El Concurso de Radio Lanzarote se cierra con más de 150 relatos inspirados en los Centros

El fallo de la undécima edición del certamen literario se hará público en la segunda quincena de septiembre

2 de septiembre de 2021 (10:21 CET)
Actualizado el 2 de septiembre de 2021 (10:23 CET)
Jardín de Cactus, una obra de César Manrique

El XI Concurso de Microrrelatos de Radio Lanzarote-Onda Cero, dedicado a los Centros Turísticos, se ha cerrado con la recepción de 154 historias. 

El plazo para participar finalizó este 31 de mayo y en los últimos días se recibieron más de medio centenar de microrrelatos. En esta ocasión, los participantes debían contar una vivencia propia o imaginada ocurrida en algún rincón de los Centros Turísticos que para ellos esté lleno de magia. 

Del fallo del certamen, que se hará público en la segunda quincena de septiembre, se encargará un jurado formado por periodistas de Radio Lanzarote-Onda Cero y La Voz de Lanzarote, que elegirán tres relatos ganadores y siete finalistas.

En cuanto a los premios, el ganador se llevará un fin de semana para dos personas con alojamiento y desayuno en el Hotel Natura Palace, establecimiento de 4 estrellas plus. El segundo premio será una cena para dos personas en el Castillo de San José y el tercer premio una de las experiencias insólitas para dos personas de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo. Todos los premios son para personas adultas.

 

Sin título

Sentada en una silla movía las manos sin parar. Entre ellas, las finas hebras de palmito iban tomando forma. Yo no podía parar de mirarla, embelesada, como los niños y las niñas cuando ven sus dibujos favoritos. Aquella señora me inspiraba ternura, admiración y respeto. Pensé que si tenía descendencia, sería muy afortunada de tenerla, de tener la sabiduría en casa. ¿Hay manera más cercana de aprender un legado tan preciado? Aquí, en la Casa-Museo del Campesino, soy yo quien tiene la oportunidad de ver cómo sus manos tejen con tanto amor la sombrera que me cobijará del sol.

 

Viajes que te cambian la vida

Cangrejos ciegos habitan en Jameos del Agua.

Arte contemporáneo se concentra en el Museo Internacional.

Cactus venerados en un jardín hermoso.

Tengo buenas sensaciones descubriendo esta isla.

La Cueva de los Verdes esconde un secreto.

Abrazar tradiciones en la Casa-Museo del Campesino para

No olvidarlas nunca.

Zambullirse entre la magia y la belleza de este lugar.

Admirar la Octava Isla y

Reconocerla desde el Mirador del Río.

Otorgar a cada cosa la importancia que merece.

Timanfaya, volcanes que cambiaron la historia.

Enamorarse de ti es tremendamente fácil, Lanzarote.

 

Obra y magia del creador

Llegamos al Mirador del Río antes de su apertura. Para nuestro asombro, aunque el cielo estaba despejado, no se veía La Graciosa. Al rato llegaron numerosos barcos cargados al lugar exacto donde debería encontrarse la isla. Colocaron la arena, las casas, el muelle, las olas, volcanes y hasta unas gaviotas. A las diez abrió el Mirador y ofreció su impecable estampa de blanco sobre azul tan popular.

Cuando días más tarde pernoctamos en la Graciosa, observamos cómo al anochecer, los mismos barcos capitaneados por César recogían Lanzarote y se perdían en el mar.

 

Sin título

Aún más bella por dentro, la miré y vi su fuego interno. Me invita a burlar el sol penetrante, dejando que me adentre en sus aposentos, en su intimidad. Sus estrías delatan su historia. Oscuridad, y me da luz verde; yo siento que es como hacer un viaje al centro de la Tierra. Paz. Siento la humedad, excitación, en cada poro de mi piel y en el silencio me susurra, me cuenta sus secretos. Recorro su laberinto. Es profunda, preciosa, una caja de sorpresas. Nunca pisar la misma piedra fue tan satisfactorio. En un concierto ancestral me invita a quedarme.

