Un total de 24 asociaciones o "galleras" federadas en Canarias apoyan esta práctica, muy criticada por ecologistas y defensores de los animales

Las peleas de gallos, entre la tradición y la polémica

Las peleas de gallos en Canarias se remontan a principios del siglo XVIII. Comenzaron en la Casa de los Coroneles, en la localidad majorera de La Oliva, donde se inició el cuidado específico de ...

27 de junio de 2006 (05:39 CET)
Las peleas de gallos, entre la tradición y la polémica
Las peleas de gallos, entre la tradición y la polémica

Las peleas de gallos en Canarias se remontan a principios del siglo XVIII. Comenzaron en la Casa de los Coroneles, en la localidad majorera de La Oliva, donde se inició el cuidado específico de gallos para las peleas. Fue más tarde, a principios del siglo XIX, cuando la familia Manrique de Lara, últimos descendientes de coroneles por nombramiento, se dedicó al cultivo de esta práctica hasta tal punto que consiguieron, por medio de cruces entre gallos, una raza propia. Las peleas de gallos se extendieron por todo el archipiélago de forma casi generalizada a mediados del siglo XIX.

Las principales ciudades entregadas a la gallística estuvieron

en Gran Canaria. Pero eso no quiere decir que en Lanzarote pasara desapercibida. Antonio Cabrera y Blas Curbelo, capitanes de la gallística arrecifeña, lograron casar 27 peleas en la temporada del año 1859, fijándose la apuesta en 50 duros cada riña y 300 a la ventaja general. Era una actividad que llamaba la atención de toda la población canaria. A pesar de las cantidades que se apostaban existían también aficionados obreros que se dedicaban a las peleas de gallos de forma más humilde.

Hoy en día se demuestra que las cosas han cambiado. Las apuestas están prohibidas por la Ley y además, desde hace un año, existe un órgano que se encarga de velar por los intereses de esta práctica. Presidida en la actualidad por José Luis Martín, la Federación Canaria de Gallística, al no contemplarse como un deporte, está registrada como federación de asociaciones de cría, selección y competición, donde hay inscritas 24 asociaciones de todo el archipiélago. El presidente regional aproximó una cantidad de siete u ocho mil personas que forman parte de las diferentes galleras y asociaciones de Canarias, "eso sin contar a los aficionados que llenan todos los fines de semana los reñideros", aporta. La isla de La Palma es la que más asociaciones de este tipo alberga ya que "allí es el deporte nacional". José Luis Martín asegura que lo mejor de las peleas de gallo es la cría "porque la pelea en sí sólo dura diez minutos". El cuidado y el trabajo de cría es crucial para conseguir gallos de pelea buenos. "Se cuidan como a deportistas de elite", comenta el presidente de la Federación. Estos animales tienen en su dieta frutas como el Kiwi, papayas o tomate. Pero los gallos dedicados a la pelea, además de tener una alimentación sana, deben tener un árbol genealógico de buenos ejemplares que genéticamente adelanten al casteador que el gallo va a salir bueno. Al parecer se pelean desde pequeños, por eso "se tratan con mucho cuidado y por separado", confirma José Luis Martín.

Las peleas en la Villa

"El Pollo de Oro" es una de las últimas peleas de gallo que se celebran en Canarias. Es un campeonato regional que tuvo lugar hace dos semanas y al que acudieron aficionados de todas las islas. Esta pelea organizada por la gallera de La Villa se celebra en una carpa situada en el Complejo Agroindustrial de Teguise. La competición no es como el resto de las peleas de temporada ya que se trata de gallos que no superan los 16 meses de vida y que se enfrentan en la valla durante diez minutos. El jurado, pasado este tiempo límite, es el que decide cuál es el ejemplar que gana la pelea, aunque en muchos casos la riña termina antes de tiempo con uno de los gallos abatidos.

Los animales no se cansan, se picotean y se esfuerzan para imponerse en la pelea. Y lo que hace atractiva esta práctica para los aficionados es que, más de una vez, el gallo que se daba por perdedor ha sorprendido al público con un arranque que deja a su contrincante fuera de la pelea.

"El Pollo de Oro" no es una competición por galleras, es una pelea en la que los casteadores escogen de forma individual a sus mejores pollos. Cada participante puede presentar tres pollos, y la suma de los resultados de cada pelea es la puntuación que se tiene en cuenta al final para determinar qué casteador queda campeón. La pelea dura muy poco pero es intensa. Al final, uno de los gallos cae al suelo, pero el casteador responsable intenta levantarlo por las alas tres veces. A la tercera va la vencida y si el gallo no responde, la pelea está decidida.

