"¡No quiero ir al trabajo!" grita Ester Gómez en su primer día de vuelta a la faena profesional. "Justo ayer estaba descansada y feliz, pero cuando hoy sonó el despertador me sentí cansada, fatigada, soñolienta y triste" añadió.
Gómez sufre del síndrome postvacacional, "una dolencia que no es grave y se pasa como máximo en diez días" diagnosticó Francisco Sánchez Eizaguirre, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de Las Palmas de Gran Canaria. A los síntomas que presenta Gómez se une en algunos casos: "Las molestias estomacales, las dolencias musculares, el nerviosismo, la irritabilidad, la falta de interés, la inquietud y algo de indiferencia" añadió.
La causa de este síndrome no se puede curar con una receta, porque no es otra cosa que la vuelta a la rutina del trabajo, de la universidad o de las labores del hogar. Sin embargo, "sí se puede prevenir" aseguró Sánchez. "El síndrome postvacacional aparece cuando rompemos bruscamente un tiempo relativamente largo de vacaciones, los días del año que más idealizamos" subrayó.
"Por eso, debemos prevenir el cambio agresivo del descanso al trabajo, adaptándonos poco a poco a la rutina; no se debe llegar de las vacaciones y entrar con la maleta de viaje en la oficina, es importante planificar la vuelta a la profesión igual que hacemos con los momentos de descanso" explicó el decano. "Se debe evitar dividir el año entre los meses horribles del trabajo y la época placentera de las vacaciones, porque así, lo único que conseguimos es estar triste casi todo el año. También es bueno acostumbrarse a mantener una actitud positiva y esquivar las continuas quejas, así como planificar actividades relajantes y divertidas durante los meses de trabajo".
Otras recomendaciones a las que invitan los psicólogos del Colegio Oficial son la de "ir acostumbrando a nuestro cuerpo, los días antes de la vuelta a la oficina, a madrugar o a comer a las horas rutinarias en periodo laboral. Intercalar los días de vacaciones a lo largo de todo el año, porque no es necesario tener cuatro semanas seguidas para encontrar serenidad y descanso, también es otra opción a tener en cuenta; al igual que afrontar la vuelta al trabajo como un periodo vital y la advertencia de no tomar decisiones cruciales sobre el futuro profesional los primeros días tras la vuelta, ya que luego podemos arrepentirnos".
El perfil de los pacientes que sufren el síndrome potvacacional encaja en el ancho campo de los menores de 40 años, hombre o mujer. "Ellos son los que han incorporado a su vida los nuevos hábitos de descanso periódico. Las generaciones anteriores, en plena transición política española, tenían otras prioridades más básicas, como la de tener un trabajo y ganar dinero para mantener a la familia. Las vacaciones eran más cortas y a lugares más cercanos".
Afinando el análisis de la radiografía de los mayores sufridores del mal de los remolones, Sánchez afirmó que "los trabajos estresantes son los que más víctimas del síndrome producen, sobre todo los relacionados con las labores sanitarias o la de los profesores, que tienen largos periodos de desconexión con las aulas". "La mejor vacuna para no sufrir los daños psicológicos de la vuelta a la rutina, es estar a gusto en tu puesto de trabajo" concluyó el decano.
Sin embargo, esto no es garantía de tener una actitud saludable, existen individuos inmunes al síndrome postvacacional, que precisamente lo son por el mal opuesto, la adicción al trabajo. Aquellos que la padecen consideran un problema el tiempo libre y no pueden evitar desconectar de sus obligaciones laborales. Ellos cambian de humor y activan enfermedades dormidas en el periodo de descanso.
"Ni mucho ni poco" finalizó Sánchez, "el estado óptimo de salud psicológica, es aquel que no tiende a rozar los límites".
ACN Press