 

Sin título

Reservada y con carácter, su risa rompe como las olas contra las rocas. Su espíritu me invade fuerte, cautiva, y huele a la sal en sus labios. Lo pequeño hace grande. Siento paz, ventoral, inmensidad, que me elevan y me siento en lo alto de un imponente risco, junto a ella, siempre en vela, cuidando de los chinijos, que por no tenerlos con ella, les lloró un río, y es la distancia que los separa. Pero se tienen. Bajo su atenta mirada, ella es el viento, surgido para, en un abrazo infinito, arropar a sus niños; peluches son las nubes.

 

Sin título

Belleza infernal que teletransporta a la luna; con su magnetismo inexplicable, envuelve con el viento, tornado en melodía, que fusionado con el calor, hacen el amor, implacable. Descalzo, piso sus tierras y siento su esencia, desgarradora; quema, y de hecho, puedo sentir sus latidos bajo mis pies. Sigue aquí, viva, aunque esté en coma, pues el magma corre por sus venas. El calor penetra y ella se manifiesta, pura, brotando de una planta de Aloe Vera; me pide a gritos que no la abandone, que la proteja. El pobre diablo, que es su amado, erguido la espera sin descanso.

 

Nada

Siento la arena en mis pies y un manojo de nervios se instala en mi barriga. Ante mis ojos, esos 2600 metros que separan el “quiero” del “puedo”. Tres, dos, uno: corremos a toda prisa hacia el agua y comienza nuestro reto. Una brazada, y otra más, y otra… y en medio del caos, de la lucha con las olas, el viento y mis miedos, un pensamiento: aquella tarde en el Mirador del Río. Divisamos desde allá arriba aquel paisaje estremecedor, y nuestras ganas de unir esas dos islas separadas por un pedacito del Atlántico, hoy se hace realidad.

 

Dualidad

Bajo por la escalera que se adentra hacia ese lugar escondido que dejó a su paso la lava. La combinación del blanco, negro, azul y verde me transmite la paz que se desprende en este sitio. Pequeños seres invidentes habitan aquí, de día los verás.

Una misma entrada, sensaciones diferentes. Observas todo de otra manera, como si de nuevo fuera la primera vez.

Sentado, mientras tomo una copa de vino y escucho un concierto en directo en este escenario único, pienso en lo diferente que se ve todo cuando el sol se va. Dos caras de un mismo lugar.

 

Sin título

Llevo en el equipaje, sí aquel al qué le di dos vueltas de llave, lo que tengo, lo qué fui y lo qué soy.

Deje qué el viento me abrazará con los brazos abiertos, y descalza puse mis pies en aquella tierra, donde el volcán termina donde empieza el mar.

-Querida niña, has vuelto.

-He vuelto para recordar los ojos de aquel hombre qué miraba enamorado Timanfaya, aquel qué me cogía de la mano y me contaba las más bellas historias cuando era pequeña, aquel qué me explicaba hasta la más mínima belleza de cada montaña qué en Timanfaya habitaba.

 

Emisferios

No existe contraste mayor que los destellos en la oscuridad, ni efecto que provoque los sueños más curiosos e idílicos, aunque sean en blanco sobre negro.. No existe espejo que imite a una noche estrellada como los brillos vivos bajo un cristal de agua. Nubes negras de piedra que ocultan una ilusión, miran al cielo a través de un agujero y me acogen en los parajes más recónditos de mi mente.

 

Hemisferios

De los abismos de mi mente, emergen destellos de una memoria. Destellos como estrellas en el cielo, contrastan entre el blanco y el negro. Y entre nubes negras de piedra, brillan en parpadeos que viajan entre sus oquedades. Nubes bajo un cristal de agua, que miran a la noche estrellada a través de un agujero, conducto entre dos hábitats que se simulan. Ilusión que me envuelve en una imagen salpicada de vivos puntos blancos entre la inmensidad.

 

Sin título

Su espíritu se respira en el ambiente, me invade fuerte y huele a la sal en sus labios. No existen las distancias. Siento paz, ventoral, inmensidad, que me elevan y me siento en lo alto del imponente risco, junto a ella, siempre en vela, cuidando de los chinijos, que por no tenerlos con ella, les lloró un río, y es el trecho que los separa. Pero se tienen. Ella es el viento, surgido para, en un abrazo infinito, arropar a sus niños; peluches, las nubes; el mar la cuna donde los mece con las olas. Bajo su atenta mirada, carcajadas.

