a constatar para la historia la tradición y procedencia marinera de la Ciudad, si bien puede que no se haga toda la justicia debida al carácter comerciante primero y pesquero después que fue haciendo crecer a Arrecife.

No tienen relación con Arrecife, lógicamente, los clásicos La Niña, La Pinta y la Santa María, que dan nombre a calles en Titerroy. Tampoco, los barcos militares Crucero de Baleares y Crucero Canarias (ambos con calles en Altavista) y puede que El Fausto, que da nombre a una calle en Argana Baja, y que en el libro del Ayuntamiento de Arrecife, Arrecife. Historia de sus calles, se apunta como probable que fuera un barco de El Hierro que se perdió en un viaje a América, si bien Félix Hormiga no descarta que pudiera ser un barco local.

Citados esos, que no tienen relación directa con Arrecife o Lanzarote, cinco calles llevan nombre de barcos dedicados al cabotaje y, unos más otros menos, al correo que son El Rápido (pailabote propiedad de Antonio Armas) con calle en Argana Baja, La Fermina (balandra propiedad de Fermina García) con calle en Titerroy, El Bartolo (pailabote propiedad de David Martín Rosa, que se dedicó a suministrar víveres y materiales a los faros para los torreros) con calle a su nombre en Titerroy, La Bella Lucía (paibalote propiedad de Rocar que llegó a realizar viajes a América y luego a excursiones turísticas entre Lanzarote y Fuerteventura. En la actualidad, tras ser adquirido por Juan Francisco Rosa, fue totalmente restaurado y se encuentra en la actualidad en El Varadero, en Puerto Naos, pendiente de algunos arreglos) con calle en Argana Baja y La Añaza (balandra cuyo nombre oficial era Santa Cruz de Tenerife, propiedad de Pablo García, hijo de Fermina García, que se perdió en un temporal dentro de la bahía de Arrecife) con calle en Valterra.

Luego, otras 38 calles llevan nombre de barcos que se dedicaron a la pesca. Catorce de ellas están en el Centro de Arrecife, otras once en Titerroy, entre ellas La Joaquina, y La Cristina que se mezclan con Altavista. En el barrio marinero de Valterra seis calles llevan nombre de barcos que se dedicaron a la pesca, en La Vega tenemos otras cinco y una en Altavista, El Clavel y otra en El Cable, La Adelita.

La primera calle de Arrecife en llevar nombre de barco, si no nos engaña el libro de Alejandro González, fue, en el centro de la Ciudad, la calle Esperanza (pailabote dedicado a la pesca artesanal que luego se ser transformado a motor se dedicó a la corvina, propiedad de Manuel Betancort). Lleva ese nombre desde 1902, siendo Alcalde Santiago Pineda Morales. Más tarde, desde 1931, El Duende (barco dedicado a la pesca artesanal) es el nombre de otra calle en el centro. Luego, siendo alcalde de Arrecife don Ginés de la Hoz Gil 36, 20 calles adquieren nombre de barcos desde al menos 1965 y otras 16 desde 1970. Más tarde, siendo alcalde Jaime Morales Texidor otras 5 calles obtuvieron nombres de barcos, en concreto La Añaza (Valterra), La Mercedes (Centro y Valterra), La Candelaria (La Vega), La Andoriña (Valterra) y La Catalina (La Vega).

Seguido, en época de Antonio Cabrera Barrera de alcalde, se acuerdan los nombres de calle El Naranjo en Titerroy, calle La Bella Lucía en Altavista y calle La Adelita en El Cable. Por último, bajo la alcaldía de José María Espino, dan honor a la tradición marinera de Arrecife, El Rápido y El Fausto en Argana Baja y El Clavel en Altavista.

Pues eso, que Arrecife siempre fue de mar, bueno, ahora menos. Como decía Fernando Gómez Aguilera, parece que le tengamos miedo al mar. Tendremos que solucionar eso porque por el mar crecimos, por el comercio primero, la sal y la pesca luego, hoy por el turismo, así que no podemos renunciar a disfrutar del mar, contemplarlo, bañarnos en él, hacer castillos de arena en la playa de El Reducto o en la del Castillo, regatear, ya sea en barquillos, chalanas o piraguas, o en jolateros en El Charco, pescar,..., ¡que recuerdos!

Lorenzo Lemaur Santana

(Documentalista: Cristina Marrero Morín, Licenciada en Filología Hispánica)

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