Crónica del plagio en el sector cultural de Lanzarote

24 de junio de 2022 (09:56 CET)

No estoy acostumbrado a esto, pero creo que es tan necesario como sano. Son demasiadas las opiniones recibidas, los puntos de vistas aportados, los “consejos” y los mensajes de ánimo en apenas 24 horas tras comunicar el plagio de varios de mis proyectos artísticos originales en mis redes sociales. Y ahora lo primero que quiero aclarar es que:

A pesar de que esos proyectos sean míos, siempre está la posibilidad de que no haya sido yo el único que haya tenido esa idea. “A cualquiera se le habría podido ocurrir algo similar”. De todas formas, aprovecho para aclarar que: el enfoque que se les ha dado a éstos y la forma en los que se han ejecutado, no son los que yo planteé. Y eso me da pena. No era difícil hacerlos bien, estaba escrito el cómo realizarlo. Aclaro esto, porque sigo luchando día a día por la valorización del arte en Canarias, el apoyo al talento emergente y apostar por lo local. Un discurso que lucharé todo lo que pueda y con el que firmo cada uno de los proyectos que realizo. Una forma de trabajar que no es lo que se está llevando a cabo, por desgracia, de forma general.

Segundo: sí vale la pena. Preguntaba por mis redes sociales, donde todo este revuelo inició, y me ha sorprendido la cantidad de mensajes que he recibido dudando si hay que seguir luchando  por un sistema tan infectado. “¿Por qué no te vas fuera”, es una de las preguntas más repetidas en las conversaciones por las mismas RRSS o incluso con compañeros entre cafés o cervezas. Sí vale la pena. En menos de un año en Lanzarote he podido trabajar y dar oportunidad a más de 200 artistas diferentes, increíbles y talentosos. Entre ellos, muchos han conseguido poder dedicarse plenamente a su carrera artística y otros siguen trabajando conmigo a día de hoy. Saber que algo del conocimiento compartido ha servido para crecer y mejorar, para mí es el mayor indicador de que efectivamente: sí vale la pena. Y como me dijo una buena amiga: “si no, ¿qué nos quedaría?”

Tercero: estamos solos. Mucha gente demuestra mucha empatía por según qué temática, pero las realidades de cada uno de nosotros son tan específicas que mostrar un entendimiento absoluto me parece demasiado injusto, no existe esa posibilidad. Porque si además, a esto le sumamos las peculiaridades de la vida del artista… Pero no me quiero centrar en eso, esto va mucho más allá de uno mismo. A raíz de esta anécdota con la que empecé mi discurso, ha sido abrumador la cantidad de mensajes de “lleva x años pasándome lo mismo” que sigo pensando que contestar a estas personas. Por ahora espero que este artículo sirva de respuesta. 

También hubo otros mensajes a modo de “recomendación” sobre borrar ese tipo de exposición o denuncia pública. Ante eso solo puedo decir: "Yo no he cometido ningún delito, señoría"

Cuarto: el arte y la industria del arte son órganos muy complejos y enrevesados, eso es una realidad. Y ojalá tuviera la solución para un sistema perfecto o, simplemente, mejor. Soy muy consciente de que será un cambio lento, la industria depende de muchas variantes. No obstante, en muy poco tiempo me he encontrado con muchísimos agentes muy cualificados en diferentes campos que no entiendo por qué no participan en este tipo de decisiones. 

Hablaba con un amigo, por ejemplo, sobre lo importante que sería discutir sobre las “buenas prácticas” en los organismos culturales insulares, o sobre la denuncia pública de estas injusticias/abusos. He hablado de infinidad de buenísimas ideas que animo a que se lleven a cabo y que se participe en ellas. El discurso está claro, lo que falta es la unión real, exigir que se hable menos y que se empiece a escuchar de verdad.

Quinto: igual que existen diferentes filosofías sobre el consumo de comida “real” así como veganismo o vegetarianismo que están tan en auge, o las filosofías sobre el capitalismo o el minimalismo, el fast-fashion / slow-fashion, etc, y, aprovechando que estamos en un momento de toma de consciencia (o eso me atrevo a pensar), propongo algo: 

Informémonos sobre qué apoyamos, que ideas promueven estos proyectos, quienes están detrás o lo que es lo mismo: qué principios hay detrás. No sé cómo llamar a este término, o si ya existe, pero yo hablaría de algo así como “el consumo artístico responsable”. Lo que sí sé, es que estamos viviendo un momento, considero, de exceso debido a todas las necesidades pasadas durante las cuarentenas y el COVID, y propongo poner atención, porque creo que no todo es válido. No me valen todos los slogans.

Lo siento, pero una cena de hotel, amenizada con “música en directo” no es apoyar el arte, ni mucho menos la cultura, ni a Lanzarote.

Lo siento, pero quedarnos callados ante los abusos no es apoyar el arte, ni la cultura ni a Lanzarote.

Lo siento pero hablar mal de otros artistas por qué venden más o cobran mejor el mismo trabajo no es apoyar el arte, ni la cultura ni a Lanzarote. 

Lo siento pero quejarse por la falta de apoyo al sector y no ir a los eventos de tus compañeros artistas no es apoyar el arte, ni la cultura ni a Lanzarote. 

Lo siento pero pedir una entrada gratis para acudir a cualquier evento artístico no es apoyar el arte, ni la cultura ni a Lanzarote.

Y lo siento mucho pero, decidir trabajar solos, bajo el único objetivo de ganar dinero, obviar el panorama social, político y económico de nuestra isla, de nuestro entorno y del mundo NO es apoyar el arte, la cultura ni a Lanzarote.

Pongamos luces largas, ¿hacia dónde queremos ir?

El cambio empieza en nosotros. Somos los que generamos, somos los que consumimos, somos los que votamos.

Ubay T. Alemán Benítez | @soyubay 

LO MAS LEÍDO