 

Sin título

Lo que veía mi yo del pasado

Como futuro.

Sería el mayor caos en mi vida de ahora.

Quizás mañana me acordaré de mí yo del pasado.

Pero sin castigo asumo el presente que ya bastante miedo nos someten.

Como para vivir con la ilusión de conservar que el mañana siga siendo como pudiera ser hoy.

Quizás el jameos del agua pueda conservarse intacto como está famara a lo que fue hace quince años.

Quizás si tuviera vida me contaría lo contrario.

Y aparentemente todo está perfecto como nos lo hacemos creer entre nosotros mismos los humanos.

 

“Sigue con nosotros”

Me fui de los Jameos al igual que de la Cueva los Verdes, nervioso de la continua voz que repetía sin “CESAR” cuida la Isla, cuídala, cuídala llegue al Mirador del Río y lo mismo, sigo al Campesino y siempre igual, llego a Tao y miro hacia el mar y ¡¡¡Oh,Dios¡¡¡ las olas en una oblicua forma parecían tener escrita la palabra CUÍDALA, las gaviotas no graznaban, los pájaros no piaban, también repetían lo mismo, CUÍDALA.

Exhausto en mi cama pensé, esta claro “CESAR VIVE”.

 

Famara

Eres paz, eres calma, eres energía, eres magia, eres hogar, eres cálida.

Respiro, el mundo se para, te siento, te escucho, me devuelves a mi.

La fuerza de tu viento parece que quisiera decirme algo. Quizás, que no valoramos la suerte que tenemos de disfrutarte o quizás que no te cuidamos lo suficiente.

Por que vibras al son de las olas y las almas lo hacen contigo.

Ojalá fueses eterna para que te pueda seguir sintiendo.

 

La Teoría y la Cueva

A medida que iba descendiendo por tan escabroso agujero sentía como el espacio-tiempo me fundían en otra dimensión, sólo recuerdo el silencio y la paz que se experimenta dentro de tus entrañas y no querer volver para ser cómplice de tu destrucción. “Madre tierra siento tu dolor y lo siento, no pretendo que me perdones, sólo vine a llorar contigo”. El camino hacia la luz fue ligero , pero contra mi voluntad. A fuera el tiempo es más viejo y el espacio más deformado, demostrando en tu descenso la teoría de la relatividad.

 

Montaña de fuego

Emanaba una inagotable energía, sentía dentro de mí una tremenda furia que desatar. Y la desaté y llegué a todos los lugares, hasta los más recónditos. Arrasé todo a mi paso, maldiciendo por haberme despertado. Recorrí media isla con mi lengua incandescente, extinguiendo lo que aquí yacía. Y una vez terminé, no me sentí satisfecho. No podía dejar de gritar y llorar, a mi manera. Nunca nadie ha sentido tanta ira dentro de sí ni tanta presión en el pecho. ¿De dónde surgía? ¿Acaso yo dormía o simplemente nací?

 

El volcán y el mar

Tan solo tengo un verdadero amigo, aunque no fue siempre así. Recuerdo la primera vez que nos vimos: la lucha fue feroz; los meses de embistes, numerosos. Confieso que me dio pánico su luz aguamarina, llegar hasta él sintiendo la brisa, chocar y quemarnos, derrumbarme en pedacitos. Él me partía el alma. Sus acometidas de espuma arañaban mi piel y formaban una costra densa y pesada. Yo sentía supurar todas mis extremidades, debía emerger con más fuerza y más ira y más rabia. Sentía una insostenible cólera contra él y contra todo en este mundo.

 

El volcán angustiado

Esa última noche fue la más larga y vomité ceniza hasta que la presión cesó y una parte de mí se derrumbó sobre la playa, llorando. El día amaneció con una espesa calima grisácea. El mar ganaba terreno y se atrevía a saltar entre algunas de mis rocas.

«No puedo seguir viviendo tan enojado» dije, «pero tengo miedo de morir, de dejar de existir para siempre». Él me miró con lástima y arrojó una ola contra mi pecho para intentar animarme. «Simplemente, duerme. Oirás los pájaros y sentirás mi brisa, lameré tus heridas para que no duelan».

