La muerte de un niño no sirvió de escarmiento

"La cadena de despropósitos es tan grande, que adentrarse en cada uno de ellos hace que se revuelvan las entrañas. Al menos, para quienes no están demasiado ocupados intentando que la muerte de un niño de cinco años no les ...

11 de noviembre de 2011 (16:21 CET)

"La cadena de despropósitos es tan grande, que adentrarse en cada uno de ellos hace que se revuelvan las entrañas. Al menos, para quienes no están demasiado ocupados intentando que la muerte de un niño de cinco años no les ...

"La cadena de despropósitos es tan grande, que adentrarse en cada uno de ellos hace que se revuelvan las entrañas. Al menos, para quienes no están demasiado ocupados intentando que la muerte de un niño de cinco años no les salpique. Ahora, hay promesas desde la Autoridad Portuaria y el Cabildo ha abierto diligencias informativas para saber qué paso y por qué fallaron los medios de rescate. Quizá sirva para algo. Quizá esta vez sí escarmentemos. En el mejor de los casos, se dará solución a un tema aberrante desde miles de aspectos. Pero a Dylan le ha costado la vida. A más de uno, como mínimo, le debería costar el puesto".

Así terminaba el editorial que publicó La Voz de Lanzarote hace ahora tres años. Como era de esperar, finalmente aquel desgarrador suceso que tuvo lugar en Puerto Naos no le "costó el puesto" a nadie, pero lo que es aún más preocupante es que tampoco sirvió como escarmiento. Tres años después, se vuelve a poner sobre la mesa el mismo debate sobre los recursos de seguridad y emergencias de la isla. Tres años después, vuelven a quedar de relieve las carencias, la descoordinación y hasta las vergonzosas batallas en un tema tan sensible como el de los rescates marítimos.

En aquella noche del 1 de noviembre de 2008, miembros del cuerpo de bomberos, de Emerlan y de Cruz Roja miraban desde tierra cómo un coche se hundía con un niño dentro, porque no tenían el mínimo material indispensable para tirarse al agua. Ni siquiera una linterna. Fue un buceador deportivo del club Pastinaca, Daniel Corujo, quien acudió a la zona al enterarse de lo que sucedía y consiguió rescatar el cuerpo de Dylan, con "el último aliento de vida". Cuando Daniel llegó al puerto, en el agua sólo estaba un policía local que no pudo contener la impotencia y se había tirado al agua "a oscuras, sin gafas, sin poder ver" y estaba "tocando un vehículo boca abajo". Así lo relató en su momento Daniel Corujo, que no ocultaba su rabia y su dolor por lo sucedido.

En aquel momento, el Cabildo anunció que había abierto una investigación para determinar qué había fallado. Dónde estaba el material que debían tener los bomberos y que, según se denunció entonces, se había entregado a Emerlan, mientras ésta alegaba que su tiempo de respuesta es de 15 a 20 minutos, porque trabaja con buzos voluntarios, "que no realizan guardia presencial las 24 horas del día".

El entonces consejero de Seguridad, Ramón Bermúdez, se negó en su día a hacer público el informe con las conclusiones. Tres años después, el informe sigue sin ver la luz y dormirá en alguna gaveta de la Corporación, mientras los problemas vuelven a repetirse.

El último detonante que ha encendido las alarmas está en la muerte que se registró el pasado domingo, cuando un pescador fue arrastrado por una ola y desapareció en el mar. Poco se podía hacer por salvar su vida, pero sí por recuperar el cuerpo cuanto antes, para dar al menos un poco de tranquilidad a su familia en medio de la tragedia. Y en esta ocasión, se puede decir que los buzos profesionales localizaron el cuerpo en la primera inmersión? pero, eso sí, al día siguiente de que desapareciera. Es decir, rescataron el cadáver 24 horas después, pese a que efectivos de distintos cuerpos se habían desplegado en la zona poco después de producirse el suceso.

Ahora, la guerra ha vuelto a desatarse. El sindicato Asipal del cuerpo de bomberos denuncia que siguen sin tener material, que cuentan con lanchas precarias y que ni siquiera reciben cursos de preparación para rescates en el mar. Emerlan, se queja de que estaban en la zona desde las 12 horas del domingo, pero que no les dejaron tirarse al agua, a la espera de un grupo especial de la Guardia Civil que tiene las competencias para realizar este tipo de intervenciones, pero que tiene su base en Las Palmas de Gran Canaria ¿Y luego nos preguntamos por qué hay cuerpos que no se han recuperado nunca, y personas desaparecidas en la isla de las que no se ha vuelto a saber nada?

Desgraciadamente, Lanzarote está volviendo a dejar al descubierto su peor cara, y en un tema vital. ¿Cómo es posible que trece personas hayan muerto en lo que va de año en las costas de la isla y que estemos en medio de una bronca de reivindicaciones y disputas entre distintos cuerpos de profesionales y voluntarios?

A todo esto hay que sumar la amenaza que ha lanzado esta semana Cruz Roja, que denuncia que llevan nueve meses sin cobrar por los servicios de vigilancia que prestan en varias playas de la isla y advierte que si el Cabildo no les paga los 300.000 euros que les adeuda, retirarán el servicio de vigilancia. ¿Es a esto a lo que nos ha llevado la creación de un Consorcio de Seguridad y Emergencias, supuestamente para mejorar la coordinación y optimizar los recursos?

Mientras las instituciones siguen despilfarrando dinero, ¿no son capaces de dedicar recursos a un servicio esencial? ¿Tan difícil es repartir las competencias ante cada tipo de suceso, y aclarar si son los bomberos o cualquier otro cuerpo el que debe encargarse de los rescates marítimos? ¿Tan difícil es profesionalizar algo de lo que dependen vidas, y no estar a expensas de decidir a quién le toca actuar ante un suceso, de saber quién se ha llevado el material que compró el Cabildo o de esperar la llegada de un voluntario o de enviados especiales desde Gran Canaria?

"La cara de ese niño frente a la mía, con los ojos abiertos, no me la va a quitar nadie. Y tampoco la impotencia de que me faltaron esos cinco minutos para poder sacarlo con más vida de lo que le saqué". Ése era el desgarrador relato de Daniel Corujo, después de protagonizar, probablemente, uno de los días más heroicos y dramáticos de su vida. Desgraciadamente, parece que los responsables de evitar que algo así se repita, sí se han olvidado de lo que sucedió con ese niño.

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