Ayer por la tarde, sobre las 4, paseando por la avenida de Las Cucharas, se pudo advertir en unas vallas que nos indican con una letra pequeña la “poca idoneidad” de bañarse en las aguas de esta concurrida playa. Nos parece, como poco, un atentado no solo a la naturaleza misma de este entorno, sino de todos los que van allí a disfrutarla, que se hayan vertido, otra vez, aguas fecales.
Pero más allá de esto, nos parece que se comete un crimen contra la salud pública cuando sabiéndose a ciencia cierta que la bacteria Entereococos (microorganismos anaerobios facultativos grampositivos que causan diversas infecciones, entre ellas endocarditis, infecciones urinarias e intraabdominales, prostatitis, etc.) campa a sus anchas por las aguas de esta transitada playa, no se cierre a los bañistas para no causar alarma.
A dicha hora se pudieron observar múltiples bañistas en el agua; familias con sus hijos disfrutando alegremente de lo que creen un agua y un entorno seguro, pero lo cierto es que se estaban bañando en un caldo de cultivo que bien puede terminar en llevarse como recuerdo de sus vacaciones una infección bacteriologica.
Cuando hemos llamado al concejal del área de playa del Ayuntamiento de Costa Teguise, Don Eño Robaina, no sin cierta sorna nos ha hecho saber que está todo controlado y que lo único que había que hacer era advertir de la posible peligrosidad, pero en ningún caso cerrar la playa, y que los socorristas estaban advertidos de lo que estaba ocurriendo. Tristemente, y empujados por el olor, dudamos sobre la veracidad de sus palabras y nos acercamos a los socorristas, quienes aseguraron que, efectivamente, había un vertido y que las aguas no eran visitables. Es decir, que no nos podíamos bañar , y es por ello que se ha enarbolado la bandera roja, no por las corrientes, sino por la prohibición de bañarnos.
Claro que nadie les había advertido a los bañistas que dicha prohibición tenía que ver con el estado de infección en el que la mar se encuentra actualmente.