 

El volcán tranquilo

Aún estaba temblando. Me acosté sobre la arena negra que entre el mar y yo habíamos moldeado. Abracé una lengua de agua salada y la acuné muy despacio para que no se evaporara. Tenía mucho sueño. Le di las gracias al mar en un suspiro y me dormí, extenuado.

Pasó el tiempo y nació la vida. El sol alumbraba mi trocito de mar reflejando una luz esmeralda sobre mi tripa y me sentí, por fin, complacido y feliz.

 

El volcán extinto

Dejo tras de mí un trozo de tierra yerma, quemada, humeante. Un halo negro, una bocanada de aire tórrido, una polvareda seca que tiñe las gargantas. Un mar bravo que me acaricia y que ya no podré calentar.

Había cesado el exacerbante ruido. En su lugar, brotaban los sonidos naturales y silbaba el viento entre los acantilados. Se posaron las cenizas y por fin la luz pudo colorear la isla. El océano enfrió mi cuerpo desnudo y la ventisca comenzó a pellizcarlo para formar la tierra de la que surgirían de nuevo los líquenes y las plantas.

 

Sueño de lava

Te escuche llorar mientras dormías, y no parabas de de decir “ Jameos Jameos del agua”.

- Que es Jameos hija?

- Un lugar madre, donde me llevó un hombre que se apareció en mis sueños, donde la tierra manifiesta su poder y su belleza, donde un volcán te cobija bajo su manto de lava y un secreto de agua dormida, te emociona hasta las lágrimas.

-Y quien era ese hombre hija?- Cesar madre, me dijo que se llamaba Cesar.

 

El rey!!!

Son las 8 de la tarde.,

y refresca ya un poquito

Esa brisa tan fresquita.,

Y a la vez agradecida..

Ahí va poco a poco desapareciendo,..

Un enorme y brillante sol

De un día caluroso y ameno,

Que recuerdo con emoción.

Al lado del mirador del río.,

Que preciosas vistas, por Dios!!!

Tierra bella y testigo presente

De tantos bellos atardeceres en el mar..

Testigo y a la vez vigilante., "Mirador del Río"

Que envidia sana me das…

 

Sin título

¿Cómo se besa una playa sin dejar arena en los labios? - Me preguntó mi marido al llegar a Papagayo– Muy fácil – contesté- Tienes que besar con el corazón.

Ese día mis pies bailaron libres siguiendo al sol, el viento meció mi pelo con la delicadeza de una madre, y cada ola que moría al romper, se reencarnaba en la banda sonora de mi juventud.

Ese día me despedía otra vez de la tierra donde di mis primeros pasos, y también, a la que di mis últimos besos.

Besos que dejaron sal en el alma y arena en el corazón.

 

Malpaís y Malamor

Dejo que mis manos se fundan en las entrañas del Timanfaya; hoy es ceniza y roca lo

que un día fue lava viva e hirviendo. Hoy es admiración y silencio lo que un día fue un ruido desierto.

Aquí yo también fui el más ardiente de los fuegos, y aquí yo también me volví la más

gris de las bellezas. Conocí en el volcán correcto a la persona equivocada: pues de un beso erupcionó en mi piel el más puro de los magmas, pero con otro petrificó el amor que quedaba en mis entrañas.

 

Del Río y del Mar

Al llegar al mirador decenas de hojas volaban arrastradas por el viento, atrapé una al azar y comencé a leer:

“Al bajar tejeré una corona de espuma,

y le daré a mi madre un beso de sal,

atraparé entre mis manos la bruma,

e iré vestida con las olas del mar.

Desde arriba me siento sirena,

por herencia me has dado volcán,

yo te admiro en mi trono de arena,

por ser vistas de cielo y de paz...”

Sonreí al pensar que no era la única que acudía a Famara con hambre de poesía.

 

Sin título

Rozó mi alma con el azufre de sus labios para luego decir “si quiero” en nuestro altar de piedra y carbón. Dijeron que me estaba casando con un ángel en la casa de un demonio: mi vestido blanco caía sobre la roca más negra de esta tierra, y el fuego de mis mejillas hacía juego con la lava del volcán. Sin embargo, las leyendas nunca me importaron, pues solo un necio confundiría el infierno con las escaleras al cielo, y quizás solo un ciego se atrevería a subir por ellas.

