La legitimidad del nombre de Gran Canaria o el cuento de nunca acabar

Por Luis Pérez Aguado Le llegó el turno a la Televisión Canaria, la televisión que se creó para unir a los canarios y no para avivar el pleito insular. Como quien no quiere la cosa, ha colado un debate en el que, según una encuesta, el 70 % de ...

4 de mayo de 2009 (11:51 CET)
Por Luis Pérez Aguado
Le llegó el turno a la Televisión Canaria, la televisión que se creó para unir a los canariosy no para avivar el pleito insular. Como quien no quiere la cosa, ha colado un debate en el que, según unaencuesta, el 70 % de ...

Le llegó el turno a la Televisión Canaria, la televisión que se creó para unir a los canariosy no para avivar el pleito insular. Como quien no quiere la cosa, ha colado un debate en el que, según unaencuesta, el 70 % de los tinerfeños pedía que se quitara eladjetivo Gran de la isla redonda. Un granito más en la estrategia de ir creando conciencia paraanular el nombrede la isla.

No sé si esta absurdaherencia la dejaremos a las siguientesgeneraciones. Lo que si está claro es que la mediocridad no cejará en su empeño hasta conseguirlo.

Hace escasos meses los pensadores e ideólogos del gobierno canario suprimieron los perros del escudo autonómico en todos los documentos oficiales.Algo más atrás, un municipiode la isla de Tenerife pretendió,por decreto, negar el paso de Colón por la isla redonda. Un "Día" sí, y otro tambiénse viene exigiendo que desaparezca el adjetivo Grande la isla de Gran Canaria. En otra ocasión, en unos momentos en que un agrio debate estaba abierto y la sensibilidada flor de piel, fue un inoportunocalendario del mismo ejecutivo canario el que apareció con un histórico mapa del Archipiélago en el que no figuraba el Gran en la mencionada isla. Seguramente, no había otro mapa más adecuado en aquellos delicados momentos.

Hace muchos años que el aeropuerto de la isla de Gran Canaria recibe el nombre de la propia isla. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, en los vuelos de algunos aviones se sigue anunciado a sus pasajeros la llegada al Aeropuerto de Las Palmas, con lo que se induce a pensar a quienes la visitanque han llegado a una isla supuestamente llamada Las Palmas, cuando en realidad lo han hecho a Gran Canaria.

En cualquiera de las otras islas de nuestro Archipiélago -salvo en contadas excepciones- siempre hemos oído como se aplica erróneamente el nombre de Las Palmas al referirse a Gran Canaria, con lo cual se está consiguiendo sustituir la denominación correcta de la isla por otra que no le corresponde históricamente.

En este uso inexacto ?ya que Las Palmas es el nombre de la provincia, y no el de la isla? contribuyen de una manera escandalosa, cuando no interesada, los medios de comunicación social. Es bastante frecuente oír hablar de Las Palmas yTenerife, Cabildo de Las Palmas. Sur de Las Palmas. Llegó a Las Palmas? Y, lo curioso es que se ha ido generalizando de tal forma que ya resulta extraño oír el término correcto, e incluso, se miracon aire de desconcierto o desprecio mal disimulado cuando alguien pretende que se aplique con propiedad dicho nombre.

Es hora de que, alejados de sentimientos patrios erróneos y de falsos apasionamientos, corrijamos y evitemos que el nombre de Gran Canaria sea borrado o sustituido por otro que no le corresponde ni siquiera históricamente, ya que desde hace muchos siglos este es el nombre de la isla.

Juba, rey de la Mauritania Tingitana, educado en Roma, amigo de Octavio, envió a sus navegantes para explorar las costas de su imperio y conocer sus recursos naturales. Con la información recibida escribió una extensa obra. De esta relación perdida aprendió Plinio todo cuanto nos dice del Archipiélago en su Historia Naturalis, convirtiéndoseen documento de capital importancia para la historia del conocimiento de las islas. Allí aparece ya el nombre de Canaria y se cita a sus gigantescos perros o canes como origen de tal denominación. De ahí la raíz latina del vocablo, que luego se generalizó para dar nombre a todo el Archipiélago.

Mucho más tarde, cuentan las crónicas que en el siglo XV, Jean de Bethencourt, haciendo una entrada por Arguineguín intentó conquistar la isla sin conseguirlo. Quizás para justificar su inferioridad frente a la bravura de los aborígenes canarios y en reconocimiento a su valor y fortaleza en defensa de su tierra, le añadió el adjetivo de grande. Desde entonces, será conocida como la Gran Canaria, al principio conviviendo durante cierto tiempocon el topónimode Canaria, para, definitivamente, recibir su nominaciónactual -recogida en el Fuero Real de 1494- al ir siendo plasmada en todas las cartas de navegación, en todos los mapas, en todas las geografías y, en general, en todas las referencias que se hacen del Archipiélago Canario.

En el siglo XX, se divide administrativamente el Archipiélago y se confirma en 1927 con la creación de dos provincias: La de Las Palmas formada por las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura,y la de Santa Cruz de Tenerife, integrada por Tenerife, La Palma, El Hierro y La Gomera. De esta forma se pensó acabar con el capítulo largo y doloroso en las luchas por la capitalidad del Archipiélago.

Lo cierto es queel nombre de la isla de Gran Canaria, de la provincia de Las Palmas y de la capital de Las Palmas de Gran Canaria (aprobado este último en un pleno del Ayuntamiento siendo alcalde Diego Vega Sarmiento yratificado, posteriormente, por el Ministerio de la Gobernación para evitar las continuas equivocaciones que se venían dando con la isla de La Palma y Palma de Mallorca)responden a una legitimidad histórica y como tal deben ser aplicados.

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