La venta de falsificaciones de conocidas marcas, práctica habitual en Lanzarote

La apariencia, más falsa que nunca

Es media mañana y aunque las carteras, en teoría, están vacías después de los despilfarros a cuentas de Papá Noel y Reyes Magos, la calle Real y el mercadillo que habitualmente siembra de puestos el parque Ramírez ...

16 de enero de 2008 (20:27 CET)
La apariencia, más falsa que nunca
La apariencia, más falsa que nunca

Es media mañana y aunque las carteras, en teoría, están vacías después de los despilfarros a cuentas de Papá Noel y Reyes Magos, la calle Real y el mercadillo que habitualmente siembra de puestos el parque Ramírez Cerdá está a rebosar. Turistas que pasean, jubilados y amas de casa con el carrito de la compra que merodean por los puestos en busca de la ganga que permita ahorrar unos euros en días de inflación. Y entre cantarinas tenderas que ofrecen sus trapitos a precios de un dígito y algún otro tenderete que aún luce mantelería navideña, ahí están: carteras, bolsos, cinturones, gafas de sol y relojes. Todo de marcas de las que se anuncian con glamour en las revistas de papel bueno y todo, a precio casi de saldo.

"Esa gorra que tienes en la mano la vendo por 15 euros". El tendero se esfuerza por hacer comprensible su español junto a una mesa llena de gorras estampadas con las siglas superpuestas de LV (Louis Vuitton), junto a una ristra de cinturones de la firma Hugo Boss. Después de asegurar en varias ocasiones que se trataba de una gorra original, pese a no tener ni una sola etiqueta que lo acreditara y a que en el interior se podía leer Made in China, el tendero la ofrece, junto con un cinturón, por cinco euros. Si Vuitton levantara la cabeza?

En otro puesto del parque Ramírez Cerdá ofrecen un bolso de Prada, que anuncian de auténtica piel, por 40 euros. El vendedor jura que es auténtico, al igual que los bolsos y carteras de la conocida marca catalana Tous, que ofrece por 40 y 20 euros respectivamente, precios siempre susceptibles a la rebaja.

Así, hasta una docena de puestos en los que los Gucci, Prada, Burberrys y Armani de pega se exponen en tablones al aire libre esperando el comprador deseoso de lucir las caras siglas a sabiendas de que son falsas o al ingenuo que caerá en su error cuando enseñe orgulloso la compra a alguien más avispado.

Actuación policial

Y todo esto a pocos metros de la Policía Municipal de Arrecife. Y es que según explica José Antonio Lasso, jefe de la Policía Municipal de la capital, sus funciones en la lucha contra la piratería son limitadas, ciñéndose a denunciar la venta de falsificaciones, si son detectadas, al Cuerpo Nacional de Policía, para que sean ellos quienes determinen si efectivamente se tratan de productos fraudulentos.

"En otras ocasiones actuamos junto a inspectores de consumo" explica Lasso, "si tenemos sospechas de que los productos que se venden son falsos y la unidad especializada de la Policía Nacional así lo determina y levanta la mercancía, ahí sí colaboramos". Pero la Policía Local normalmente actúa en el mercadillo cuando un puesto no tiene permiso municipal para vender en la calle y, usualmente, si hay una denuncia previa.

Por su parte cuando la Policía Nacional se encuentra de patrulla con un bazar o un mercadillo en el que algún puesto vende productos falsos, no siempre interviene, a no ser que haya una denuncia por esta práctica. "Normalmente, si no hay denuncia, no se hace nada aunque de oficio, se puede intervenir si son evidentemente falsos", explica el comisario jefe de la Policía Nacional, José Antonio Fernández García Camacho, "el que vende en el puesto suele tener poca mercancía y lo que realmente interesa es el almacén que la distribuye. Si el del puesto habla, podemos tirar de ahí para coger al distribuidor".

"A veces la Policía nos perdona", cuenta un vendedor de carteras falsas de Burberrys en el parque Ramírez Cerdá, "tengo poca cosa y no engaño al que compra, yo digo que son falsas". En las ocasiones en las que la Policía Nacional actúa, se interviene la mercancía y se toma los datos del que la vende o se detiene, "dependiendo de la cantidad que sea", puntualiza el comisario. El Juzgado se hace cargo de la denuncia y se cita a un representante de la marca perjudicada para que se presenten como acusación.

Pero según fuentes de la Comandancia de la Guardia Civil, cuando actúan de oficio, es decir sin denuncia de la marca de por medio, en muchos casos no se presenta ningún representante de la casa comercial pirateada por lo que la mayoría de los jueces, archivan las denuncias.

La Guardia Civil en Lanzarote ha actuado durante el año 2007 en 47 ocasiones. La más importante del año tuvo lugar el pasado mes de mayo cuando los efectivos de la Patrulla Fiscal Territorial de la Benemérita de Costa Teguise decomisaron en Puerto del Carmen 800 artículos que falseaban la firma Louis Vuitton, valorados en medio millón de euros.

Puerto del Carmen y las falsificaciones

Y es que la venta de falsificaciones no es cosa únicamente de mercadillos. La localidad turística de Tías, en la que los bazares abundan como setas, es todo un recital de bolsos de Gucci "de latón", ropa interior de Calvin Klein de segunda y gorras Adidas que casi asustan, de lo parecidas que llegan a ser a las auténticas, si bien, su módico precio devuelve a la realidad. En uno de los numerosos bazares que abarrotan la avenida de las Playas se mezclan productos a un euro con gorras de diferentes marcas a buen precio. ¿Son verdaderas? La dependienta expresa con gestos que no entiende la pregunta y al quite llega su compañero, que tras dudar reconoce que "son imitaciones".

