Después de 26 años en el panorama musical, ¿El título de su último disco, "Una y mil veces", es un alegato al tesón del grupo?
En realidad es casualidad, es el nombre de una canción del disco que no tiene nada que ver con ese segundo significado. En los últimos años se ha dado tanto resurgir de la Movida madrileña, tanto poner en boca el nombre de Los Secretos uniéndolo a una época, pero nosotros no nos sentimos partícipes de esa Movida, es verdad que surgimos en el mismo espacio y tiempo, pero no nos vimos reflejados en ningún medio y nunca se habló de nosotros como parte de esa historia. Por tanto, es un poco una queja, nosotros estamos aquí porque somos trabajadores y profesionales, como debería haber más grupos. Yo creo que no habría que preguntar por qué llevamos 26 años, sino que habría que preguntar a la Movida: "¿por qué no estáis aquí y hay que recordaros a vosotros?". Se ha tratado de aprovechar el título de la canción para expresar un estado de ánimo.
Actualmente, ¿crees que queda algo de esa Movida, de la libertad y las ganas de hacer cosas diferentes?
Desgraciadamente, en mi opinión, yo creo que no tiene nada que ver. Lo que está pasando ahora es el resultado de una malversación de un arte, las técnicas marketinianas han podido con las discográficas, que desde hace diez años se han puesto a vender discos como si fueran botellas de coca cola. Eso conlleva que se olviden del contexto: se han olvidado de Internet, de la bajada de música indiscriminada, la copia privada, y cuando eso les ha estallado en las narices no han sabido reaccionar; estamos viviendo un momento extraño, por así decirlo. El "revival" de la Movida es un hecho, y a mí no me parece extraño porque hay que tener pasado para recordarlo. Fueron momentos muy lúcidos, de luz y colores, y como todo lo que comienza, nació con una energía vital, aunque ahora, con el tiempo, vemos que la calidad media no era muy buena, comparada con otros mercados de la época. Tampoco fue algo que pasó sólo en Madrid, sino que golpeó a todo el mundo: Australia, EEUU, Inglaterra, y nos trajo a grupos como Pretenders, The Police y un largo etcétera. Yo creo que fue la época musical de más creatividad.
¿Y cuáles crees que son las "movidas" que hoy en día afectan a los ciudadanos, y que influyen en compositores y músicos?
Es evidente que hay un vacío cultural respecto a la música, por saturación de los medios. La telebasura ha dejado poco hueco para los espacios dedicados a la cultura, y en concreto a la música, y el poco espacio que tiene son las cabezas visibles de un mercado competitivo en el que sólo pueden pujar aquellos que tienen más dinero. En la tele ves cosas de música que no representan nada educativo para un chaval que empieza ahora con la guitarra, o es representativo del marketing, de gente que hace música y que el resultado se ve en el número de ventas, no en la calidad final. El problema es que no ha habido un relevo generacional en cuanto a grupos, porque algunos hemos sido la semilla y la uva del vino que se ha convertido en champán para el comercio. Ha habido un vacío de grupos en estos últimos quince años, y hemos vuelto a coger la serpiente por la cola, porque grupos como El canto del loco, que es un buen grupo, me recuerda mucho a los Hombres G en sus comienzos, por su actitud, porque quieren ofrecer vitalidad, musicalidad y canciones que quieren hacer llegar al público por sí solas, con todos mis respetos. La música de culto, de autor, y músicas nuevas no tienen hueco, y los futuros grupos lo tienen muy difícil.
Entonces, ¿crees que la punta del iceberg musical que vemos en los medios y las discográficas, no representa a todo lo que hay debajo?
No, no lo representa. Ahora mismo no están respaldando la música como arte o como soporte cultural. Y la música también es cultura, se trasmite a la gente, a diferentes generaciones. Nuestra música se ha trasmitido a través del tiempo, no precisamente por el marketing sino porque lo hemos hecho lo mejor posible.
