La importancia de llamarse Spínola

Aquí no se trata de si Lanzarote necesita o no más centros comerciales. Cuando Felapyme decide salir a la luz pública para denunciar las irregularidades que rodean a la construcción de la gran superficie de Eduardo Spínola, ...

20 de julio de 2007 (06:37 CET)

Aquí no se trata de si Lanzarote necesita o no más centros comerciales. Cuando Felapyme decide salir a la luz pública para denunciar las irregularidades que rodean a la construcción de la gran superficie de Eduardo Spínola, ...

Aquí no se trata de si Lanzarote necesita o no más centros comerciales. Cuando Felapyme decide salir a la luz pública para denunciar las irregularidades que rodean a la construcción de la gran superficie de Eduardo Spínola, obviamente entre sus objetivos está el de proteger a los empresarios a los que representa, pero el problema de fondo va mucho más allá de eso. La verdadera clave está en que si las leyes existen, deben existir para todos.

Porque lo que no es de recibo es que, por ejemplo, grandes cadenas que de verdad podrían haber traído mejores precios y productos a Lanzarote sigan encontrando mil obstáculos para implantarse aquí, mientras que por la puerta de atrás se va construyendo el segundo gran centro comercial de la isla, y otra vez en las mismas manos, las de Eduardo Spínola.

Y todo ello, con una licencia concedida hace dos décadas para construir un almacén y un aparcamiento, y que está a años luz de lo que realmente se ha construido. Y es que el "almacén" tiene 11.000 metros cuadrados y 24 locales comerciales, aunque carezca de las pertinentes licencias del Gobierno de Canarias, del propio Ayuntamiento de Arrecife, que denegó el último permiso porque el proyecto ejecutado no se ajustaba al que se autorizó inicialmente, y tampoco el del Cabildo de Lanzarote, que tendría mucho que decir en esto dado que se trata de una infraestructura que influiría en toda la isla.

De hecho, cosas tan básicas como un estudio del impacto que causaría en el tráfico una instalación de este tipo en Argana, considerando el hecho especialmente grave de que se encuentra situada junto al Hospital General, no han llegado a realizarse. ¿Por qué? Porque en teoría no se iba a hacer un gran centro comercial, sino un almacén.

Sin embargo, desde hace meses iba siendo evidente que esa nave estaba muy lejos de ser un simple almacén. Pistas no han ido faltando: la propia envergadura de la nave, las escaleras mecánicas que empezaron a adivinarse conforme avanzaba la construcción? y ya por último y desde hace semanas, los enormes carteles que dan la bienvenida a "Argana Centro". Demasiados signos como para que las instituciones implicadas no hayan tomado aún cartas en el asunto o hayan definido su postura.

Por eso, Felapyme ha decidido saltar a la arena para denunciar esta situación, ante el temor extendido de que finalmente aparezcan permisos o autorizaciones de última hora que permitan regularizar una nave rodeada de polémica. Y eso es justo lo que no puede consentirse, porque Lanzarote no puede seguir planificándose a golpe de hechos consumados. Lo que está mal para un hotel o un complejo de apartamentos, que muchas veces han proliferado con licencias que están siendo declaradas después ilegales por la Justicia, también está mal para un centro comercial. Y cuanto más se tarda en poner freno a la situación, más difícil es resolverla.

Por eso, esa filosofía que parecen conocer tan bien algunos promotores, que en muchos casos han contado con la complicidad de ayuntamientos como el de Yaiza, tiene que terminar en algún momento, y ahora el grupo de gobierno de Arrecife tiene la oportunidad de hacerlo. Porque mientras se siga fomentando la idea de que hay quien puede levantar hoteles, casas, grandes superficies o imperios sin seguir los cauces que son obligados para el resto de los mortales, la isla seguirá sin avanzar.

Si se necesita un centro comercial, no es un empresario el que debe decidir dónde, cómo, cuándo y en manos de quién, por más que se llame Eduardo Spínola. De hecho, por llamarse Eduardo Spínola y ser presidente de la Cámara de Comercio de Lanzarote, debería ser aún más escrupuloso en el cumplimiento de las normas y de la legalidad.

Y no se trata de hacer cruzadas contra las grandes superficies, como la que él mismo emprendió cuando era otro el que intentaba levantar una en Valterra, sino simplemente de transmitir por fin el mensaje de que las normas son iguales para todos. Y si un vecino no puede levantar un muro en su vivienda ni se puede construir un chalet donde se había dicho que se iba a hacer una caseta de perro, tampoco se puede transformar por arte de magia un almacén en el segundo mayor centro comercial de la isla.

Desde luego muchos consumidores lanzaroteños querrán ver ampliada la oferta de comercios y grandes superficies, pero si lo que se va a ganar es otro Deiland u otro Centro Comercial Atlántida, los dos propiedad de Spínola, además de un grave riesgo de colapsar el tráfico en la zona del Hospital General, donde deben acceder ambulancias a diario, y todo ello entre penumbras y sin que ni el Ayuntamiento ni el empresario en cuestión hayan podido salir a explicar con qué autorizaciones se ha permitido construir semejante obra, lo cierto es que con esto no gana en absoluto la sociedad, sino una persona, o un grupo empresarial.

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