Por primera vez en su historia, un vecino de La Graciosa será ordenado sacerdote. Se trata de Nicanor Bermúdez Páez, un joven graciosero de 24 años que está cursando en Galda (Gran Canaria) la llamada Cualificación Pastoral, la última etapa de la formación para convertirse en sacerdote.
Este joven ha contado este jueves en Radio Lanzarote-Onda Cero cómo descubrió su vocación. Aunque siempre fue muy religioso y asegura que fue "descubriendo la vocación desde niño", hubo una experiencia en su vida que marcó el punto de inflexión hacia la carrera eclesiástica. Como él mismo narra, con 17 años fue invitado a "una experiencia de campo de misión en Almería, en un pueblo muy pobre, muy pobre, de una gran población de inmigrantes". Fue en ese viaje con los misioneros Claretianos cuando este joven graciosero sintió "la llamada del Señor".
"Mi primer acercamiento fue entrar en aquella basura, en aquellas chabolas, en aquellos barracones…Era una cosa muy desagradable. Yo me conmoví mucho y me dio vergüenza personal. Me preguntaba cómo podía tener tantas cosas en mi casa que no necesitaba", recuerda. Nicanor explica que fue al observar las penurias cuando "el Señor" lo "abrazó fuertemente para la vida sacerdotal". "Aquellos pobres me evangelizaron a mí, me hablaron de Dios a mí y me ayudó muchísimo, porque son experiencias que marcan y que dejan una huella profunda", explica.
El joven seminarista cree que "en La Graciosa siempre hubo ese trasfondo cristiano, familiar, porque la fe es también un regalo que se hereda de la familia", aunque admite que actualmente "lo que ocurre es que olvidamos nuestras raíces". El futuro párroco considera que "nuestra raíz es una raíz de familia, de cristiandad" y aboga por defenderla para "mantener encendida la llama".
El nivel de ateísmo o desapego hacia la religión se ha incrementado a marchas forzadas en España y en todo occidente en las últimas décadas, particularmente entre los más jóvenes. Para Nicanor, "la clave" para que se acerquen de nuevo a la religión está en que vean "en los jóvenes, futuros sacerdotes, la cercanía, la delicadeza, lo más elemental, un ‘buenos días, buenas tardes’. Yo he notado que con eso tan tonto, tan cotidiano, la gente joven se acerca. Ya no te dice buenos días, te dicen ‘vamos a tomar un café’ y te cuentan que tienen tal o cual problema".
Para este seminarista, que recuerda divertido el estupor que causó la noticia entre sus amigos cuando siendo un adolescente anunció su deseo de ser cura, las labores sociales de la Iglesia han sido una constante en su vida. Cuenta que desde muy joven colaboró con Cáritas y, a día de hoy, ésta es una parte importante de su formación. Bermúdez explica que en su labor en la parroquia, en esta última etapa de su formación, trata de ayudar a "jóvenes que se acercan con situaciones precarias, necesidades primarias", personas con "problemas de drogadicción" o "familias empobrecidas" a causa de la crisis. "Es un momento precioso para mí", asegura.