En un bazar de artículos de electrónica de la misma calle, ofrecen una cámara de fotos digital, aseguran que de la marca Sony, de gran capacidad y calidad por el módico precio de 80 euros, menos de la mitad de su precio en internet, pero según el responsable de la tienda, la vende "sin su caja", debido a un "reciente traslado de tienda que ha extraviado algunos envoltorios".

En una tienda cercana, decenas de reproducciones de modelos de bolsos Gucci y Prada se exponen en las estanterías con letreros en papel fluorescente, propio para ofertas, en el que se lee el precio: 14,95 euros.

La misma reproducción del bolso de Prada la termina ofreciendo el tendero de uno de los puestos del parque Ramírez Cerdá por lo que el comprador dudoso tenga suelto en el bolsillo. "Diez euros y te llevas el bolso", después de reconocer que había mentido, que no era verdadero. "Nada de lo que se vende aquí es verdadero", confiesa.

El bolso verdadero a 300 euros y el falso a 50

La venta de falsificaciones afecta y quien diga lo contrario miente". Quien habla es Teresa Curbelo, presidenta de la asociación de comerciantes Arrecife Zona Centro quien entiende que la diferencia de precio entre un artículo auténtico y otro falso "es increíble" y reconoce que "el bolso que compran en el mercadillo no te lo van a comprar".

Durante las pasadas navidades la asociación de comerciantes ha visto como la falsificación de un bolso de una conocida firma, se vendía en el mercadillo de Arrecife a 50 euros y en una tienda de la zona centro costaba el mismo modelo, eso sí, de la firma en cuestión, 298 euros. "Era una reproducción exacta, incluso hasta la bolsa en la que se embala, estaba falsificada", apunta Teresa Curbelo.

Pero algunos de los vendedores del mercadillo no sienten que estén perjudicando a las casas comerciales. Rodeada de productos de cosmética, reproducciones de gafas de sol de Armani y algunas carteras pirateadas de Burberrys, la responsable de uno de los puestos asegura que el que quiere comprar la de verdad, no se acerca a su puesto. "Yo las vendo a 10 euros y en la tienda vale 100, el que quiere una cartera de ese precio, va a la tienda, yo no soy competencia para ellos", explica tranquila. No tiene miedo a las acciones policiales contra la piratería, ni a que se le pueda imputar un delito contra la propiedad industrial. "La policía a mí qué me va a hacer, si yo vendo reproducciones".

Teresa Curbelo reconoce que hay preocupación por esta cuestión en la asociación, si bien no han denunciado a la policía. Consideran que "es una lucha difícil porque cuando interceptan un alijo de bolsos, enseguida llega otro". Pero sí han denunciado la venta de falsificaciones directamente a las casas comerciales perjudicadas, invitando a que, alguno de sus representantes compruebe in situ, dónde se venden sus productos pirateados.

Del gato por liebre al garrafón psicológico

El comercio de bebidas alcohólicas y tabaco no se libra de las actividades fraudulentas. Desde la Asociación de Empresarios de Tías y Puerto del Carmen apuntan que en la localidad turística "algunos comercios funcionan con el contrabando de estos productos". "Si la distribuidora de tabaco te vende un cartón a 18,30 euros y el comercio de al lado lo vende al público a 18,35, está claro que con esos cinco céntimos no paga alquiler, empleados y obtiene beneficio. Compran la mercancía más barata", explican en la asociación.

Una práctica que se repite con el alcohol y que obliga a las distribuidoras a tomar cartas en el asunto. Diageo distribuye diferentes bebidas alcohólicas, principalmente conocidas marcas de güisqui, y aunque cuenta con un departamento que lucha contra las falsificaciones, la compañía confirma que han detectado en alguna ocasión la entrada en España de sus productos procedentes de Asia, saltándose controles europeos y el pago de tasas y aranceles. "Aunque el producto es nuestro si entra saltándose aranceles comunitarios, atenta contra los intereses nacionales y contra la compañía en España, infringe la ley de marcas". Cuando detectan estas prácticas, la firma denuncia ante la Policía.

Pero además los distribuidores de bebidas alcohólicas y los consumidores que sufren sus efectos se enfrentan a la práctica del rellenado: el güisqui de calidad por el que paga el consumidor ha sido sustituido previamente por otro peor. Fuentes de Diageo aseguran que no ocurre tan habitualmente como se piensa y las temidas resacas son más bien fruto de lo que llaman "el garrafón psicológico", es decir, de haber mezclado diversas bebidas o haber tomado demasiadas copas, aunque siempre se achaca el posterior malestar "al garrafón que pusieron en la última copa".

Diageo cuenta con representantes de su distribuidora que de manera anónima se presentan en locales de ocio, piden güisquis de su marca y con un medidor que, según la distribuidora, registra "todas las coordenadas y características organoeléctricas del producto de la casa", comprueban si la bebida que les han servido es la buena. "Detectamos en un 3% o un 4% de las ocasiones que no es nuestro güisqui", apuntan fuentes de Diageo en España, que en esos casos denuncian la falsificación para que se tomen medidas contra el local.

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