"Es de noche, estábamos encerrados, no veíamos nada y oyes todo"

Un grupo de jóvenes lanzaroteños narra su odisea vivida en Méjico

Todo estaba preparado para pasar una magnífica semana en México hasta que el último día se truncó el viaje. Un grupo de 16 jóvenes lanzaroteños vivió una de sus peores noches el pasado domingo cuando, durante su ...

21 de julio de 2005 (22:53 CET)

Todo estaba preparado para pasar una magnífica semana en México hasta que el último día se truncó el viaje. Un grupo de 16 jóvenes lanzaroteños vivió una de sus peores noches el pasado domingo cuando, durante su estancia en el país Sudamericano, llegó a la zona donde se encontraban el huracán Emily. "Es de noche, estábamos encerrados, no veíamos nada y oyes todo". Con estas palabras Sergio Navarro, uno de los miembros del grupo, describió la experiencia a la que se enfrentaron él y sus amigos.

El jueves 14 comenzaron a llegar las primeras noticias de que el huracán, tras haber pasado por otras zonas, se había vuelto a formar y se dirigía hacia el país. Ante la situación, otros turistas decidieron adelantar su viaje de vuelta. Sin embargo, el grupo de lanzaroteños se quedó "porque en un principio decían que no iba a tener tanta fuerza y tampoco iba a pasar exactamente donde estábamos nosotros", explicó Sergio Navarro.

Sin embargo, todo cambió cuando las informaciones dijeron que era un huracán de una gran fuerza y además pasaría justo en el lugar donde se encontraba el grupo. Es más, de no haber ocurrido nada su avión tendría que haber vuelto ese domingo 17 a las ocho de la tarde y no lo hizo porque las previsiones eran que el Emily pasaría entre las siete y las ocho "por lo que se cerró el aeropuerto", apuntó el joven.

Ante la situación la dirección del hotel le dijo a sus huéspedes que se mantuvieran encerrados en sus habitaciones hasta que ellos les avisaran. Al mismo tiempo les facilitaron información de cómo iban las cosas "y estuvieron recogiendo todo como las hamacas que las metieron en la piscina para que no salieran volando", dijo Sergio Navarro. Así es que sobre las cuatro de la tarde los jóvenes ya estaban en dos habitaciones. Y cada cual pasó la noche como pudo. Incluso hubo quien se encerró en el cuarto de baño porque era donde menos se escuchaba el ruido del viento o en un armario. En este sentido, Sergio Navarro contó: "Se vive con tensión y con miedo porque es una situación que no has vivido nunca y no sabes lo que va a pasar". Así, tuvieron que pasar más de diez horas porque en el hotel les recomendaron que no salieran hasta que el personal les avisara. Esto se debe, según explicó el joven, a que hay un momento que afloja que es cuando está el ojo del huracán "y luego es cuando viene lo más fuerte aunque parece que se ha acabado".

Por fin, sobre las seis de la mañana abandonaron las habitaciones en las que habían pasado las horas más largas de sus vidas. En el exterior el paisaje era desolador. "Estaba todo destrozado, palmeras botadas, árboles, los postes de luz en el suelo, techos que son de paja que se habían venido abajo, la cristalera de la recepción rota o los muebles por el jardín". Así es que sacaron fotografías y vídeos mientras que el personal comenzó a recoger y limpiar todo lo que podían.

La aventura continúa

De nuevo el personal del hotel les pidió que volvieran a sus habitaciones porque unas horas después les servirían el desayuno. Ya por la noche fueron al aeropuerto pensando que aquel era el fin de la odisea. Por no era tan fácil. Cuando llegaron al aeródromo el avión que los trasladaba a Madrid ya había partido. Así es que tuvieron que esperar otro vuelo de una compañía distinta donde los ubicaron porque les sobraban plazas. Finalmente, todos se encuentran en la Isla recuperándose de una experiencia que esperan no volver a repetir.

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