Que el Gobierno del Estado no reconozca el hecho singular de Canarias no debería ser, en ningún caso, una sorpresa para quienes habitamos estas ocho islas. Pero que estemos -a nuestro pesar- acostumbrados a que, sistemáticamente, se pase por alto esa realidad no quiere decir que debamos rendirnos a la evidencia, ni dejar de luchar por lo que es justo. Justicia e igualdad. Dos conceptos que, usados inadecuadamente, pueden perder fuerza pero que, dichos por un canario, cobran todo el sentido. Porque no se trata, simplemente, de pedir, como a veces se quiere hacer ver de manera interesada. Se trata de recordar, una y otra vez, las que haga falta, que Canarias es la frontera sur de Europa, el territorio más alejado del Estado español. Un lugar donde vivimos dos millones de almas a las que, por el simple hecho de nacer y vivir aquí, todo nos ha costado el doble que a nuestros conciudadanos.
Con esta realidad incontestable por delante, los diputados y diputadas nacionalistas de Canarias hemos acudido, legislatura tras legislatura, durante tres décadas, al Congreso de los Diputados, con el deber ineludible y la convicción firme de hacer ver a sus señorías por qué es necesario que estemos allí.
Los nacionalistas canarios, en los últimos 30 años, hemos tenido que pelear en el Congreso cada partida presupuestaria, cada convenio, cada reforma del Régimen Económico Fiscal. Mientras, el resto de diputados del archipiélago, se ha comportado de un modo u otro según estuviera su partido gobernando o en la oposición. Frente al resto de representantes canarios de otros partidos, nuestra posición es inamovible, gobierne quien gobierne, como demuestran las hemerotecas y, sobre todo, como demuestra la realidad.
Los nacionalistas canarios estamos satisfechos de que con este nuevo Gobierno de Canarias se haya avanzado en el reglamento de los aspectos fiscales del REF y en la aprobación próxima de los aspectos económicos. Pero no vamos a permitir que se convierta en papel mojado. Eso es ser un diputado canario en Madrid.
Ser un diputado de Canarias no es ir a Madrid a levantar la mano en silencio. No es ser cómplice del maltrato a las islas. Ser un diputado de Canarias en Madrid es decir, alto y claro, que hay una tierra europea que está a dos mil kilómetros y de la que el Gobierno de turno se olvida un día tras otro.
Ser un diputado canario en Madrid es recordar, las veces que haga falta, que en nuestras islas no hay trenes y que las vías férreas son las carreteras, que es por donde circula el transporte público. Y es denunciar que, mientras en la Península se han gastado miles de millones en construir la mejor red de alta velocidad de Europa, en Canarias han desmantelado las inversiones en carreteras, porque, a pesar de las necesidades detectadas por la ministra de Fomento, lo que se pretende invertir solo cubre una parte del déficit acumulado, lo que nos impide culminar las obras ya empezadas y crear empleo.
Ser diputado canario en Madrid es denunciar que se han abandonado las inversiones en infraestructuras turísticas, se ha eliminado el convenio de Costas, se ha dejado una partida insignificante en el convenio de Obras Hidráulicas. Y que las políticas aeroportuarias están en función de los intereses de los aeropuertos continentales, a pesar del superávit de los insulares.
Es insistir en la necesidad de que se tenga en cuenta a nuestro sector agrario y de que se colabore, de una vez por todas, con las partidas del POSEI.
El propio secretario general del Partido Popular en Canarias se ha rendido a la evidencia y ha declarado que los Presupuestos Generales del Estado, a los que hemos presentado una enmienda a la totalidad que ha sido rechazada, no son los presupuestos que necesitamos los canarios. Ahora, nos queda esperar que, en el trámite de enmiendas parciales, el PP cumpla el Régimen Económico y Fiscal, cumpla los convenios de inversiones y dote el Plan Integral de Empleo de Canarias.
Justicia e igualdad para Canarias. Ni más, ni menos que lo que nos corresponde.
Ana María Oramas, Diputada de Coalición Canaria-Nueva Canarias