El artesano homenajeado este año por el Cabildo de Lanzarote, dentro de la XXIII Feria Insular de Artesanía de Mancha Blanca, ha sido Juan Betancort Núñez. Un alfarero nacido en La Villa de Teguise en 1932, que ha participado en casi todas las ediciones de la feria desde su arranque en 1989. El homenaje se celebró en la noche de este viernes, en las instalaciones de la Feria de Artesanía.
Juan Betancort Núñez reside actualmente en Arrecife, aunque es en Guatiza donde desarrolla su labor artesanal. Allí, en una finca que tiene, elabora las piezas que durante estos días serán vendidas en la XXIII Feria Insular de Artesanía. "Ahora estoy jubilado y allí, en mi finca en Guatiza, donde tengo una casita, hago mis cosillas", cuenta.
La llegada al mundo artesanal de Juan Betancort, hace ya 26 años, fue casi por casualidad. Un accidente laboral cuando trabajaba en La Rocar, le llevó a estar de baja y fue ahí cuando se inició en el mundo del barro. Entonces, el Ayuntamiento de Teguise organizó un curso de alfarería, al que Juan Betancort decidió apuntarse. "Vino a La Villa un chico de Tenerife a dar un curso de alfarería y me apunté. Ahí empecé, me gustó y seguí", cuenta Juan Betancort, que recuerda que hizo entonces "un regalito" a un chico. "Unas destiladeritas pequeñas que hacía. Ya ves, fue una tontería como empecé", añade.
Sin embargo, ese curso cambió la vida de Juan Betancort. "Debido al accidente laboral que tuve, cogí casi una depresión de estar en casa. Y desde que comencé a trabajar el barro, se me quitó todo. Fue una medicina. A los dos o tres días estaba como nuevo", asegura.
Presente en 21 ediciones
Entonces, corría el año 85 y, desde entonces, Juan Betancort ha estado trabajando como alfarero. Un oficio que le ha llevado a estar presente en casi todas las ediciones de la Feria Insular de Artesanía de Mancha Blanca, desde su arranque en 1989. De hecho, según afirma, sólo ha faltado a dos y, en ambas ocasiones, fue por motivos ajenos a su interés. "En dos ocasiones, no participé, porque en un principio no me daban stand. Después me llamaron, pero ya había vendido las piezas porque las tenía preparadas, y al ver que no iba a poder asistir, se las di a mi nuera para que las vendiera. Y no fui, pero al resto, he ido a todas", relata.
En total, 21 años presente en la Feria Insular de Artesanía vendiendo en su stand las piezas de barro que él mismo elabora con sus manos. "Recuerdo la primera feria que se hizo, que se celebró donde ahora se hace el Festival Folclórico "Nanino Díaz Cutillas". Era una feria pequeñita, con apenas una decena de casetas".
Desde entonces, cuenta Juan Betancort, la feria ha cambiado y "se ha modernizado", aunque afirma que "tampoco tanto". "Ha mejorado sí, sobre todo en ampliación. Los stands ahora son más grandes, pero en el resto no ha cambiado mucho. Supongo que se puede mejorar, porque las cosas siempre pueden ir a mejor, pero con la crisis tampoco se puede pedir mucho", reflexiona este alfarero.
Pocas expectativas de venta
De hecho, el propio Juan Betancort reconoce que la crisis "algo se está notando". Yo he tenido suerte y casi siempre he vendido todo, pero el año pasado fue cuando menos vendí, me quedaron 12 ó 13 piezas", señala. Y las expectativas para este año no son mejores. "Yo creo que este año venderé menos. No hay dinero y lo que yo vendo tampoco son cosas de primera necesidad. Ni lo mío, ni lo de la mayoría de artesanos y la gente no va a comprar lo que no le hace falta".
Aún así, algo se llevará Juan Betancort de esta vigésimo tercera edición de la Feria Insular de Artesanía de Mancha Blanca. Y es que, en esta ocasión, ha sido el artesano homenajeado por el Cabildo, por ser "uno de los alfareros que más ha sabido mantener y conservar la tradición alfarera de Lanzarote, tanto en la forma de las piezas como en la técnica empleada para elaborarlas".
Un homenaje como despedida
Un homenaje que Juan Betancort agradece, al ser "un reconocimiento" a su labor, y que cobra importancia porque, seguramente, éste sea el último año que este alfarero acude a la Fería Insular de Artesanía. "Seguramente este sea el último año que participo, por motivos familiares y por la edad. Ya tengo casi 80 años y a uno se le hace pesado. Mi familia valora mucho lo que hago, pero ya quiero dejarlo"
De hecho, afirma que no pensaba estar presente ni siquiera este año. "A la feria me apuntó mi hija, porque en esta ocasión no pensaba ir, pero ella se empeñó en que fuera. Luego me llamó el Cabildo, que me iban a hacer el homenaje, y ya no me podía escapar", concluye, entre risas.