"La cultura no siempre es ética y la tradición no tiene que ser normalidad"

9 de octubre de 2022 (15:21 CET)

En lo más top de los insultos que recibe cualquier niña/adolescente/mujer ciudadana de este mundo siempre está el "puta".

No hay nada que, culturalmente, denigre más socialmente a una mujer que el vínculo con la prostitución. Sin embargo, si lo comparamos con las "ocupaciones" masculinas que deberían estar a la par del supuesto denigre, podrían ser aquellas vinculadas con el tráfico de armas o de drogas, y nada que ver. 

La sociedad y la cultura juegan una doble moral intentando idolatrarlos aunque estén condenados... "Don Pablo Escobar" "El patrón" "El GRAN Chapo"... identificativos casi de súper héroes... 

Sin embargo, no hay prostitutas súper heroínas... y ahí, en el extremo del "mal"...sorpresa; 

¡Vuelve a existir desigualdad!

No existe un "puto" como insulto, existe un "puto amo" sin pruebas del pañuelo y sin sangre. 

En algo hemos fallado todos y también todas. 

Y es en que nos ha faltado piel para haber sentido a las "putas" que se señalan por las calles y con ello perpetuar la cultura.

Sentir que fuimos los silencios de quienes estaban allí. 

No creo que haya humano que no haya pronunciado la palabra "puta" como descalificativo.

No creo que haya persona que no haya denigrado mentalmente a una mujer por su libertad sexual.Y libertad sexual no es solo respetar la promiscuidad, sino también a quienes optan por la exclusividad y se identifican más en ser de "la vieja escuela". Eso también es libertad, que da la sensación, por otro lado, que solo empodera el libre albedrío, y no. Quienes identificamos los vínculos sexuales con la exclusividad, también somos libres. 

Sin embargo, todo sea dicho,  ha sido tan potente el adoctrinamiento, que un "puta vida" me sale solo 

Porque el patriarcado es transversal, a veces te susurra una canción de Romeo Santos donde te cuenta melodioso como te violaría y otras se convierte en Manada en pleno San Fermín.

He ahí su poder, el de adaptarse a los tiempos, a los espacios y a los silencios. 

No se me olviden... la cultura no siempre es ética, la tradición no tiene que ser normalidad. 

Y nosotr@s seguimos teniendo el tiempo como poder absoluto para cambiar las tornas de la ilógica.

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