Juan Francisco, 18 años
Papá, estoy pensando en estudiar Medicina, tengo dudas, pues me han dicho amigos que es difícil. No sé qué hacer, si estudiar Medicina o decidirme por otros estudios.
Juan, tus amigos tienen razón. La carrera de Medicina es muy exigente, de mucho estudio, y nunca se acaba de dejar de estudiar. Son seis años de formación, y, luego, si quieres especializarte, serían cuatro o cinco años más. Es un trabajo muy sacrificado y que requiere mucho esfuerzo y vocación. Piénsatelo bien. Yo te apoyaré en cualquier decisión que tomes.
Luisa, 19 años.
Papi, me gustaría estudiar Ingeniería. Me gustan las matemáticas y la informática, y luego tiene la ventaja de que hay muchos tipos de ingenierías diferentes, pero aun así no lo tengo claro. Tu opinión me sería útil para ver que podría hacer el año que viene.
Luisa, a pesar de que hay muchas ingenierías diferentes, sus conocimientos son compatibles entre ellas por lo que el abanico de posibilidades es muy amplio. Son carreras muy técnicas y complicadas, pero con muchas salidas. Tengo plena confianza en tus capacidades para que en el futuro seas ingeniera.
Baldomero, 26 años.
Padre. Quiero ser político. ¿Qué hago?
Baldomero, lo que quiero es que hagas algo. Estudia o trabaja, pero haz algo, que ya tienes edad para no seguir viviendo en casa de tus padres. Los pocos políticos que conozco tienen estudios primarios, unos pocos han estudiado estudios superiores, pero no han ejercido nunca, y, los menos, han ejercido unos pocos años; todos ellos se dedican a la política desde hace muchos años. Haz lo que quieras.
Estas conversaciones paternofiliales de este relato no se alejan mucho de nuestra realidad. Hoy en día, más que en épocas anteriores, nuestros políticos, una mayoría de ellos, tienen una formación deficiente. No han estudiado lo suficiente, no se han preocupado para formarse, instruirse, adquirir las herramientas necesarias para cumplir con eficacia el difícil Arte y Ciencia de la Política. No es entendible que, para ejercer, volvamos al principio del relato, la Medicina, o la Ingeniería, se exija muchos años de estudio, y al político para ejercer este trabajo no se le requiera un mínimo de aptitudes que hayan sido demostradas por un seguimiento y valoradas en algún centro de enseñanza. Nadie se ha graduado como POLITICO.
Sin embargo, la Ciencia de la Política existe. Está comprendida en unos estudios denominados CIENCIAS POLITICAS. Es una licenciatura de 4 años. Hay Facultades de Ciencias Políticas en Madrid, Barcelona, Granada, Murcia, Santiago, y en muchas otras ciudades. Es una formación multidisciplinaria que incluye conocimientos sobre diferentes temas como economía, sociología, historia y derecho, entre otras. Como toda Ciencia se prepara al alumno, basado en evidencias científicas, todo lo relacionado con este menester, para que su labor en el futuro, de una gran responsabilidad, sea útil para la sociedad en la que vivimos, pues de la buena o mala ejecución de su trabajo, dependerá el devenir de muchas familias, de multitud de personas. No conozco, por lo menos en nuestra Isla, ningún político que haya finalizado los estudios de Ciencias Políticas.
Pero la realidad de nuestros políticos es muy diferente de lo que debiera ser. Siempre estamos con la misma cantinela. Lo que nos ha tocado vivir, y lo que, por derecho, deberíamos vivir. Nuestra vida, que es facilitada o, como es lo más común, dificultada por nuestra clase política.
La biografía del político. Basta que curioseemos en la biografía de nuestros políticos, no solo de nuestra Isla, sino del Archipiélago entero, de España entera, de muchos países, enteros, para que nos demos cuenta de que sus estudios y trayectorias profesionales han sido en una mayoría de los casos muy pobres o inexistentes. En esto tenemos una ventaja para que nuestra curiosidad quede saciada, pues hay una ley en nuestro país, que nos lo facilita. Concretamente la “Ley C9/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno”. Esta Ley señala, entre sus muchos artículos, lo siguiente: “El currículum vítae de los altos cargos se publicará, tras su nombramiento, en el portal web del órgano, organismo o entidad en el que preste sus servicios. En la valoración de la formación se tendrán en cuenta los conocimientos académicos adquiridos y en la valoración de la experiencia se prestará especial atención a la naturaleza, complejidad y nivel de responsabilidad de los puestos desempeñados, que guarden relación con el contenido y funciones del puesto para el que se le nombra”.
Es decir, en Internet, facilitado por esta Ley, tecleamos el nombre y apellidos de cualquier político que se les ocurra, y añadimos currículum o biografía y, se los puedo asegurar, no van a salir de su asombro. A mí la perplejidad me duró toda una hora. Esto es bien conocido en nuestra Isla, donde todo el mundo se conoce, para bien o para mal, y, la picaresca de los conejeros, ha hecho que un político tenga el mote, por su biografía, como “El cantinero “, y a otro político, por su biografía también, el mote de “El carnicero”. Nuestro panorama político empieza a parecerse cada vez más a un mercado. Esta picaresca de nuestra gente es algo anecdótico y no tiene ninguna importancia, pero tiene su gracia, y, también refleja el sentir de la población sobre el asunto que nos ocupa. Los conejeros, y los canarios en general, siempre hemos tenido un sentido del humor extraordinario. Tenemos que decir que cualquier oficio o profesión que se ejecute con honestidad y profesionalidad siempre será respetable y honorable. Pero ahí quedan todos estos políticos de los cuales dudamos mucho si de verdad deberían estar ocupando los puestos que ocupan. No. No nos merecemos estos políticos·