Hace pocas semanas, los medios de comunicación se hicieron eco de la candidatura de una empresaria que es la actual directora financiera del Grupo Chafiras, Victoria González, para presidir la Confederación Provincial de Empresarios de Santa Cruz de Tenerife (CEOE-Tenerife). Algunas de las preguntas que se realizaron a esta empresaria, con una trayectoria profesional intachable, trataron sobre el hecho de si ser mujer podría beneficiarla o perjudicarla en su candidatura, ya que si fuese elegida sería la primera mujer en presidir esta patronal.
Preguntas como estas me hacen reflexionar sobre si existe una igualdad real en nuestra sociedad y si el liderazgo femenino sigue siendo un tabú para la cultura occidental. Es innegable que la situación ha cambiado y el papel de la mujer no es el mismo que años atrás. Sin embargo, la igualdad, en el más estricto sentido de la palabra, se conseguirá cuando noticias sobre la ocupación de puestos de poder no sean relevantes por el mero hecho de ser desempeñados por mujeres, y cuando nadie cuestione nuestra validez y competencia para tomar decisiones.
En pleno siglo XXI, sigue siendo minoritaria la presencia de la mujer en altos cargos si la comparamos con la de los hombres, que suelen presidir el mayor porcentaje de puestos de responsabilidad en la política y la vida pública. Según ONU Mujeres, en solo 22 países hay jefas de Estado o de Gobierno, y 119 nunca han sido presididos por mujeres. Así, considera que, al ritmo actual, la igualdad de género en las más altas esferas de decisión no se logrará por otros 130 años.
Mi preocupación ante estos datos es evidente, pero no solo por la escasa representación de la mujer en puestos de liderazgo, sino a otros niveles de la esfera pública. Esta inquietud ha provocado que, desde la Adjuntía de Igualdad y Violencia de Género de la Diputación del Común, que dirijo desde el año 2018, hayamos investigado recientemente sobre el grado de cumplimiento del principio de representación equilibrada en la Administración Pública de Canarias. El resultado de este análisis no ha hecho más que confirmar que aún debemos seguir luchando por una representación igualitaria y justa en los organismos e instituciones públicas.
Mientras la figura de la mujer siga quedando excluida de los espacios de toma de decisiones, jamás podremos saber y visibilizar los beneficios que aporta el talento femenino a la gestión y dirección de empresas, organizaciones o gobiernos.
Mi compromiso está en apoyar a las futuras líderes y mujeres empoderadas que rompan con los estereotipos marcados, así como con la lucha por una representación equilibrada a todos los niveles. El objetivo es dar paso a un talento femenino que ha estado condenado al ostracismo durante todo este tiempo en el complicado camino hacia el liderazgo femenino.
Beatriz Barrera Vera,
Adjunta de Igualdad y Violencia de Género
de la Diputación del Común