Estoy completamente seguro de que Agatha Christie jamás pensó, soñó o imaginó que en un humilde pueblo de la isla de Lanzarote llamado San Bartolomé, una compañía de teatro de aficionados pusiese en escena la obra teatral que ha ...
Estoy completamente seguro de que Agatha Christie jamás pensó, soñó o imaginó que en un humilde pueblo de la isla de Lanzarote llamado San Bartolomé, una compañía de teatro de aficionados pusiese en escena la obra teatral que ha batido todos los récords de permanencia en cartel: "La Ratonera", con casi 60 años de representaciones ininterrumpidas en Londres.
Reconozco que al adquirir mi entrada iba predispuesto a ver una obra teatral como esas tantas que vienen de fuera a nuestra isla. Jamás había oído el nombre de Chespi. Es más pensaba con error que vendría de Madrid, Barcelona, Bilbao, etc. Mi sorpresa fue cuando al leer el díptico que tan amablemente nos regalaron ? digo regalaron porque en todos los teatros el espectador que desee adquirirlo debe pagar por él- leo que todos los componentes son isleños. Fue entonces cuando al preguntar me confirmaron que Chespir es un grupo teatral conejero.
No pretendo con mis palabras hacer un análisis pormenorizado de la obra. Pretendo exponer mi punto de vista sobre lo que vi y disfruté el pasado sábado, avalado por el amor y pasión que siento hacia el teatro y mis conocimientos sobre dramaturgia y literatura.
El elenco de actores escogidos para encarnar a los huéspedes de Monskwell Manor fue muy apropiado. La Sra. Boyle, encarnada por Neri Crespo, estuvo contundente y precisa. Buena imagen, excelente dicción y estuvo siempre presente en sus cortas pero importantes intervenciones, amén de una cuidada caracterización. Joe Ramsey solventó perfectamente el rol de Christopher Wren. Cierto es que a veces hablaba con rapidez y se perdía un poco el texto. Acertadísima la creación de su personaje, y muy logrado el histrionismo que, tal y como refleja Agatha Christie, lleva ese personaje. Se llevó una gran ovación.
El matrimonio Ralston estuvo encarnado por los actores Alby Robayna (Giles) y Almudena Moreno (Mollie). Estuvieron a la altura de las circunstancias. Alby demostró experiencia y seguridad, aunque a mi juicio a su personaje le faltó algo más de carácter. Almudena estuvo muy correcta como señora de la casa y aunque a veces se le atropellaban un poco las palabras, reconozco que formaban un tándem perfecto.
La escena de la confrontación entre Giles y Mollie fue una de las mejores interpretadas.Javier Clar dio vida al Mayor Metcalf. Pese a su juventud, hizo un personaje creíble, con excelentes momentos expresivos en situaciones difíciles para un actor, que son aquellas en las que debe estar en escena y figurar sin mediar palabra.
Miss Casewell corrió a cargo de Begoña Cedrés. Estuvo correcta y el momento del baile fue francamente divertido. Quizá advertí un poco de nerviosismo e inseguridad, pero al ser esta una obra de conjunto, estos defectos quedaron en segundo plano, prevaleciendo siempre el misterio y el suspense.
El Sr. Paravicini, a mi juicio, estuvo acertado. Germán Barrios dio vida a este excéntrico personaje con probada solvencia, adecuado movimiento escénico pese a su estatura y buena expresión corporal con dominio del espacio escénico. Y por último el Sargento Trotter encarnado por José Manuel Clar. Lo dejo para el final porque además de interpretar al policía, asumió la dirección escénica del montaje. Hizo gala de una excelente dicción y su entrada a través de la ventana, generó un momento muy bueno de atención entre el público. Considero que es un personaje ingrato para un actor, ya que siempre tiene que estar ahí y hacerlo muy bien como ése fue el caso, pero las ovaciones se las llevan otros personajes más agradecidos.
José Manuel Clar hizo un Trotter muy correcto y mostró una evolución muy buena del personaje, evolución que me perdonarán no comente para, tras y como reza en el díptico, no desvelar detalles innecesarios. A él le correspondió la ardua tarea de dirigir este montaje teatral.
Considero que José Manuel Clar no es un teórico de la escena, ligado a esquemas precisos y prefijados. Muestra de ello fue la disposición escénica de todos los personajes. Lo considero un director versátil y elástico, capaz de adaptar cualquier regla al uso sin jamás someterse al vínculo impuesto por un esquema preconstituido. Este hecho tan admirable quedó de manifiesto en muchos momentos de flexibilidad escénica, como los interrogatorios del detective, las peleas del matrimonio Ralston, el control de los espacios y la dinámica energética de los cuadros. Había momentos donde todos los actores en el escenario estaban haciendo cosas completamente distintas. Mi más sincera enhorabuena.
No me gustaría terminar mi comentario sin hacer referencia a aspectos técnicos. La iluminación corrió a cargo de Selma Rodríguez. Combinó de forma simple los ambientes de la casa, respetando las transiciones entre el día y la noche y jugando con una bonita luz proveniente del exterior de la ventana. Momento especialmente bello lo tuvimos hacia el final de la obra donde el día iba menguando en la misma medida que la luz. En el apartado de sonido felicitar a Eduardo Martínez por saber conjugar la música con las voces de los actores para que nunca fuesen tapadas. El decorado, aunque austero, permitió contar con todas las estancias que marca la autora de la obra y la escenografía muy adecuada, en especial el escritorio y la chimenea, parte importante de la trama.
Me agrada descubrir que en esta isla en la que he decidido vivir desde hace quince años, cuente con grupos teatrales que realicen proyectos a la altura de compañías profesionales. Desde aquí felicitar a todo el elenco de La Ratonera y a su director, el Sr. Clar, que tan sabiamente ha sabido dirigirlos.