En plena crisis económica, cuando Lanzarote necesitaría más que nunca que las instituciones y los representantes políticos estuvieran a la altura de las circunstancias para llevar el timón, la isla se está chocando de bruces con ...
En plena crisis económica, cuando Lanzarote necesitaría más que nunca que las instituciones y los representantes políticos estuvieran a la altura de las circunstancias para llevar el timón, la isla se está chocando de bruces con una realidad bien distinta. Una realidad que se arrastra desde hace años, pero que ahora resulta mucho más difícil de digerir.
Si en la última década se han pagado caras las consecuencias de la continua inestabilidad en las instituciones y de la falta de altura de la clase política, por no decir otras cosas, en el contexto actual resulta aún más sangrante. Y es que estamos recogiendo los amargos frutos de todos esos años desaprovechados, pero además sufrimos la falta de reacción actual.
Especialmente bochornosa resulta la situación que se está viviendo en los ayuntamientos de Arrecife y Teguise, ambos empantanados en una minoría de gobierno a consecuencia de las políticas aventureras de pactos que se emprendieron tras la Operación "Unión".
En La Villa, aún resulta difícil de entender qué quiso hacer exactamente Coalición Canaria, además de coger el bastón de mando. Y es que presentar una moción de censura junto al PSOE, para luego dejarle en la cuneta y buscar el apoyo, precisamente, del partido al que acababan de censurar, es demasiado surrealista hasta para Lanzarote, por más acostumbrada que esté a espectáculos políticos insólitos. Y ahora, no sólo CC, sino el municipio en su conjunto, está pagando las consecuencias de esa jugada que estuvo muy lejos de ser maestra, y que les ha dejado con un mini grupo de gobierno.
Y en Arrecife, la situación es aún peor, ya que no sólo ha quedado de relieve la debilidad del equipo de Cándido Reguera sino que, además, su única opción de recuperar la mayoría está en manos de dos personas detenidas e imputadas en la Operación "Jable". Y de estos concejales llevan más de dos meses pendientes el PIL, sus socios, el Ayuntamiento y todo Arrecife. Eso sí, cada lunes arranca con un anuncio del grupo de gobierno asegurando que de esta semana no pasa. Pero ni se cumple el anuncio, ni explican en qué sentido esperan que se resuelva, ni qué va a hacer que estas dos personas imputadas por cohecho cambien su actitud y entreguen el acta o vuelvan a aparecer por el Ayuntamiento.
El esperpento que se está viviendo en esta legislatura está superando incluso los capítulos más negros de la historia política de Lanzarote, que tuvo un momento "cumbre" cuando Dimas Martín se llegó a llevar el cargo de presidente del Cabildo a la cárcel de Tahíche, con el beneplácito de su partido y de quienes entonces eran sus socios. Pero aunque a mayor escala, lo que ocurre ahora es una muestra más de lo que ha venido sucediendo en los últimos años, en los que los políticos han tomado de rehenes a las instituciones, con el único objetivo de mantener el poder.
Y mientras se le reían las gracias al transfuguismo, a los continuos cambios de color de chaqueta política de algunos y a los pactos imposibles, en los que todos criticaban al PIL pero luego eran los primeros en llamar a su puerta en busca de alianzas, la isla se ha ido sumiendo en el abandono.
La parálisis que tanto denunciaba la oposición del pacto PSOE-PIL que inició esta legislatura, es un ejemplo de lo que se ha vivido en los tres últimos lustros, y desde luego está muy lejos de llegar a su fin.
Después de más de medio año de nuevo gobierno en Arrecife, y de más de ocho meses en el Cabildo, parece que las excusas y las disculpas para todo están en mirar al pasado, como si ellos hubieran llegado ayer. Y lo que es peor, ante las críticas, la respuesta más frecuente es que los socialistas hacían lo mismo, como si ahora resultara que han cambiado el gobierno para seguir haciendo lo mismo que tanto criticaban. Y es que los políticos, tanto unos como otros, olvidan que no tienen que responder al adversario, sino a la ciudadanía.
Y mientras continúen así, seguiremos viviendo situaciones tan esperpénticas como las del Islote de La Fermina, el Teatro Insular, la fábrica de hielo, la guardería de Arrecife, el centro cívico?
Infraestructuras terminadas hace años (tres en el caso de la guardería), pero que inexplicablemente siguen sin abrir sus puertas. Y la culpa, por supuesto, siempre la tiene el anterior. Nunca el que en ese momento tiene el poder, sea el que sea.
Las instituciones no son capaces ni de arreglar un bache, como el que hace una semana aparecía en La Voz de Lanzarote, y que lleva años en la carretera de la Guardia Civil de Costa Teguise, y las pocas obras que se hacen ni siquiera abren sus puertas, después de haber costado millones de euros. Y las explicaciones son tan poco claras y tan poco convincentes que, o hay motivos o problemas inconfesables, o realmente estamos ante una incompetencia crónica y generalizada de todos los que se acercan al poder en la isla. Y lo peor es que a veces estamos tan acostumbrados, que ni siquiera genera la suficiente indignación.