Su apellido no puede encajar mejor con su profesión. La familia Luz lleva encargándose de la quema de los fuegos artificiales en las fiestas de San Ginés desde 1985 y este año preparan un espectáculo que no dejará indiferente a ningún lanzaroteño. Un total de 400 kilos de material pirotécnico, de los que 90 son de pólvora, se lanzarán al cielo de la playa de El Reducto el próximo 25 de agosto a las 22.30 horas. La traca final, promete.
La familia Luz, que lleva 26 años en este negocio, es consciente de la importancia que tienen los fuegos artificiales para los arrecifeños. Por ello, se esmeran en que todo el proceso de la quema les quede perfecto. En el montaje del material participa prácticamente toda la familia, unas 12 ó 15 personas, desde los más jóvenes a los más mayores. La quema la llevan a cabo entre tres de ellos, que esperan que el aplauso del público resuene más que su traca final.
Es este "arrebato final", precisamente, el que más esfuerzo precisa. "A la gente le llama mucho la atención esa mezcla de ruido y colorido. Y nuestro éxito es la traca. De hecho, la aprendimos de uno de los mejores pirotécnicos de España, de Ricardo Caballer, que ha ganado muchas veces el Festival Internacional de Fuegos Artificiales de San Sebastián", explica José Manuel Luz, uno de los tres hermanos implicados en esta empresa.
Casi 12.000 euros en tres minutos
De hecho, de los 24.000 euros que costará esta quema, más de la mitad "se consumen en los tres últimos minutos, en la traca final". "Los fuegos duran entre 8 y 12 minutos. El material es muy costoso y se gasta muy rápido. El último container que trajimos nos costó alrededor de 9.000 euros", explica este pirotécnico.
Pese a lo sacrificado de su trabajo, José Manuel sigue siendo un apasionado de la pirotecnia. Así, fue él quien se interesó por este negocio en 1983 y "metió el gusanillo" al resto de la familia, en especial, a sus hermanos Javier y Juan. "Yo trabajaba en un hotel de la isla. En fin de año venía un señor a quemar fuegos. Le conocí, nos hicimos amigos, empezamos vendiendo una caja de voladores y mira hasta dónde hemos llegado", relata orgulloso.
Para preparar los fuegos artificiales de cara a las fiestas de San Ginés, la familia Luz debe conseguir el material con tiempo y comenzar a montarlo en su almacén, en Teseguite, dos semanas antes. "Desde aquí llevamos todo pre-montado. En el parque temático, desde donde se lanzan los fuegos, se coloca todo en unas tuberías. La zona se cierra y programamos el ordenador.
En todo este tiempo, en los 26 años de historia de esta empresa, la tecnología ha cambiado y ha avanzado mucho. Me acuerdo de que en los años 80 la instalación era mucho menor. Antes los tubos los teníamos que enterrar uno a uno y encendíamos cada fuego con una bengala. Ahora va todo electrónico, por ordenador. El montaje es más sencillo, menos peligroso que antes y mucho más espectacular", señala este experto.
"La gente alucina"
Y, precisamente, esta espectacularidad hace que los arrecifeños "alucinen" cuando el cielo se ilumina, en uno de los días más especiales de sus fiestas. "Lo que más felices nos hace es que la gente se arranque a aplaudir y a gritar de emoción después de nuestra traca final", indica Juan Luz, otro de los hermanos que participa en este negocio.
"Incluso hay veces que nos han aplaudido mucho y nosotros nos hemos quedado desilusionados porque no nos salió como lo teníamos programado", apunta José Manuel, que asegura que "todo este esfuerzo se compensa cuando la gente se queda contenta".
Estos hermanos también reconocen que uno de los mayores orgullosos es que "venga un valenciano y te diga lo bien que lo haces". "Vinieron los padres de una amiga que eran valencianos. Ellos no tenían mucha ilusión en ver los fuegos, pensando que iban a ser mucho peores. Pues alucinaron. Porque es diferente, porque se lanzan en un entorno espectacular, en la bahía de El Reducto. Eso me llenó de orgullo", señala José Manuel, mientras manipula parte del material pirotécnico.
La crisis golpea el sector
Pese a que esta familia se prepara ya para las fiestas de San Ginés, lo cierto es que en sus rostros se dibuja una sensación de hastío y cansancio. "Estamos muy desanimados porque trabajar para los ayuntamientos no es rentable. Estamos fatal. No cobramos las nóminas desde hace tres meses. No nos entra dinero y estamos pasando por una época muy mala, en la que incluso nos hemos planteado cerrar", advierten estos hermanos, que aseguran que seguirán tratando de "tirar del negocio". "Nos encanta y no queremos tirar la toalla, pero es una situación muy complicada", lamentan.
Durante los últimos tiempos, una ayuda les ha venido del cielo. "Hemos tenido la gran suerte de haber trabajado durante muchos años junto a Francisco Dávila, el pirotécnico que murió junto a su hijo en un accidente en su almacén de Teror. Cuando llamamos a la Península para pedir material, nos lo prestan sin pagarlo por adelantado sólo por haber sido amigos de Francisco. Él nos lo enseñó todo y sin él no seríamos lo que somos ahora", indica José Manuel Luz.
Además, esta familia también logra salir adelante con las bodas que se celebran en la isla, en las que se queman fuegos artificiales. "Sobre todo, viene gente de Irlanda a casarse a Lanzarote. Solemos hacer unas 25 bodas al año y eso nos ayuda", señala.
Pese a todas las dificultades económicas, la familia Luz sigue preparando con ilusión el material pirotécnico de San Ginés. "Sabemos que hay gente que viene del campo y baja a Arrecife sólo para ver los fuegos. Esto es un orgullo, porque nuestro trabajo sólo sirve si escuchamos el aplauso del público", afirma esta familia, que promete arrancar la sonrisa de los arrecifeños en este día de pólvora, color y ruido.
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