Muchos músicos dicen que para seguir en esto hay que saber adaptarse, ¿ustedes lo han hecho?
Todo lo contrario, como pasa en muchos países, hay grupos que tienen su forma de hacer las cosas, que dedican mucho tiempo a componer canciones que no sean productos de un momento que luego se apaguen, y la prueba es que ahora nosotros nos sentimos obligados a tocar canciones que compusimos hace 23 años. Eso es un fenómeno que pasa de padres a hijos, de amigos a amigas, y va surgiendo de generación a generación. El otro día firmé un disco a una abuela y a sus nietos, y lo único que me fastidió es que la abuela tenía mi edad (risas), pero las tres generaciones adoraban la música de Los Secretos de la misma manera, y eso es porque las canciones están pensadas para ser canciones, no para un mercado.
¿Qué supone para Los Secretos tocar en directo, después de tantos años sobre el escenario?
Es que no hemos parado de hacerlo, es nuestro trabajo, nuestra forma de ser y nuestra vida. Yo llevo desde los 17 años haciéndolo y lo echo de menos cuando estamos en periodo de composición o descanso. Es algo que nos alimenta, no sólo el ego y los bolsillos, que estarían en segundo y tercer lugar, sino que nos alimenta el alma.
¿Y cuál es la sensación al ver a sus pies a los adolescentes de hoy?
Es una gran satisfacción, es la plenitud del artista, sobre todo después de haber pasado épocas duras y complicadas, con fallecimientos de seres queridos, con altibajos, pérdidas enormes, y haber luchado por seguir... Sólo se sigue si hay un público detrás, tiene que haber un apoyo, un seguimiento, una compra de discos y un lleno en los conciertos, porque si no, no estaríamos hablando ahora.
Supongo que uno de los momentos más duros ha sido la muerte de tu hermano, Enrique. ¿Continúa su influjo personal en el trabajo de Los Secretos?
Yo creo que sí, permanece vivo. La gente que escucha su música le está haciendo un homenaje en cada concierto, cada vez que escucha una canción. Su espíritu se renueva con cada concierto que damos. A mí me encantaría que si me hubiera pasado la desgracia de mi hermano, me pasara lo que le está pasando a su música. Me encantaría porque no hay mejor forma de sobrevivir a la muerte que viviendo en el corazón de las personas. Eso es algo muy emotivo y que mucha gente ha sentido con mi hermano.
¿Se sienten más maduros con el paso de los años?
Hay un dicho: con estas cosas duras, o te vienes abajo o sales reforzado. Nosotros hemos salido con un complejo de inferioridad que hemos superado a base de confiar en que el público nos aceptara con las pérdidas y con nuestro esfuerzo para ofrecer algo digno. El público lo ha aceptado, y si no hubiera sido así, lo hubiéramos sabido a los pocos meses de iniciar una gira que nos ha llevado hasta este momento, después de la muerte de Enrique, de la que va a hacer ya siete años.
¿Y cómo miran al futuro? ¿Tienen nuevos proyectos en mente?
Después de esta gira que terminamos en noviembre, hemos quedado contentísimos. La gente ha respondido fenomenal, hemos tenido una sonrisa en los labios de idiotas, como diciendo "joder, que bonito es todo esto", porque hemos visto que está en crisis un mercado, pero no la música. ¿Proyectos? Todos. Acabamos de terminar uno con la Sinfónica de Radio Televisión. Han sido tres canciones en el Teatro de Madrid, que se han grabado junto a otros seis artistas de la época de los ochenta, y es extraño porque nunca se había hecho una colaboración de este tipo, de orquestación sinfónica con 72 músicos mezclados con rock. El resultado es escalofriante, de lo emotivo y lo grandioso que suena una orquesta así mezclada con la dinámica del pop. Esperamos que salga para navidades. ¿Otros proyectos? Componer, tocar... Nosotros no hacemos planes a largo plazo.