Tal vez desde abajo las alas parecen dos cuernos.

 

Sin título

El autobús arrancó. Viajaba sentada junto a la ventana, contemplando cada detalle. Y de pronto, lo comprendí. Esa pequeña vegetación que se abría paso entre la lava podría ser yo. La naturaleza, viva, reclamaba su espacio. Y ahí entendí que necesitaba tiempo para comprender por qué la ansiedad y la depresión me habían roto en mil pedazos, para lidiar también con el repentino adiós de mi abuela. Demasiadas erupciones que habían arrasado con mi felicidad.

Aquel paisaje volcánico fue clave para encajar las piezas de ese puzzle llamado vida. Tres años después, en silencio, pude agradecérselo.

 

Mi graduación

Las estrellas, espías del cielo me encaminaron hacia ti; isla eterna de hermosuras, envuelta en mil capas de historias y leyendas forjadas en el fuego de los volcanes.

Acogida en tus brazos soleados, me empapaste de gloria en el sitio más emblemático.

Jameos, nunca olvidaré que me deslumbraste tus colores; oro rojizo, verde metálico presente en la flora tropical y azul acero, similar al vestido de gala que llevaba este día.

Luego, embriagada en los inciensos de la emoción me invitaste a pasar por el túnel hacia la pista del baile en donde solo escuchaba aplausos.

 

Monumento al campesino

Me perdí entre carreteras, pero por suerte levanto los ojos del mapa que tenía entre manos. La mirada se me queda enganchada en el guardián de los caminos. Su estatura imponente permanece bien visible despertando miradas y me doy cuenta que puede ser perfectamente el tesoro de los pueblos cercanos.

Lo miro durante un tiempo. Parece más un soldado cargado de viento, de sol y a veces lluvia, elementos que lo hace más fuerte. No cabe duda que representa un puente entre generaciones, recordando con grandeza el trabajo de los campesinos y artesanos lanzaroteños.

 

Nuestra primera cita

Llegados al Castillo de San José, a pesar de las batallas contra el hambre que anunciaban los folletos informativos, este sitio mostraba un entorno tranquilo y luminoso. Recorriendo los pasillos llenos de color y arte, me di cuenta que la gente de antes que alguna vez se aventuraron al mundo de las batallas y quizás de las sirenas, ahora ofrecían la verdadera identidad porteña de Arrecife.

Esta fortaleza, en su esencia aún es mítica. Tanto las obras como los besos que nos hemos dado a escondite en los turnos de arriba, nos liberaron del tiempo.

 

Salinas de Janubio

Una vez soñé que era una gaviota. ¿Y que vi desde arriba?

En un rincón de la isla, en un lugar sin puertas ni ventanas, la luz de la mañana se bañaba en el mar. Al lado, pequeñas montañas de sal como diamantes permanecían sentadas. Bordeadas de caminos empedrados, se dejaban pulir por el viento, formando un paisaje de tránsito entre el tráfico de la carretera y el mar.

Caí en una tentación. Probé un grano de sal recogiendo la energía del mar, del sol y la tierra salada, sabor a Lanzarote. Y me gustó.

 

Recuerdos

Llegué poco después de las 10.30 para visitar el Jardín de Cactus. Entre los pequeños caminos, vi cactus de todas formas y texturas. Altos, gordos, sin flores, de pala ovalada, hasta de bolas pegadas. Desprendían a su alrededor pura energía.

Curioso, pero me acordé que de niño tenía uno. Cuando empezó a crecer, vi que le salían espinas y creí que era una rosa.

Pronto entendí que no hay que ser una rosa para defenderte.

Apena le ponía agua al cactus. Sin embargo, permanecía tan bello. Aprendí que es, ser un luchador.

Volveré a ver los pequeños gigantes.

 

Vida fugaz

El viejo hombre se aventuró a ir una noche a Timanfaya, pues tenía un presentimiento extraño de lo que iba a pasarle. Entró con ayuda de un amigo encargado del parque nacional y se limitó a andar lentamente entre las Montañas del Fuego. Cuando el agotamiento empezó a manifestarse, se sentó en la ladera de una de ellas y contempló el paisaje que se dibujaba ante sus cansados ojos.

