El 4 de febrero de 2014, Araceli A.F. murió en el descansillo de su casa, cuando intentaba pedir ayuda tras recibir una puñalada dentro de la vivienda, ubicada en el barrio capitalino de Titerroy. Poco más de un año y un mes después, el hombre acusado de acabar con su vida se sentará en el banquillo de los acusados, con una petición de 11 años de cárcel por parte de la Fiscalía.
El juicio comenzará el próximo 28 de marzo, en Las Palmas de Gran Canaria, y será un jurado popular quien se encargará de dictar el veredicto. En su escrito de acusación, el fiscal Ignacio Stampa señala a Cesáreo García Fernández, que actualmente tiene 68 años, como autor de un delito de homicidio, aunque con el atenuante de arrebato. Según el Código Penal, este atenuante se aplica cuando el delito se comete con "causas o estímulos tan poderosos que hayan producido arrebato, obcecación u otro estado pasional de entidad semejante".
En el caso del apuñalamiento de Araceli A.F., que tenía 55 años, la instrucción consideró acreditado que fue ella quien agredió primero al acusado, con el mismo cuchillo que después acabó con su vida. De hecho, cuando fue detenido en el aeropuerto, Cesáreo García tenía una herida en la espalda, por lo que tuvo que ser trasladado al hospital. Después, tras pasar a disposición judicial, fue enviado a prisión provisional, a la espera del juicio que va a celebrarse ahora.
Una visita que terminó en tragedia
En su escrito de acusación, la Fiscalía explica que Cesáreo, que residía en Tenerife, conocía a Araceli desde hacía varios años. Ella era natural de Cuba pero vivía en la isla desde hacía tiempo. El día del suceso, el acusado había viajado a Lanzarote precisamente para encontrarse con ella. Araceli y su hijo fueron incluso a buscarle al aeropuerto, poco antes de las 11 de la mañana. Después tomaron algo –en el caso de Cesáreo, una ginebra con agua- en un bar cercano a su domicilio, ubicado en la calle Navarra, y finalmente subieron a la vivienda.
Allí, según el relato del fiscal, se inició después una "discusión entre ambos". En un momento dado, Araceli agredió a Cesáreo "por la espalda y de forma sorpresiva, cuando éste se encontraba mirando a la calle por la ventana del salón de la vivienda". Para ello utilizó un cuchillo con mago de pasta, que le clavó "en la región torácica posterior", causándole una herida de dos centímetros de longitud, pero sin causar daños internos.
Después, el acusado se dio la vuelta y comenzó un forcejeo entre ambos, en el que ella llegó a morderle en el codo, causándole también una herida en el brazo, según el escrito de acusación. Finalmente, Cesáreo logró "arrebatarle el cuchillo" pero, pese a haber cesado el forcejo y estar ella desarmada, el fiscal considera que el acusado "no controló suficientemente sus impulsos a causa del furor derivado de la intensidad de la situación" y "le asestó una puñalada con el mismo cuchillo".
Una herida letal
En este caso, Cesáreo asestó la puñalada en la parte superior del pecho, según el fiscal, "con la intención de causarle la muerte o a sabiendas de que podía causársela". Además de otros daños internos, la herida afectó a la arteria pulmonar, lo que causó su muerte pocos minutos después. Tras recibir la puñalada, Araceli intentó salir de la vivienda y pedir ayuda, pero terminó falleciendo junto a la puerta, en el descansillo, donde poco después la encontró un vecino, que fue quien dio la voz de alarma.
Para entonces, Cesáreo ya había abandonado la casa. Según el fiscal, tras la agresión recogió sus pertenencias y se marchó. Y lo primero que hizo fue entrar a un bar cercano, donde tomó otra ginebra con agua. A continuación, se dirigió al aeropuerto, con intención de regresar a Tenerife. Sin embargo, allí fue detenido por agentes de la Policía Nacional, cuando se disponía a entrar en la terminal aeroportuaria. En ese momento eran las 15,15 horas, es decir, unas cuatro horas y media después de haber llegado a la isla.
Los agentes encontraron a Cesáreo manchado de sangre y con la herida del cuchillo en la espalda, por lo que lo primero que hicieron fue llevarle al hospital, donde solo requirió tres puntos de sutura. Ahora, deberá responder por un presunto delito de homicidio, por el que lleva desde entonces en prisión provisional. Además de 11 años de cárcel, la Fiscalía reclama también que el acusado indemnice a los hijos de la víctima con 120.000 euros.