Déjanos que el único “disfraz” sea el nuestro

11 de febrero de 2021 (06:52 CET)
Actualizado el 11 de febrero de 2021 (06:52 CET)
Yone Caraballo
Yone Caraballo

Carnaval.

Febrero, mes de carnaval, fiesta, mascaritas, maquillaje y lentejuelas. Para Canarias, podemos decir que uno de los acontecimientos más importantes durante lo largo de un año es el carnaval, donde miles de personas lo viven con alegría, entusiasmo e ilusión. Quiero destacar, sobre todo, los murguer@s, las comparsas, las batucadas, carrozas, etc., que están todo un año sacrificados trabajando para darlo todo encima de un escenario y en un desfile durante el mes de febrero y parte de marzo por cada rincón de nuestras islas repartiendo sonrisas.

El año pasado vivimos el carnaval ajenos e inconscientes de lo que nos depararía el futuro en a penas unos pocos días. Después de quitarnos la brillantina de la cara, el 14 de marzo de 2020 se decretaba el Estado de Alarma en todo el territorio estatal, y una forma nueva de vivir hasta ese mismo momento estaba esperándonos a todos.

Sé que es difícil para alguien que vive el carnaval como parte de su vida, pedir que renuncie en estos momentos a ese convencimiento, pero creo que es necesario e imprescindible. La sociedad en general estamos agotados de esta situación, sobre todo de esta incertidumbre que vivimos sin saber la dirección exacta de hacia dónde vamos, o hasta cuando volveremos a tener la vida como tal la conocíamos antes de la llegada del Covid-19. El ser humano por naturaleza es un ser social, necesita interactuar con los demás; necesitamos ocio y diversión. Ahora valoramos y somos conscientes de la suerte que teníamos aquellos momentos con los amigos, donde los besos, los abrazos, las risas a cara descubierta no suponían ningún peligro. Hoy, todo aquello es impensable.

Todos los que vivimos el carnaval, incluido la inmensa mayoría de mis compañer@s sanitarios, tenemos ganas de ponernos nuestro mejor disfraz, una peluca, pintarnos la cara y patear nuestras calles y nuestras plazas bailando al ritmo de batucadas y comparsas sin perder en ningún momento la alegría y la mejor sonrisa. Pero tenemos que ser conscientes y reflexionar de que todo eso debe esperar.

Todavía en Fase 4.

Lanzarote, ahora mismo, sufre la peor ola en esta crisis sanitaria desde la declaración de la pandemia por parte de la OMS. El Hospital DR. José Molina Orosa se ha convertido en el recinto hospitalario con mayor carga asistencial y presión de pacientes ingresados por COVID en la unidad de cuidados intensivos, superando la veintena de pacientes conectados a respiradores para poder seguir respirando y tener esperanzas de sobrevivir.

Nos encontramos en Fase 4. Podemos comprobar cómo lo que se intentaba conseguir con estas restricciones se está logrando poco a poco. Pero aún queda un largo camino por caminar. Hay que conocer que todos los pacientes que a día de hoy se contagien, un porcentaje de estos en una media de 10 dias aproximadamente, tendrán probabilidades de presentar síntomas severos o graves, los cuales requieren de asistencia sanitaria de urgencias y muchos acabaran en hospitalización de planta o UCI. Quiero decir con esto que el cambio de fase lo va a dar en gran parte el número de pacientes ingresados en la unidad de cuidados intensivos. El Hospital de Lanzarote habitualmente sólo cuenta con una unidad de cuidados intensivos de 10 camas, donde en ellas, y antes del Covid, ingresaban pacientes con patologías criticas que necesitaban vigilancia extrema y tratamientos muy complejos y específicos, como, por ejemplo, infartos de miocardio, ICTUS, sepsis, encefalitis, politraumatizados, etc. Patologías que no han desaparecido y que desgraciadamente seguimos sufriendo entre la población. Pues bien, esa UCI con esas 10 camas ahora es totalmente COVID, pero es que, además, otros 10 pacientes más ocupan zonas de reanimación y salas de quirófanos como pacientes Covid intubados, desplazando las plazas de UCI no Covid. Esta situación está haciendo que ya se hallan realizado los primeros traslados en helicóptero de pacientes intubados a otras unidades UCI de hospitales canarios.

Personal.

Por otro lado, sufrimos el hándicap del personal cualificado, los médicos especialistas de cuidados críticos son los intensivos, pero ahora mismo debido a la gran carga y presión asistencial del número de pacientes, los anestesistas se han tenido que preparar para realizar esas funciones; lo mismo pasa con el personal de enfermería. Desde la Gerencia han comunicado en prensa que vendrán médicos intensivos de otras islas para reforzar.

Con todo esto que quiero hacerles ver que, a pesar de que estamos en febrero y tenemos ganas de carnaval, tenemos que ser responsables, no bajar la guardia, no confiarnos, cumplir las normas sanitarias y no hacer ninguna locura como, por ejemplo, hacer u organizar fiestas privadas de carnaval en casas, almacenes, villas, etc. Pensemos en esas vidas que hemos perdido y en todas aquellas que siguen conectadas a un respirador, las cuales también se han quedado sin carnaval. Seamos solidarios, ya no con nosotros los sanitarios, sino con los enfermos y sus familias que lo están pasando verdaderamente mal.

Habrá muchos momentos de fiestas, risas, timbales, pelucas, maquillaje, jolgorio, bailes, etc. Deja que los únicos que sigamos “disfrazándonos” este año seamos nosotros, los sanitarios, mediante la colocación de nuestras batas, gorros, gafas, guantes y mascarillas, para poder seguir ofreciendo un servicio público de calidad.

 

Yoné Caraballo, Secretario Insular de Bienestar de NC en Lanzarote. Enfermero de Urgencias en el Hospital Dr. Molina Orosa.

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