LOS VECINOS ENUMERAN CARENCIAS Y SE SIENTEN "ABANDONADOS DESDE HACE AÑOS"

Los Cocoteros: entre la calma y el "abandono"

Muchos vecinos de este pequeño pueblo llegaron seducidos por la tranquilidad, pero se sienten "abandonados". Enumeran una lista de carencias que van desde una charca "llena de hoyos" a un teleclub "cerrado" o un parque infantil sin farolas...

9 de marzo de 2016 (17:14 CET)
Los Cocoteros: entre la calma y el "abandono"
Los Cocoteros: entre la calma y el "abandono"

FOTOS: Sergio Betancort

 

Visitar Los Cocoteros es, en cierto modo, viajar al pasado. La telefonía móvil parece todavía un invento lejano en este pueblo sin apenas cobertura, donde ni siquiera llega la línea fija. La tranquilidad se aprecia en sus calles; en los niños que corretean incansables de un lado a otro, en los padres que los observan, despreocupados del trajín de coches de otras poblaciones. "Aquí se vive como se vivía antes", dice orgullosa una de sus vecinas. Sus habitantes coinciden en describir esta pequeña localidad como un remanso de paz. Sin embargo, creen que esa calma que se respira y que no cambiarían "por nada", se torna a veces en aislamiento, en un "abandono" que afirman que sufren desde hace años. "Todos estamos encantados aquí, pero necesitamos cosas", reclaman.

Un grupo de vecinos jóvenes se ha hecho cargo de la asociación El Riadero, que llevaba meses sin actividad, para canalizar todas esas peticiones. El detonante de sus quejas está en el reciente dragado de la Charca, cuyo resultado creen que no es el adecuado y que incluso ahora podría ser "peligrosa". Pero aunque éste fue el tema que les llevó a contactar con La Voz de Lanzarote para hacer públicas sus quejas, la lista de carencias que enumeran va mucho más allá. "No son grandes cosas", señala una de las vecinas, mientras una niña de apenas cinco años se acurruca tras ella. "Tampoco pedimos tanto, una charca donde bañarnos sin que pase nada, teléfono, un sitio de reunión…", apunta otra. 

Y es que en Los Cocoteros, donde según apuntan estos residentes viven algo más de 550 personas (aunque solo unas 250 tienen derecho a voto), apenas hay espacios comunes, más allá de la cancha de la entrada, donde hay un punto wifi que "tal vez funciona una vez al año". La vida de pequeños y mayores discurre prácticamente entre la calle y sus casas en este pueblo en el que, desde el pasado verano, ya no queda ni un bar donde tomarse un café o guarecerse de las inclemencias del tiempo.

Los mayores de la localidad se reúnen en dos contenedores prefabricados que les cedió una de las vecinas, preocupada porque su abuelo octogenario no tuviese un lugar en el que resguardarse para jugar a las cartas o al dominó. Carecen por el momento de centro sociocultural. Según aseguran, el Ayuntamiento paga el alquiler del antiguo bar para que haga las veces de teleclub, pero con las obras para acondicionarlo ya adjudicadas, permanece cerrado, "sin luz, sin agua" o un lugar para "sentarse". Tampoco llega el transporte público y la parada de guaguas es únicamente el apeadero de los niños y adolescentes al ir y volver del colegio.

 

Mejoras "sin perder la esencia"


Esta antigua urbanización privada, cuyos espacios vienen convirtiéndose, poco a poco, en lugares públicos desde hace dos décadas, alberga unas 200 casas. La mayoría eran hasta no hace mucho viviendas de fin de semana o de verano, segundas residencias de "gente de perras", cuentan con ironía los vecinos. En los últimos años la situación ha cambiado. Este grupo de vecinos relata cómo el pueblo ha ido recobrando la vida y las casas se han ido llenando de familias jóvenes con niños pequeños, que se dejaron cautivar por la tranquilidad de Los Cocoteros para criar a sus hijos.

Esos niños llenan con su algarabía unas calles casi desiertas en una tarde de marzo. Sus padres relatan todo aquello que les gustaría que mejorara en Los Cocoteros, aunque "sin perder la esencia". Y es que, aunque felices con esa "tranquilidad", se sienten "abandonados". Entre otros ejemplos, explican que la limpieza es "precaria" y hace al menos tres meses que no ven un barrendero. También muestran varios jardines cuyas plantas se ven lustrosas porque "las cuidan los vecinos".

Al recorrer el pueblo, señalan con humor lo que han bautizado como la ‘farola de la cobertura’, uno de los pocos lugares en los que, si hay suerte, es posible obtener red móvil. Datáfono en ristre y brazo en alto, allí se encuentra apostado el repartidor de una empresa de comida preparada que trata de cobrar con tarjeta a un cliente. Su emplazamiento y las bromas de los vecinos no dejan duda de que la escena es algo habitual. "¿Qué, hoy ya lo conseguiste?", le pregunta una de ellas. "Todavía no", responde paciente, aún con el aparato electrónico en el aire. 

 

Una charca "llena de hoyos" y un parque "sin luz"


Aunque creen que últimamente la situación ha "mejorado un poco", estos vecinos se sienten relegados "desde hace años". El dragado de la charca, según explican, es una reivindicación que se remonta a 2012 y que consideran que finalmente se ha llevado a cabo tras el "ultimátum" que la asociación dio al Consistorio el pasado mes de enero para atender sus peticiones. "Sobre la marcha llamaron, dijeron que las máquinas venían ya y que también se había adjudicado la obra" del teleclub, señalan. 

