La película musical La la land recreaba un panorama en el que los jóvenes protagonistas intentaban triunfar en el mundo de las artes escénicas de Hollywood o, si no lo lograban, sus expectativas laborales se veían reducidas a trabajos esporádicos en hostelería, por lo que sentían la amenaza permanente de tener que abandonar la ciudad.
En nuestro particular la la land lanzaroteño, podríamos hacer la misma analogía respecto al sector turístico. El turismo era hasta hace poco uno de los poquísimos ámbitos en los que los jóvenes lanzaroteños podían formarse íntegramente dentro de la isla con aspiraciones legítimas de desarrollo profesional.
El resto del panorama empresarial insular no ha invitado al entusiasmo para la obtención de empleos de alto valor añadido, debido a su tipología mayoritaria de pequeñas empresas eminentemente familiares, en las que los órganos de dirección suelen conformarse con miembros de la familia.
La estructura empresarial local no ha redundado en las últimas décadas en la generación suficiente de trabajos para la población local, por lo que tenemos que sufrir una tasa de desempleo insular del 24,38% (Datos de Lanzarote 3T 2021). Los datos de desempleo juvenil en Canarias alcanzan un escalofriante 51,2% (EPA 3T 2021 20-24 años). Las cifras insulares de desempleo al inicio de 2022 parecen más esperanzadoras.
La buena noticia es que los años de la pandemia han consolidado diversas tendencias que favorecen que esto pueda cambiar.
En primer lugar, la creciente digitalización ha multiplicado las alternativas de formación al alcance de los jóvenes y de los no tan jóvenes. Ahora puedes aprender de cualquier materia u oficio a través de universidades a distancia, webs especializadas de formación e incluso a través de youtube. En líneas generales, a día de hoy el que no aprende es porque no quiere, un panorama muy distinto al aislamiento formativo que padecían quienes no podían costearse unos estudios fuera de la isla.
Paralelamente, la sociedad cambia a tal ritmo que ya no es válido el modelo en el que uno estudiaba una carrera y adquiría una profesión de manera inmutable. En la actualidad, es necesario adaptarse a los cambios y reciclarse periódicamente de cara a reunir las habilidades necesarias para mantenerse competitivo en el mercado de trabajo.
Otra consecuencia favorable de la aceleración digital es la posibilidad de desarrollar proyectos de componente digital desde la isla. Lo que hasta hace pocos años podía parecer una quimera es a día de hoy una realidad perfectamente plausible. Para favorecer el nacimiento de este tipo de iniciativas, los emprendedores requerirán de apoyo en formación, transferencia de conocimiento y financiación.
También los jóvenes residentes pueden explotar las posibilidades del teletrabajo, optando a múltiples empleos disponibles en remoto en todo el mundo, principalmente en los ámbitos de la tecnología y servicios.
El reciente impulso y dignificación de la FP es la última palanca necesaria para lograr un entorno favorable de empleabilidad para los jóvenes, con oportunidades en múltiples oficios tradicionales y en nuevos sectores emergentes como el de las energías renovables. Según la oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. hay muchas profesiones que no requieren estudios superiores y que tendrán una alta empleabilidad en los próximos 10 años.
La primera condición necesaria, pero no suficiente, es el acceso a una educación de calidad y especializada. La siguiente es que los jóvenes tengan la confianza y la actitud para establecer metas personales y proyectos profesionales ambiciosos, en un entorno económico favorecedor para ello.
Como decía la madre Montserrat del Pozo, conocida como Sor Innovación, “hay que inculcarles la seguridad de que ellos pueden cambiar el mundo”, cada uno en su pequeña escala. Establecer ese entorno favorable y motivador es la obligación de todos.