Al pan pan y al vino vino

Por Sigfrid Soria Recientemente en Lanzarote ha habido dos manifestaciones que tanto sus organizadores como los medios de comunicación han rodeado de un aura de éxito. Me refiero a la manifestación en contra de las prospecciones petrolíferas y a la ...

3 de abril de 2012 (18:03 CET)
Por Sigfrid Soria
Recientemente en Lanzarote ha habido dos manifestaciones que tanto sus organizadores como los medios de comunicación han rodeado de un aura de éxito. Me refiero a la manifestación en contra de las prospecciones petrolíferas y a la ...

Recientemente en Lanzarote ha habido dos manifestaciones que tanto sus organizadores como los medios de comunicación han rodeado de un aura de éxito. Me refiero a la manifestación en contra de las prospecciones petrolíferas y a la manifestación en contra de la reforma laboral.

Me veo en la obligación moral de escribir este artículo pues rechazo aquello de que una mentira repetida 1.000 veces se convierta en verdad. Y, en este caso se ha repetido demasiadas veces la mentira de que ambas manifestaciones fueron un éxito.

Como punto inicial afirmo que las intenciones individuales de todos y cada uno de los manifestantes a ambas manifestaciones fueron absolutamente respetables. Por tanto y deseando que este axioma del que parto se tenga muy presente, reitero mi sincero respeto a los participantes de los dos eventos.

No obstante lo anterior, también afirmo que las dos manifestaciones han tenido como resultado un claro fracaso. Una cosa fueron las respetables intenciones individuales de los manifestantes y otra muy distinta es que hayan conseguido su objetivo (el éxito) al manifestarse, que no lo han conseguido en absoluto.

Toda manifestación tiene como referencia de éxito o de fracaso el número de manifestantes. Tomando como referencia la capital de nuestro país, en Madrid cualquier manifestación que aspire a ser trascendental o histórica es un fracaso si no llega al millón. En buena lógica, esa cifra trasladada a Lanzarote implica que una manifestación de menos de 50.000 personas no podría aspirar a ser ni trascendental ni histórica.

La manifestación en contra de las prospecciones petrolíferas tuvo 9.000 manifestantes. Eso la sitúa en un paupérrimo 18 por ciento del supuesto éxito. En cuanto a la manifestación en contra de la reforma laboral, los datos se reducen exactamente a un tercio. Es decir, que el apoyo de los conejeros al NO a la reforma laboral se ha quedado en un ínfimo 6 por ciento del supuesto éxito.

Supongo que nadie cuestionará la fiabilidad de los datos oficiales de número de manifestantes. Pero por si hubiera alguien, cabe recordar que la competencia oficial y exclusiva sobre autorizaciones para manifestación la tienen las Delegaciones del Gobierno, así como también la de proporcionar datos oficiales de participación a través del análisis efectuado por la Policía Nacional. A dichos datos nos debemos todos los demócratas que respetemos el sistema competencial que nos hemos dado.

Cualquiera que negara estos datos se situaría automáticamente en el terreno de la especulación subjetiva, ya que lo mismo que los organizadores tienden a dar cifras infladas, seguro que hay quien las minimiza.

En cualquier caso y resumiendo, las dos manifestaciones de Lanzarote han sido un rotundo fracaso pues se han quedado a un 18 por ciento y a un 6 por ciento respectivamente del supuesto éxito cifrado en un 33 por ciento de la población total, o lo que es lo mismo, 50.000 personas. Se puede afirmar objetivamente que el pueblo de Lanzarote ha dado la espalda a las dos llamadas: a la de oponerse a las prospecciones y a la de condenar la reforma laboral.

Dicho de otra manera, la inmensa mayoría de los ciudadanos de Lanzarote apoyamos tanto las prospecciones petrolíferas como la reforma laboral. Y este apoyo está íntimamente relacionado, sin lugar a dudas, con la victoria en Lanzarote del Partido Popular en las últimas elecciones generales.

Sigfrid Soria (Junta Nacional del Partido Popular)

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