Del dragado de la charca, explican que el fondo ha quedado "desigual", "lleno de agujeros por todos lados", algo que puede ser "peligroso para los niños que aprenden a nadar". Según indicó el Consistorio, esos trabajos están concluidos a falta de colocar los "callaos o gravilla en la superficie" para "mejorar la accesibilidad de los usuarios a la Charca". Para los vecinos, sin embargo, la obra no está terminada. Además de su preocupación por esos "hoyos" en el fondo, apuntan que para poder dragarlo fue necesario romper una parte del muro de piedra que rodea la charca, para hacer un hueco por el que cupiesen las máquinas. Allí se encontraba la rampa de acceso para minusválidos, que, junto con su baranda, ha quedado parcialmente cubierta por la tierra de las retroexcavadoras. La apertura en el muro tampoco se ha cerrado. "¿Pero es que esto se va a quedar así?", se preguntan indignados los residentes.

Apenas unos metros hacia el interior, hay un parque infantil. Los vecinos lamentan que los niños sólo puedan jugar en él "de día", ya que no hay iluminación. La farola que han solicitado "dicen que ya llega, pero lleva llegando dos años", apuntan. Según explican, entonces colocaron en varias calles farolas Led, pero justo en esa zona "no pusieron". "Cuando anochece, te tienes que ir", señala la madre de otra niña.

 

Un teleclub ‘desconocido’


Especialmente llamativa es la situación del futuro teleclub del que, según afirman, el Consistorio estuvo pagando el alquiler sin que nadie, aparte del dueño de las instalaciones, lo supiera durante meses. Fue precisamente el saber de ello lo que impulsó a este grupo de vecinos a hacerse cargo de la asociación para gestionar el teleclub y organizar actividades en la localidad.

Según explican, el Ayuntamiento de Teguise comenzó a abonar esos pagos en agosto de 2014, pero no fue hasta marzo o abril de 2015 cuando los vecinos lo averiguaron, al comunicárselo el alcalde en una reunión. "El dueño recibía el dinero del Ayuntamiento, pero el Ayuntamiento no organizaba ninguna actividad", explican. Ya con la asociación en marcha, el Consistorio les entregó las llaves. Los vecinos se encontraron entonces con un edificio que "no estaba en condiciones". "No había agua ni luz", señala una de las vecinas. "Ni siquiera un lugar para sentarse", apostilla otra. Ante esto, la asociación decidió el pasado diciembre devolver las llaves a la Concejalía, con un escrito en el que dejaban constancia de en qué estado se encontraba.

Actualmente, el teleclub permanece cerrado, presidido por un letrero que anuncia esas obras de mejora por parte del Consistorio. Las obras ya se han adjudicado, pero no hay trabajadores en la zona. Según señalan los residentes, desde el Consistorio les han indicado que no pueden llevarlas a cabo porque "no hay luz", algo que no deja de "sorprenderles", pues afirman que ellos mismos se lo explicaron al devolver las llaves del local. "Vinieron los operarios, lijaron dos puertas y ya está", lamenta uno de ellos. "Sí, es cierto que se adjudicó la obra, pero aquí no están haciendo nada", señala otra, que lo considera un "derroche de dinero". 

Según explican, en Navidades acudieron varios pajes y algunos de los ediles del Ayuntamiento para realizar actividades para los niños en el teleclub, al igual que se había programado en el resto de pueblos del municipio. "Se encontraron con el teleclub cerrado", recuerda una vecina, que sostiene que se fueron "indignados", "como si no lo supieran". 

 

"Nada como levantarse y oler a marea"


Ante todas estas demandas, creen que las administraciones han venido "poniendo parches" para "callarles". "El alcalde siempre viene con su libretita y siempre le pedimos lo mismo", apunta una de las vecinas. El problema, sin embargo, no lo reducen a la actual administración, pues consideran que ha sido una constante. "El único que se preocupaba un poco más era Juan Pedro (Hernández)", comenta uno de los vecinos, que explica que se crió en la localidad y que en los últimos 35 años ha podido ver su "deterioro". 

Este vecino echa la vista atrás y recuerda algunos proyectos que no llegaron a buen puerto, como el que hubo para "hacer un paseo, arreglar el muelle, la caleta…". De aquel proyecto, apunta otra residente, salió el nuevo muro de la Charca o los grandes escalones a su alrededor, pero "nunca llegó el dinero para lo demás". Este vecino rememora el aspecto que tenía hace años el muelle, la barandilla que había para poder bajar a darse un chapuzón o la piscina. Todo aquello, añade, fue estropeándose poco a poco y nunca se repuso. "Se lo llevó la marea y se quedó en el recuerdo".

Recuerda también que llevan "20 años, desde Dimas", esperando que la línea de teléfono vaya más allá de los postes que terminan en los lindes del pueblo y llegue a las casas. Pero, a pesar de todas estas reivindicaciones, ninguno se marcharía de este reducto de calma, porque, como dice una de estas madres jóvenes que se mudó a Los Cocoteros seducida por su paz, "no hay nada como levantarse y oler a marea".

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