La historia se escribe también en silencio, con las manos curtidas por el trabajo y el alma sembrada de constancia. Así lo entendieron quienes, la noche del pasado sábado, llenaron el aforo del Convento Santo Domingo en La Villa de Teguise, para rendir homenaje a esas mujeres que han sido columna vertebral de la tierra y del mar; las mujeres rurales de Teguise y La Graciosa.
El imponente recinto, cargado de siglos y simbolismo, fue el escenario elegido por el Ayuntamiento de Teguise para celebrar el emotivo Acto de Reconocimiento a la Mujer Rural, un encuentro donde la memoria, a tradición y la música se entrelazaron para honrar a quienes, sin hacer ruido, han dejado una profunda huella en la identidad local.
El acto contó con la presencia de las concejalas Ana Nereida González, responsable del Área de Igualdad y Myrian Jorge, al frente del Área de Agricultura. Fue González quien abrió la noche con un discurso que caló hondo en el público.
"Hablar de la mujer rural de Teguise y La Graciosa es hablar de raíces profundas, de esa fuerza silenciosa que no necesita grandes gestos para dejar huella", comenzó, evocando la figura de esas mujeres que entienden los ritmos de la tierra y del mar, que transforman el trabajo diario en arte y cultura.
Nombró con orgullo a quienes han mantenido vivos oficios como la agricultura, la ganadería, la apicultura, la artesanía, la alfarería, o la elaboración del vino, del queso y de las rosetas. Oficios que son patrimonio vivo. Mujeres que no solo han sabido preservar la tradición, sino que también han sabido mirar al futuro, adaptándose, innovando, y demostrando que lo rural no es sinónimo de atraso, sino de resiliencia y progreso desde la raíz.
Tras sus palabras, las 11 mujeres distinguidas en esta edición subieron al escenario, donde recibieron de manos de ambas concejalas una escultura especialmente creada para la ocasión. El aplauso, cálido y prolongado, fue tan merecido como sentido. Tras la foto protocolaria, el escenario quedó dispuesto para lo que sería el broche de oro de la noche.
'Ecos de Mujer': cuando la música también homenajea
Lo que siguió fue más que un espectáculo; fue un regalo al alma. El proyecto musical Ecos de Mujer, producido por el reconocido Grupo de Música Popular Acatife, llevó a escena a 14 mujeres con registros vocales únicos, interpretando con emoción y autenticidad algunas de las piezas más emblemáticas del grupo: El Diablo de Timanfaya, Se va mi Barco, Entre la mar y la Tierra, Seguidillas, Mi pueblo y César, Folias del Alma y Plañideras entre otras.
Las voces femeninas, arropadas por los integrantes de Acatife, resonaron con fuerza y dulzura bajo la magnífica acústica del convento, dejando claro por qué este recinto es tan apreciado por artistas y público. Fue una experiencia sonora cargada de emoción, con matices que se clavaban en el corazón de quienes escuchaban.
El público, que llenó el aforo permitido, respondió con calidez haciendo sentir a las homenajeadas el cariño de su gente. Fue una noche para recordar, una velada en la que el eco de las mujeres rurales se amplificó entre piedras centenarias y melodías que hablan de tierra, identidad y orgullo.
Una noche que no solo celebró el presente, sino que reivindicó el legado de tantas mujeres invisibles que, generación tras generación, han sostenido el alma rural de estas islas. Porque sin ellas ni Teguise ni La Graciosa serían lo que son.
