¿Qué pensaría de nuestro país y de sus conciudadanos una persona que se despertara de repente después de haber estado dormida durante los últimos cuarenta años? Al rato de ver los noticiarios en las teles y de leer titulares en la prensa, es muy probable que creyese que España se ha convertido en uno de los países peores y más conflictivos del mundo, pero nada más lejos de la realidad.
A esta persona habría que explicarle que las dos supuestas Españas que ha creído detectar se refieren a la representación exagerada de una realidad, más que a la realidad misma. Ella misma se daría cuenta enseguida de que nuestro país sigue siendo, en esencia, un estado lleno de particularidades y, por ello, diverso, aunque muy dado al dramatismo.
Por poner un ejemplo, la reciente aprobación de la Ley Eutanasia por el Gobierno de Pedro Sánchez ha provocado exactamente el mismo debate que se produjo con otras medidas similares adoptadas por gobiernos progresistas desde la transición democrática. Es decir, la derecha primero se opone y lo lleva al terreno de la moral, pero, con el paso de los años, acaba haciendo suyos esos derechos. Lo mismo ocurrió con el divorcio, el aborto o el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin ser experta en política, nuestra durmiente recién despertada cogería al vuelo que gobierna la izquierda y que la derecha está en la oposición, y que eso lo explica casi todo, en especial la representación catastrofista que esta última hace de una realidad que no se corresponde con lo que vive la ciudanía en sus rutinas diarias. Estoy convencida de que la inmensa mayoría no quiere vivir en permanente excitación política, sino tener un trabajo digno, disfrutar de sus seres queridos y vivir bien y en paz.
La verdadera realidad es que residimos en un país democrático, fraternal y generoso, con un clima y unos paisajes envidiables, y poseedor de una riqueza cultural inmensa que va desde el patrimonio histórico a las divertidas celebraciones festivas, pasando por una gastronomía insuperable. Vivimos en un país solidario y abierto, sociable y seguro, que descansa en sólidos lazos familiares y con una larga esperanza de vida, entre otros motivos gracias a que tenemos un sistema sanitario universal y gratuito y gestionado por unos profesionales de primera.
Nuestra lengua está entre las más habladas del planeta, la violencia machista se encuentra entre las más bajas de Europa, y lo mismo sucede con los asesinatos y la tasa de suicidios. Así que España no es lo que a diario se vierte en Twitter u otras redes sociales, ni de lejos. Nuestro país es un gran país. Nuestro país rinde culto a la amistad y es laborioso, alegre y optimista, y con toda esa energía limpia y no contaminante vamos superar el duro trance en que nos encontramos.
Ariagona González, Diputada Nacional del PSOE y Consejera de Industria y Energía del Cabildo de Lanzarote.