A lo largo de los siglos, Lanzarote se ha caracterizado por cultivar distintas frutas, verduras, cereales y legumbres, pero uno de los cultivos que supuso el sustento de muchas familias en la isla y que hoy en día es desconocido para muchos fue el del tabaco. En el siglo XX, el tabaco se arraigó como un cultivo rentable y en Lanzarote fue así hasta los años setenta, momento en el que dejó de dar dinero con la irrupción del turismo y se abandonó casi por completo.
En el documento titulado En torno al tabaco en Canarias, una perspectiva local realizado por Ramón Díaz Hernández, Doctor en Geografía por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, se recogen algunos puntos del cultivo del tabaco en Lanzarote.
En concreto, el artículo señala que Tiagua, Yaiza y Haría fueron tres de las regiones de Canarias que concentraban una gran cantidad de tabaco en la que no solo resaltaba su calidad, sino también la perseverancia de sus agricultores para mantener este cultivo de secano a pesar de las adversidades como la sequía o el viento.
El clima de Lanzarote era idóneo para el cultivo del tabaco, gracias a la ausencia de heladas, temperaturas cálidas y suelos bien drenados. A pesar del fuerte viento que suele reinar en la isla y que hizo que buena parte de los agricultores no quisieran dedicar a plantarlo en sus arenados, los que sí accedieron lo hacían creando socos para evitar destrozos en las plantaciones o seleccionando zonas protegidas de forma natural.
Según detalla Ramón Díaz, las variedades que se cultivaban en la isla era la Virginia, que años más tarde fue sustituida por la Bocoi por la demanda del consumidor por un tabaco más suave. La producción en Lanzarote se exportaba fuera a islas como Gran Canaria, quien recibía gran parte de la mercancía y donde se fabricaban los puros o cigarros.
Tinajo, el municipio del tabaco por excelencia
Benedicto Cabrera es un vecino de Tinajo que aún recuerda cómo su padre y su tío plantaban tabaco en Lanzarote. Según cuenta a La Voz, el primer cultivo que hubo de este producto fue en Ye aproximadamente en el año 1925 y, un año después, se comenzó a expandir por el resto de la isla. "Después de la primera cosecha, de la mano de un hombre llamado Antonio López pasó a cultivarse en Tinajo, convirtiéndose en el municipio del tabaco por excelencia", explica. "De hecho, Tinajo llegaba a cosechar hasta un millón de kilos de tabaco en años buenos", continúa.
Cuando era pequeño, Cabrera recuerda plantar los enarenados de Tinajo junto a su padre. Así, cuenta que en los años setenta, el Ministerio de Agricultura de la dictadura "ofrecía una paga de seis meses a los agricultores de Lanzarote que impulsaran el cultivo del tabaco, pero nunca se llegó a llevar a la fábrica porque fue comprada por la compañía Tabacalera, por lo que las dos últimas cosechas que hubo en la isla se quedaron en la cooperativa".
Antiguamente, y todavía hoy en día, Tinajo tenía los enarenados más extensos y ricos. Benedicto Cabrera cuenta que en su propia casa "se fermentaba el tabaco". En cuanto al cultivo, "era de secano, se hacían los semilleros y se plantaban". El cuidado pasaba también por el "despunte de las plantas y el deshijado" para que la planta centrara su esfuerzo en sacar hojas. Tras la recolección de las hojas, se colgaban en cujes, una vara horizontal de madera que se coloca sobre otras dos verticales de las que cuelgan el tabaco para su secado, los cuales se traían de La Palma.
Este secado se alargaba aproximadamente un mes para que que el proceso se realizara correctamente. "Cuando comenzaron a cultivar el tabaco en el norte de la isla, tiraban el tabaco encima de las paredes, pero ya perdía calidad... de hecho, se paga mucho más caro en Tinajo, como cuatro o cinco pesetas más, que en el norte aunque a veces había algunos intermediarios que compraban tabaco en la zona norte y lo traían a Tinajo para vendérselo a las fábricas como si fuese del municipio", dice.
Por otro lado, Cabrera señala que "cuanto más cerca de la costa se cultivaba el tabaco, más nicotina tenía debido a la acción del salitre".

Tres zonas diferenciadas de cultivo en la isla
Además, el geógrafo explica en el documento que en la isla había tres zonas tabaqueras distintas en función de su altitud y situación geográfica. Una de ellas es la zona norte alta, que comprendía el municipio de Haría y los valles pertenecientes a Teguise. Gracias a la altitud de las Peñas del Chache, la humedad en esta zona era bastante alta, más de un 80%, además de unas lluvias que se situaban entre los 80 y los 120 litros por metro cuadrado. Sin embargo, apunta que en años buenos se podían alcanzar los 450 litros.
Gracias a la humedad nocturna con el conocido en Lanzarote como sereno y al rofe de los enarenados que conservaban la humedad, el tabaco podía crecer de forma correcta. Como se describe en este artículo de la ULPGC, todas las fincas eran de carácter familiar.
Otra de las zonas era la norte baja, que incluía a los pueblos de Guatiza y Mala. Estos lugares se caracterizaban por una humedad relativa más baja, pocas lluvias y temperaturas moderadas. Asimismo, no solo se plantaba el tabaco en arenados, sino en las gavias en los propios barrancos.
Por último, también existía la zona central, la cual comprendía las localidades de San Bartolomé, Tinajo y Teguise. Aquí, los vientos eran más intensos y las plantaciones se realizaban en enarenados, gavias y el propio jable. En la parte más al este de esta zona las temperaturas eran más frescas y había menos humedad, mientras que en la oeste las temperaturas eran más templadas, el viento soplaba con más fuerza y tenían unas lluvias de carácter medio.
El cultivo del tabaco en Lanzarote supuso un sustento para muchas familias en una época en la que el hambre se apoderaba de la vida de muchos. Gracias a ello, consiguieron salir hacia adelante y debemos contarla conservarla y difundirla porque, como expresa Benedicto Cabrera, "soy el heredero de la historia de mi padre y de mi madre".









