El año pasado hubo manifestaciones contra el turismo de masas en numerosos destinos turísticos del mundo, desde Ámsterdam hasta Canarias, pasando por Mallorca y muchos otros puntos del globo.
El efecto rebote tras la pandemia de covid 19, ha hecho crecer los números turísticos más de lo que nunca antes en la historia reciente y la población local de los lugares más visitados del mundo se pregunta cuál es el beneficio de seguir creciendo en términos cuantitativos.
El malestar de la población residente ha provocado cambios legislativos en numerosos puntos del globo pero las medidas tardan en dar resultados y siguen existiendo intereses económicos contrapuestos.
Una isla preocupada
Lanzarote es un caso paradigmático. Después de casi dos años de colapso económico a causa de la pandemia, el crecimiento del turismo internacional una vez cesaron los límites a la movilidad hace peligrar la sostenibilidad de la isla.
El año pasado, Lanzarote recibió 3,4 millones de turistas, 300.000 más que el año anterior y más que nunca antes en su historia.
Con ello, la capacidad de carga de las infraestructuras y servicios públicos isleños, así como la preservación de los espacios naturales de Lanzarote se han visto fuertemente tensionadas.
Lanzarote es la isla más preocupada de Canarias por el impacto ambiental del turismo, siete de cada diez conejeros opinan que el volumen de turismo actual causa daños irreparables a los ecosistemas.
Y no solo el medio ambiente. El 63,9% de los lanzaroteños piensa que el turismo colapsa los servicios sanitarios, y el 79,4% opina que el turismo hace que los precios de la vivienda suban.
Medidas de contención en el mundo, España y Lanzarote
Entre las medidas promovidas a nivel internacional, la ciudad de Ámsterdam decidió el año pasado que sólo pueda abrir un hotel cuando otro cierra gracias a una iniciativa popular de 30.000 residentes.
Mientras, en Copenhague lanzaron un plan para regalar entradas a museos, paseos en kayak o helados a los turistas más “sostenibles”.
Entretanto, Madeira ha comenzado a cobrar desde enero por hacer rutas de senderismo y Venecia acaba de duplicar el precio de su entrada hasta los 10 euros.
Sin abandonar Italia, el gobierno de la ciudad de Roma plantea cobrar por entrar a la Fontana de Trevi y en Pompeya ya se ha implantado la limitación de 20.000 personas al día.
También en España ha habido numerosos cambios legislativos sobre todo en lo que se refiere a limitar los pisos turísticos, viviendas vacacionales por estos lares, pero también con barreras a la construcción de más hoteles. Por ejemplo, la comunidad valenciana promulgó una ley para que no puedan construirse a menos de 200 metros de la costa.
Lanzarote también está tomando cartas en el asunto. La Sociedad para la Promoción Exterior de la isla (SPEL) está a punto de contratar una campaña de comunicación por valor de un millón de euros para concienciar al turista de la fragilidad de la isla.
El Cabildo también ha contratado informadores para advertir a los visitantes sobre los "valores, vulnerabilidad y peculiaridades" de los parajes naturales de Lanzarote.
Intereses contrapuestos, o no tanto
No obstante, 2024 siguió dando titulares como: Las aerolíneas programan 400.000 plazas más para Lanzarote este invierno respecto al año pasado o Máximo histórico en el puerto de Arrecife: 500.000 cruceristas entre enero y noviembre.
Hay numerosos intereses económicos contrapuestos, aunque los empresarios del sector turístico son cada vez más conscientes de que hay que proteger los destinos de la masificación para seguir obteniendo beneficios.
El grupo que reúne a las principales empresas del turismo en España, Exceltur lanzó en 2024 un manifiesto por un "turismo socialmente responsable".
Destacados hoteleros como Antonio Catalán también han señalado que Lanzarote debe ser preservada del exceso de oferta. Una conclusión compartida por los principales ponentes de la última edición del Foro Global Sur de Lanzarote.
El dilema de la tasa turística
Introducir una tasa turística con la que cubrir el desgaste de infraestructuras y servicios públicos que causa el turismo es una de las medidas más planteadas en todo el mundo. Numerosas ciudades europeas cobran, a través de los alojamientos turísticos, una tasa diaria a los visitantes para compensar su impacto.
Fuera de Europa, las tasas turísticas también se expanden y aumentan su precio. En Nueva Zelanda ya alcanza los 55 euros y en Galápagos se acaba de doblar hasta los 200 dólares.
Aunque en realidad no hay que irse tan lejos. Comunidades autónomas como Baleares la han implantado. Pero, ¿en qué se gasta lo recaudado?
Francina Armengol, expresidenta balear, explicó durante una visita a Lanzarote que el dinero recaudado con la tasa turística de Baleares se usa para depurar agua, restaurar el patrimonio histórico, mantener los parques naturales y proteger el mar. Con el tiempo, la tasa turística balear también se ha usado para construir vivienda de protección oficial y para sufragar becas predoctorales y posdoctorales.
En lugar de una tasa turística, el Gobierno de Canarias prefiere que los turistas paguen por visitar lugares concretos, aunque esa estrategia está más que superada en Lanzarote, que lleva décadas cobrando por entrar en los Centros de Arte, Cultura y Turismo. Precisamente los CACTs consiguieron reducir la afluencia de turistas un 15% gracias a la subida de precios que se introdujo el año pasado.
¿Funcionan las medidas?
La respuesta corta es que son lentas y llevan muchos años. Si hay una ciudad en España en la vanguardia de los límites al turismo esa es Barcelona. En 2012 introdujo su primera tasa turística, cuyo importe aumentó este año, y en 2015 empezó a restringir los pisos turísticos para dos años después limitar la construcción de nuevos hoteles.
Además, invirtió más de 44 millones de euros en un novedoso plan de gestión de los Espacios de Gran Afluencia (EGA) e incluso consiguió que Google hiciera desaparecer una ruta de autobús pública masificada en su mapa de movilidad.
A pesar de las medidas mencionadas, la ciudad condal continuó batiendo récords de turistas todos los años y solo en el último cuarto del año pasado ha visto un ligero descenso del número de visitantes, un 0,7% menos entre octubre y diciembre respecto al año anterior.








