Yo sé bien lo que hago, y lo que digas no me va a cambiar

Por Lorenzo Lemaur Mi madre que se llama Josefa, leyó las coplas del otro día. Me dijo que me olvidé de gente, que a la Escuela nos llevaba y nos traía. Como es normal de suponer, mi madre tiene razón. Meluco, don Jesús y alguno más, por el camino ...

25 de junio de 2012 (16:45 CET)
Por Lorenzo Lemaur
Mi madre que se llama Josefa, leyó las coplas del otro día. Me dijo que me olvidé de gente, que a la Escuela nos llevaba y nos traía. Como es normal de suponer, mi madre tiene razón. Meluco, don Jesús y alguno más, por el camino ...

Mi madre que se llama Josefa, leyó las coplas del otro día. Me dijo que me olvidé de gente, que a la Escuela nos llevaba y nos traía. Como es normal de suponer, mi madre tiene razón. Meluco, don Jesús y alguno más, por el camino nos cogían y a la Escuela nos llevaron.

También eran como de la familia, un montón de guardias civiles. En concreto don Antonio Álamo, fue incluso mi padrino. Mi madre se acuerda de don Jesús. Don Jesús López el médico. Que dónde vivíamos en la Casilla, sus gallos de pelea nos traía.

Además de los gallos, muchos más animales teníamos. Cabras, conejos y gallinas, que muy buenos huevos que ponían. Cabras creo que dos, conejos un montón. Con un saco hombro por las tardes, a buscarles hierba iba yo.

Los domingos y los sábados, con mi padre a La Bufona. A pescar en "piedra alta", romeros, fulas, galanas y algún sargo que caía. El lunes de nuevo a la escuela, con mi hermano de la mano. Hasta que pasara un coche, que los "grupos" nos alcanzara.

De don César bien me acuerdo, y de don Juan mucho más. El director don Santiago, que para nosotros era el más malo. Si decimos la verdad, don Santiago malo no sería, pero al que mandaban a dirección, con el culo rojo seguro si que salía.

Me acuerdo que en los recreos, nos daban leche en polvo. Aquello de los planes de desarrollo, para crecer fuertes y ufanos. Un día por la mañana, cuando a la Escuela íbamos a entrar, los niños comentaban que al Che habían matado. Nunca lo voy a olvidar.

Era martes 10 de octubre del 67, yo tenía diez años. No sabía quién era aquel hombre. Ahora nunca le voy a olvidar.

Los pleitos nunca me han gustado, de hecho nunca a las manos he llegado. Por todas las casas justas que he vivido, como Ernesto he muerto y luego nacido. Ahora dime lo que quieras. Ten por seguro que a mí me va a dar igual. Yo sé bien lo que hago, y lo que digas no me va a cambiar.

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