Los meses de verano inundan las redes sociales de imágenes de ensueño tomadas desde cualquier parte del mundo. Calas de aguas cristalinas, vídeos buceando con tortugas y bailes desde la playa bombardean las publicaciones de las plataformas más populares.
En medio de esa vida de ensueño (pero irreal) los destinos se vuelven virales de un día para otro, como sucedió con Las Grietas, en Lanzarote, y crece el fenómeno bautizado en redes como Fomo (fear of missing out), que no es otra cosa que el temor a perderse experiencias que otros sí están viviendo, sin profundizar en si se desea realmente o el porqué se escogen unas experiencias y no otras.
El catedrático en Geografía de la Universitat de les Illes Balears Macià Blázquez, especializado en turismo, sostenibilidad y planificación territorial, analiza con La Voz los riesgos de un modelo turístico en máximos históricos y cómo el torrente constante de visitantes genera diferentes problemas en la población local. Al mismo tiempo, baraja que el turismo de masas pueda tener fecha de caducidad en los destinos más demandados y que este pase a ser sustituido por el de élites.
Turismo de masas vs. turismo de élites
España alcanzó su récord de turistas en los primeros siete meses del año hasta llegar a los 55,5 millones de visitantes. En mitad de las oleadas de indignación contra el turismo masivo y los debates por la afección medioambiental y social que genera en el entorno y en la población local, Cataluña, Canarias y Baleares han sido los destinos más demandados por los visitantes.
Mientras más de dos millones de turistas han visitado Lanzarote entre enero y julio de este año, un amplio porcentaje de canarios (en torno al 32,4%, según el Instituto Nacional de Estadística) no puede costearse unas vacaciones.
A pesar de las movilizaciones sociales en el archipiélago, el Gobierno canario no ha aprobado aún ninguna de las medidas exigidas, entre ellas, ha rechazado imponer una ecotasa o declarar una moratoria hotelera y vacacional para tratar de contener el crecimiento.
Blázquez explica que la hipótesis que barajan los investigadores de la Universitat de les Illes Balears es que el modelo turístico se dirige hacia un "escenario de inseguridad, encarecimiento y acaparamiento, sobre todo por parte de las clases más favorecidas". En este sentido, adelanta que, aunque ahora pueda parecer extraño, su hipótesis es que los destinos más rentables y demandados van a "un fin del turismo barato" y se dirigen a "una elitización y una exclusión".
El experto explica que el acaparamiento de propiedades inmobiliarias y la mejora de la planta alojativa ya se ve en las islas españolas, tanto en Baleares como en Lanzarote. Estos destinos, como ocurre con las islas del Caribe o las del sureste asiático ya sirven de refugio para las élites.
¿El turismo de lujo es turismo de calidad?
Blázquez invita a reflexionar sobre cómo definir el turismo de calidad, teniendo en cuenta factores más allá del dinero que dejen en el destino. Por ejemplo, si los trabajos del sector están bien remunerados, tienen unas buenas condiciones laborales, una mejor redistribución de la riqueza o menos impactos en el medioambiente.
El investigador señala que la tendencia de defender la idea de que vengan menos turistas para que gasten más puede derivar en la exclusión social de la población residente, por el encarecimiento del día a día, pero también de turistas de menor nivel adquisitivo.
Ejemplo de ellos es que cada vez es más complicado para un canario vacacionar dentro del archipiélago. En las islas, una noche de hotel por persona cuesta de media un 48% más que antes de la pandemia, según datos del INE, comparando julio de 2019 y el mismo mes de 2025. Al mismo tiempo, Lanzarote es la isla con los hoteles más caros del archipiélago y alcanzó en julio los 147,8 euros por noche.
En un estudio publicado junto a investigadores de la Universidad de Barcelona y la de Wageningen, Blázquez diferencia entre el decrecimiento justo y el "fake", señalando que sustituir el turismo de masas por el de lujo genera desigualdad y atiende solo a valores económicos y no a otros también relevantes como la huella de carbono. Frente a ello, propone abarcar el decrecimiento desde "la justicia social", es decir, asegurando que todas las personas tengan oportunidades de acceder a los destinos.
Blázquez explica que en Baleares se está produciendo "un proceso de de estigmatización del turismo de menos poder adquisitivo, del turismo de fiesta, del turismo que usa la calle como un espacio de diversión y que no tiene accesos a espacios más privados".
Trato diferenciado para residentes
Durante la Semana Santa, el Cabildo de Lanzarote puso en marcha un sistema de guaguas lanzaderas para controlar la masificación en el Volcán del Cuervo y Caldera Blanca. El sistema impedía a residentes y turistas aparcar en los estacionamientos disponibles en la zona y los instaba a visitar los lugares a través de una guagua pública gratuita.
En Baleares, en las playas vírgenes de Menorca se ha abogado por poner señalizaciones en la carretera principal para informar de si el aparcamiento está lleno o no y si lo está, se impide el acceso. Mientras tanto, Bláquez explica que para ello se deben garantizar otras vías de acceso para residentes y otros sistemas de aparcamientos diferenciados.
La xenofobia se abre paso en las islas
El catedrático en Geografía explica que las teorías xenófobas se van abriendo paso en las islas. De manera que, migrantes que provienen del hemisferio norte del planeta muestran un rechazo a las personas que provienen del hemisferio sur, ya sea por cuestiones étnicas o culturales.
"Con los nórdicos no tenemos problema porque son ricos"
El creciente aumento de la xenofobia se dirige principalmente contra las personas migrantes procedentes del norte africano y que han llegado en pateras u otro tipo de embarcaciones precarias a las islas. "Estas ideologías xenófobas marcan una exclusión del nativismo. Como diciendo, nosotros somos europeos del norte global y tenemos un estatus", apostilla Blázquez.
El investigador expone que los movimientos migratorios que se producen hacia Canarias y, con menor frecuencia, a Baleares están siendo utilizados como arma arrojadiza por la clase política para "generar un estado de opinión muy desfavorable a los que son de otras etnias, de otras culturas y de otras lenguas del sur global. Con los nórdicos no tenemos problema poque son ricos".
Una nueva forma de vacacionar
Para concluir, Blázquez expone que "no todas las vacaciones tienen que consistir en hacer turismo porque la verdad es que ya es una cuestión climática por los impactos de los desplazamientos".
El investigador recuerda que las vacaciones, como parte del derecho al descanso, son conquistas sociales de las personas trabajadoras. Sin embargo, plantea que continuar con el nivel de movilidad actual no es sostenible para un planeta golpeado por la crisis climática.
Para ello, cita la propuesta del autor catalán Sergi Yanes, que aboga por el "dominguerismo", una manera de descansar durante las vacaciones sin necesidad de hacer largos viajes.









