por MARTINO
No hay truco ni trato. No tiene sentido. Es del día de los santos, los menos santos y los difuntos. En varias ocasiones he afirmado sin pudor que de este país tan cachondo no merece la pena marcharse. Un país que tiene un gran banquero de apellido BOTÍN, como ven tan poco procedente, un árbitro de fútbol de apellido FALLIDO, y un buen e inmaculado papel de marca GUARRO, eso retiene mucho.
Ahora me retracto. Rectifico. Estoy dispuesto a irme del país cagando leches, bueno en espera de que Cataluña sea nación para exiliarme allí y ponerme ciego de paté TARRADELLAS y de pan tumaca. Mi dominio del idioma no da para aventurarme más lejos. Se lo digo como lo siento, uno ha sobrevivido a muchas gilipolleces, pero el tema de HALLOWEEN me supera.
He consultado con expertos en antropología y sociología, incluso pregunté a una vecina con la que no me hablo que viaja mucho, el caso es que no me han sabido responder a la causa de que los españoles tengamos esa ancestral manía por copiar a los norteamericanos, vamos de americanizarnos que da sentimiento.
Una noche de parcharanes, café y reflexión, me vino la respuesta en forma de pregunta, valga la paradoja: ¿Y si los americanos nos echaron una pócima agilipollante en aquella leche en polvo y en aquel queso amarillo que nos daban en el colegio, años cincuenta y sesenta, en virtud del PLAN MARSHALL? Ahí queda el interrogante para que lo resuelvan, si pueden, los del CSI. No coño, perdón, que esos también son americanos y no van a ser objetivos.
¿Por qué la celebración de HALLOWEEN se ha metido de rondón en nuestras vidas de un tiempo a esta parte si tenemos a un presidente de gobierno que no se lleva con BUSH? No le vamos a echar al culpa a AZNAR ni al CORTE INGLÉS, como siempre, pero no creo que los norteamericanos, esos tíos desgarbados e infantilones que pueden comprar antes una pistola que un peine, vayan a adoptar nunca nuestras costumbres.
No veo, de verdad que no veo a los neoyorquinos haciendo truchas de batata por Navidad ni entonando el "Pero mira como bailan los peces en el río..." No imagino ni por un momento a los ciudadanos de Chicago arrojando cabras desde el campanario de una iglesia ni haciendo queimadas, hasta ese punto no llega la influencias de HEMINGWAY, creo.
Ya que somos tan proclives a tomar como nuestras las costumbres ajenas, síntoma de apertura, hagamos huelgas a la japonesa trabajando el doble, tengamos flema inglesa en lugar de calentarnos en el primer atasco de tráfico, que nuestros niños y jóvenes jueguen al fútbol como los brasileños o dominen las matemáticas como los chinos, bebamos como los cosacos. No eso no, que va contra la salud e hígado sólo hay uno.
Lo digo como lo siento, odio el HALLOWEEN, no soporto que un moscoso, que además se llama PEPITO GARCÍA, por ejemplo, en lugar de LEWIS WALLACE, llame a mi puerta con una mierda de careta del CARREFUR, por ahí no paso. Lo cual no quiere decir que, en la noche de difuntos, no vacíe una calabaza y le coloque una vela encendida para mi nieta. Eso ya lo hacíamos en los años cincuenta, incluso antes de mamar aquella leche en polvo americana o de que los americanos de arriba nos la dieran con queso.