La eliminación de la cruz y una placa franquista durante la remodelación de la plaza de Las Palmas, frente a la Iglesia de San Ginés, en Lanzarote, es un capítulo más del largo y lento camino para restaurar la memoria democrática en Lanzarote. También un ejemplo del debate que sigue reavivándose a nivel nacional entre diferentes posturas: eliminar los vestigios del periodo reciente más oscuro del país o resignificar algunos símbolos, sobre todo, los religiosos.
La conocida como cruz de los caídos de la plaza de Las Palmas se erigía sobre un monumento con una placa en honor al medio centenar de fallecidos del bando nacionalista durante la sublevación militar que desencadenó la Guerra Civil Española (1936-1939) y que derivó en casi cuatro décadas de dictadura franquista. El Cabildo de Lanzarote ha informado a La Voz que ni la cruz ni la placa, que fueron retirados durante los trabajos de remodelación de este bien de interés cultural, volverán a colocarse, "en virtud de la Ley de Memoria Histórica".
La dictadura franquista, como el resto de regímenes totalitarios del siglo pasado, basaban buena parte de su cultura política en el homenaje a sus caídos. Es por ello que los historiadores han dedicado las últimas décadas a analizar el valor de los monumentos que el franquismo levantó en plazas de todo el país, apropiándose de símbolos cristianos para homenajear a los muertos de un bando, a aquellos "caídos por Dios y por la Patria".
En los años siguientes a la Guerra Civil Española, "una gran cruz negra pintada en la pared y una lápida adosada" a la Iglesia de San Ginés homenajeaba a los arrecifeños del bando nacional que murieron durante el conflicto bélico. En los años 50, durante la remodelación de la Iglesia y de la plaza de Las Palmas, esta cruz se eliminó para abrir una puerta central en la fachada de la parroquia. La desaparición de la cruz "causó revuelo entre la población local", según una investigación de 2018 sobre la memoria histórica de la plaza a la que ha podido acceder este medio.
Durante la remodelación de la plaza por parte del artista multidisciplinar César Manrique, la Delegación del Gobierno franquista ordenó al Ayuntamiento de Arrecife construir esta cruz en la plaza y el consistorio se comprometió a tenerla lista para la visita del caudillo a Lanzarote el 29 de octubre de 1950. Esas obras fueron financiadas por el Ejecutivo español en la isla.
Esta cruz tardó seis años en ser bendecida por "desaveniencias" entre la Iglesia y el Gobierno. De este modo, mientras que la plaza fue la primera obra arquitectónica de César Manrique, antes de su marcha a Nueva York, la cruz no aparecía en los planos del artista y fue una exigencia de la dictadura.
La citada investigación del 2018, que se basaba en la Ley de Memoria Histórica del 2007 y no en la actual, de 2022, recogía la posibilidad de mantener la cruz, aunque fuera un homenaje a los caídos del franquismo porque "no conservaba las placas de los caídos" y porque la población local la ha comprendido "con otro rol". Sin embargo, sí avaló, sin lugar a duda, la retirada de la placa lateral colocada por la Falange.
En el camino por cumplir la Ley de Memoria Democrática del año 2022 y que permitió sacar del Valle de Cuelgamuros al dictador Francisco Franco, el Gobierno de Canarias, dirigido entonces por el Pacto de las Flores, dictaminó la creación del Catálogo de Vestigios Franquistas. Este documento, analizó varios símbolos, calles, monumentos y menciones franquistas en Arrecife y mencionó la Cruz de los Caídos.
Otros símbolos franquistas en la capital
Inicialmente, el Catálogo de Vestigios Franquistas de las capitales de Canarias detectó nueve elementos franquistas en Lanzarote y cuatro en La Graciosa. Entre ellos, tres placas conmemorativas en el Hospital Insular de lanzarote, dos que reconocen a la figura de Francisco García Escámez, un militar canario que participó en el golpe de Estado a la Segunda República y que fue capitan general de Canarias durante el Franquismo, y una última, al dictador Francisco Franco.
Además, este catálogo recogió la existencia de otra placa conmemorativa del Plan Nacional de Construcciones Escolares en el CEIP Titerroy y varias placas del Instituto Nacional de Vivienda franquista distribuidas por el barrio de Titerroy.
Asimismo, la capital mantiene aún calles en homenaje a militares golpistas como Ramón Franco, hermano del dictador, o Jacinto Borges, fallecido en la Guerra Civil y convertido en "símbolo y héroe" del Franquismo. Así pues, también una calle en homenaje al gobernador José García Hernández, un cargo político durante el periodo de excepción. A ello se suma el nombramiento como hijo adoptivo y alcalde honorario de Arrecife a Severiano Martínez Anido.