A duras penas vislumbró en el cielo nocturno una estrella cuya luz se iba haciendo más tenue y, poco a poco, el se fue apagando con ella.

 

Amor espumoso

Me encontraba en el Mirador del Río, contemplando como el mar se mecía y estampaba su oleaje en las rocas del acantilado.

Mi abuela, Isa, estaba justo a mi lado observando el paisaje que se extendía ante nosotras. Nunca había podido ver el mar. En ese momento su rostro se inundó de un sentimiento indescriptible; fascinación y esperanza al mismo tiempo.

Me dio la mano y, como en un acto reflejo, se la di seguido de un cálido abrazo y millones de lágrimas.

Como si de magia se tratase, pude volver a verla feliz por un momento.

 

Ahogado sofoco

Después de un duro día de trabajo Ana decidió ir a Jameos del Agua. No había nadie allí, todo el lugar estaba sumido en un silencio sobrecogedor.

El sol calentaba con fuerza todo Lanzarote y sus rayos impactaban en las hojas de las altas palmeras y en el agua cristalina de los jameos.

La chica, exhausta por el calor, decidió meterse en el agua sabiendo que estaba prohibido. Allí divisó las montañas, la frondosa vegetación y el cielo azul despejado.

Mientras nadaba se sentía más ligera; sus preocupaciones finalmente se ahogaron en esas mágicas aguas.

 

Recaudación

Debía ser las cinco de la mañana cuando recibió la llamada.

—Señor inspector le habla el consejero del Cabildo Insular Lanzarote, debo pedirle un favor personal—.

Esa noche había desaparecido la recaudación de La Cueva de Los Verdes y con ella curiosamente un vigilante de seguridad sobrino del consejero.

Tras relatar lo sucedido volvió a insistir. —Necesito que la investigación apunte a un robo desde el exterior y que obviamente el nombre de mi sobrino no aparezca en ella—.

—Disculpe pero l......... —. Se vio interrumpido

—Solo espero leer mañana en las noticias lo que he dicho—

 

Carbón

—Carbón, ¿dónde está el carbón?—gritó sumido en una febril actividad— ¿Dónde ostias está el carbón?

La hora de comenzar la parrilla se acercaba y Josep Blanch, recién nombrado a dedo jefe de cocina por el consejero de turno, apenas podía creer el hecho de que nadie tuviese preparado el carbón. Tras días preparándolo todo y con la mise en place a punto un sudor frio le recorría el cuerpo.

—¿A quién diablos se le ha olvidado tener el carbón preparado? — chilló de nuevo.

—Chacho, ¿pero que hablas? Aquí en las Montañas del Fuego la parrilla es volcánica—

 

La foto

No sale en las fotos la playa hermosa de la Garita, ni el muelle recién reconstruido, ni las casitas blancas de puertas y ventanas azules.

La desgracia recubierta con el olor a pescado frito proveniente del otro lado de la playa.

Unos pagan sus pasajes, los otros también… a veces con sus vidas.

Unos vienen por el mar, los otros también…

La patera encallada se bambolea en la orilla mecida por el vaivén de las olas. Los móviles y las posturas alegres del foráneo para llevarse… un recuerdo de la isla.

La foto de sueños, llantos, silencios rotos,…

 

Ya lo entenderá

- Abuelo no lo entiendo…

-¿Qué no entiendes hijo?

-¿Por qué tenemos como monumento un jardín lleno de cactus? Lo veo como una cosa aburrida y seca. A la gente no le gusta esto.

- Tienes mucha razón hijo.

- ¿Si? ¿En qué?

-En que no lo entiendes.

 

Conversando con César

-Y tú, ¿Qué ves?

-¿Yo? Un simple grieta en el suelo, provocada por el enfriamiento de la superficie de la lava, que se solidifica, mientras en el interior el rio de lava sigue fluyendo en su camino hacía el mar. ¿y tú?

-Yo veo arte.

 

Invidente Mirador

-¿Por qué lo traes aquí? Creo que es una pérdida de tiempo… hay sitios que los disfrutará más.