En "El Pollo de Oro" fueron los gallos de Eladio Mérida, casteador procedente del Hierro, los que ganaron la competición. Los Hermanos Negrín, de Lanzarote, se hicieron con el segundo puesto. Los gallos de Francisco de Paz, de La Palma, consiguieron el tercer puesto y el título del gallo más rápido.

El Gallo de pelea: ¿Distinto por instinto o utilizado para la diversión de los humanos?

Son muchas las voces contrarias a las peleas de gallo, que ven en esta práctica un abuso por parte del ser humano y en contra de los animales. Normalemente la razón por la que se producen discrepancias reside en la dicotomía existente entre tradición y práctica cruel. Por ejemplo, la organización mundial en pro de la protección de la naturaleza, ADENA, cree que esta práctica debería estar prohibida en Canarias al igual que en el resto del país. Pero si en Canarias existe una federación es porque hay gente que apoya las peleas de gallo. El presidente de la Federación Canaria de Gallística, José Luis Martín, respeta a las personas que no gustan de las peleas pero "que no nos ataquen porque si no fuese porque hay peleas, esta especie habría desaparecido debido a que no sirven para comer".

Por su parte el responsable de ADENA en Canarias, José Trujillo, expone que estas peleas "causan graves problemas a los animales, y se ha demostrado que sufren y mueren, por eso entendemos que debería ilegalizarse". Además, Trujillo asevera que "la crueldad también está en el hecho de que cuando un gallo deja de servir para la pelea se sacrifica". En la otra cara del debate el presidente de la gallística canaria aclara un argumento más a su favor y es que se queja de que se compare la pelea de gallos con los toros, "y hay que entender que son muy diferentes ya que en este caso es una lucha entre animales en las mismas condiciones, con el mismo peso y la misma edad, y los toros es un enfrentamiento entre el animal racional armado y el irracional". Desde ADENA, Trujillo, asegura que se trata de cosas diferentes "pero el caso de las peleas de gallo no deja de ser un espectáculo provocado para la diversión del humano".

Por último, detro del ambiente gallístico todos los criadores coinciden en que desde pequeños los pollos tienen que estar separados porque "están en una continua lucha jerárquica y su instinto es matar al rival". Según muchos aficionados los "hay polluelos que se han llegado a matar a los dos días de vida", además de asegurar que "si dos gallos se escuchan a mucha distancia van al encuentro para pelear". Al respecto, el responsable de la organización ecologista discrepa al comentar que "es cierto el hecho de que la rivalidad entre gallos es instintiva, pero otra cosa es que se le entrenen y se les ponga en un sitio específico con el único objetivo de que se maten", además de diferenciar el hecho de que "una cosa es la competencia instintiva y otra cosa es propiciar el espectáculo con la pelea y la muerte de los animales". ADENA pone de relieve que las peleas de gallo "están asociadas al dinero que se juegan los aficionados apostando por un animal o por otro, algo que me parece patético aunque hablen de tradición", comenta Trujillo.

Desde ADENA, como comenta su representante, no tratan de luchar en contra de prácticas populares si no que "existen tradiciones que deben ser prohibidas por su cariz violento en contra de los animales". Por último, José Luis Martín destacó que la Federación trata de que no haya dinero en juego, pero admite que lo que pasa fuera del reñidero no es competencia de la organización, si no de la justicia. "No podemos controlar lo que pasa fuera de la competición aunque sí lo podemos denunciar". Además declara que están amparados porla Ley de protección de animales de 1991 que no prohíbe las peleas en lugares donde haya tradición.

Cría y entrenamiento

La cría del gallo se produce desde mucho antes de la puesta del huevo. Se trata de un proceso por el que el "casteador", que es así como se llama el encargado de realizar los cruces de castas, elige cúales son los gallos y gallinas que hay que casar para que el resultado sea un gallo de competición. Luego viene la parte con la que, según muchos, se disfruta más. Se trata de la alimentación, la desparasitación y los cuidados que requiere el gallo en general. Martín comenta que "los diez minutos de pelea son lo de menos", pero el responsable de ADENA no encuentra sentido a todo el proceso de cuidados de los gallos porque "es un entrenamiento continuo", concluye.

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