Lo primero que sintió fueron escalofríos. No tenía fiebre ni dolor de garganta, pero por precaución decidió no acudir a ponerse la vacuna contra la Covid, para lo que tenía cita la pasada semana. Finalmente, al ver que no mejoraba y que también se sentía especialmente fatigado, decidió acudir a su centro de salud, en Playa Blanca, y pidió que le hicieran la prueba de coronavirus.
“Me atendió una señora que parecía bastante molesta, como si le estuviera haciendo perder el tiempo, y me acabó mandando a casa con paracetamol”, denuncia. Según explica, él pidió que le hicieran un test, pero la respuesta, tras hacerle preguntas sobre sus síntomas, fue que “no había base suficiente” para realizarlo, achacando los escalofríos que llevaba días sufriendo a “la ola de calor” que había habido en la isla.
Cuatro días después, tenía una nueva cita para vacunarse y esta vez sí fue, pero ahí fueron los sanitarios del centro quienes decidieron no administrársela y solicitar una PCR. Este martes se realizó la prueba y el miércoles le confirmaron que tiene Covid-19.
“He podido poner en riesgo a más gente”, lamenta ahora este vecino de Playa Blanca, que ha querido hacer pública su queja. En primer lugar le preocupan su mujer y su hijo, de solo 15 meses, a quienes les iban a realizar la prueba en la tarde de este miércoles como contactos estrechos; pero también sus compañeros de trabajo.
“Hablé con el rastreador y le he dado datos y teléfonos. Y también les he llamado a ellos, un poco disculpándome, porque siento que ocurra esto”, explica. No obstante, él mismo apostilla a continuación que no considera que tenga “culpa” de lo ocurrido. “Yo acudí a hacerme un test cuando me sentía mal y no me lo hicieron”, insiste. No obstante, confía en que no se hayan producido contagios, ya que todos sus compañeros de trabajo, que son algo mayores que él, ya estaban vacunados.
"Una confusión increíble"
Él tiene 31 años y a los escalofríos y los sudores de los primeros días se sumó después la diarrea y posteriormente una mayor sensación de fatiga, aunque afortunadamente no ha desarrollado síntomas graves y continúa en su domicilio, ahora manteniéndose aislado de su mujer y de su hijo. “Se me parte el alma de no poder acercarme a él”, cuenta al hablar de su bebé.
Pero sobre todo, insiste en su crítica por el trato que recibió en su primera visita al centro de salud, y también por “el caos” cuando volvió el lunes con la intención de ponerse la vacuna. “Me llamó un doctor, después otro... Una confusión increíble. Es un desastre ese ambulatorio. Uno te dice una cosa y otro otra”, cuestiona.
Además, considera que no es manera de actuar en medio de una pandemia. “Si un ciudadano pide un test porque no está bien, yo creo que tienen que hacerlo”, defiende, insistiendo en que su preocupación es haber seguido poniendo en riesgo tanto a su familia como a “compañeros, clientes y turistas”.
En su caso, desconoce dónde se contagió, ya que no es consciente de haber estado con nadie que haya dado positivo. No obstante, por la vida que hace, cree que tuvo que ser en su trabajo, en un restaurante de El Golfo. “Mis compañeros no han tenido síntomas y ya están todos vacunados, así que quizá haya podido ser por algún cliente”, apunta.