-Siento llevarte la contraria, pero ahí donde lo ves, está disfrutando más que nosotros de este momento. Nunca te has preguntado, ¿por qué cuando llegamos a la cima de una montaña, cerramos los ojos y cogemos aire?, sentir esa sensación de pureza y libertad. Pues imagínate como se puede estar sintiendo él ahora mismo. Piensa que nosotros vemos esta valla que de alguna manera nos impide avanzar, él, en cambio, no. A veces, deberíamos cerrar los ojos para poder ver.

 

Monumento a mis abuelos

-Hacía años que no visitaba este sitio, creo que la última vez que vine fue con mi abuelo en paz descanse.

-¿Y qué tal la experiencia? Aprenderías un montón de cosas, ya que este monumento era en honor al campesino, y tu abuelo era uno de ellos…

-Si te digo la verdad, era un niño muy inquieto e inocente, y lo único que quería era jugar. Por más que él tratase de explicarme para que se usaba cada objeto, yo siempre conseguía escaparme y no hacerle caso…

-*SHHHHH* Silencio, nos están explicando como sacaban el gofio.

 

Sin título

Nos reunimos en el hall del hotel, apenas dormimos porque nos habíamos dedicado a saltar de balcón en balcón; para muchos era nuestro primer viaje y la adrenalina estaba por las nubes.

Hoy tocaba los Jameos del Agua, bajamos en fila y despacio, por la escalera de caracol, la luz solar procedente de la cueva le daba de lleno a Valeria de 6º A que, desde abajo, me miraba sonriente. Entonces, decidí saltar para impresionarla cuando alguien me agarró…

-“¿Qué haces abuelo?”

-“¡Lo siento cariño!, pensé que era tu abuela mirándome…¿Sabes que aquí fue donde la conocí?

 

Las montañas del Fuego

No paraba de darle vueltas al sueño de anoche:

El verme vagando por aquellos pasillos, sonriendo en la oscuridad, hablando con gente sin rostros, caminando de aquí para allá tan segura y tan cargada de vacío .. aquello no podía ser más que un aviso, una advertencia para salvarme del tedio en el que vivo tendría que regresar al único lugar donde puedo soñar despierta, un sitio mágico, majestuoso, donde la vida asoma entre las piedras del volcán y el viento todo lo trae y todo lo lleva, hasta mis penumbras.

 

La segunda vez

La segunda vez que hizo la misma visita había barullo de gentes, de todos los idiomas

También más luz, más plantas y más pulcritud, flashes devolviendo mágicos reflejos en el agua, pero no pudo sentarse al borde del lago ni tirar ripios y quedar embelesada con las ondas Contó y estaban los mismos veintiún escalones probablemente hechos por los pastores de antes.

Recordó los charcos a donde tantas veces fue a lavar lana…

¡Vámonos! La llamaron del grupo

pero creyó oir la misma voz de su abuela apresurándola para coger tabaiba.

Era 1939, en tiempo de guerra.

 

Tu mirada……..

Han pasado algunos años

Y de nuevo estoy aquí

Mis ojos sufren desvelos

Que evocan mi pensamiento

Y regresa a mi memoria

Lanzarote tierra de fuego

Sus montañas, cielo y mar

Un monumento natural

Agradecida y aun sin verlo

Se reflejo en tu mirada

Y quede enamorada

Del risco de Famara,

Un lugar que en esta isla

Alienta majestuosamente

El sentir de un conejero

que orgulloso en folias

expresa su gratitud

que se refleje en tu mirada

belleza tan especial

y que con solo mirarte

siempre te pueda pensar

Lanzarote, tierra mía

Jamás te podre olvidar.

 

Apenas amanecía….

Veía solo charcones,

Y las olas del mar

evocaron en mi mente

las manos de mi padre

sumergidas con las mías.

Continuando de paseo,

Timanfaya era el destino,

De nuevo recordaba a mi padre

como excelente guía,

sus palabras en mi mente

era como si lo vivía,

tierra de fuego caliente,

también la tierra mía.

y así seguí la excursión

de camino al mirador

estrecho brazo de mar

donde graciosamente

sueles mirar chinijas islas,

aves y mar

que al llegar la aurora

abrazan con afán

un café calentito y allí estas pa

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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