UNA TIERRA VIEJÍSIMA

"Viejos olivos sedientos bajo el claro sol del día,olivares polvorientosdel campo de Andalucía," Antonio Machado La parte meridional de España, la "Castilla novísima", como se la ...

3 de marzo de 2006 (21:29 CET)

"Viejos olivos sedientos

bajo el claro sol del día,

olivares polvorientos

del campo de Andalucía,"

Antonio Machado

La parte meridional de España, la "Castilla novísima", como se la llamó después de la Reconquista en la Edad Media, es una tierra viejísima. El río principal, el Guadalquivir, es un viejo río que desemboca cansado en el océano Atlántico, cruzando las tierras bajas de la Andalucía occidental. Históricamente, esta parte del mundo es también una de las más antiguas. La ciudad de Cádiz tiene tres mil años; Málaga, Sevilla, han existido durante más de dos milenios; Andalucía era sumamente civilizada mucho antes de la era cristiana.

No creo que Andalucía pueda entenderse meramente como un país mediterráneo. Por una parte, se extiende a ambos lados del estrecho de Gibraltar, pertenece al Mediterráneo y al Atlántico. Por otra parte, Andalucía se apoya en Castilla, las dulces llanuras son una versión más suave de las más ásperas mesetas, por debajo de Sierra Morena o de los picos cubiertos de nieve de Sierra Nevada, a unos cuantos kilómetros de los campos de chirimoyos o las plantaciones de algodón.

El principal rasgo del paisaje andaluz es lo que suele llamarse el "bosque de olivos", allí donde ésta es una palabra adecuada para la realidad botánica y escénica. En otros lugares de la cuenca mediterránea los olivos crecen en pequeños bosques; aquí, grandísimas extensiones de terreno -llanura, colinas, el valle del Guadalquivir- están cubiertas de olivos; se puede viajar durante horas entre ellos. El olivar no es propiamente un bosque, ni es "monte". Los olivos son pequeños, nunca densamente plantados; son árboles individuales, netamente erguidos, aparte, sin entremezclar sus ramas. No hay confusión entre los olivos, los árboles más clásicos del mundo. Dan solamente una sombra escasa; sus hojas son pequeñas, verde pálidas, grisáceas, la luz del sol las hace relucir como plata; bajo la luna parecen todavía más plateadas, con un halo misterioso que perderán al amanecer, cuando las lechuzas interrumpen sus vuelos silenciosos y los pájaros diurnos se despiertan, cantan y buscan aceitunas casi maduras.

El paisaje andaluz tiene una cualidad vibrante, una atmósfera sensual que lo envuelve todo, lo natural y lo humano por igual. Es la región más placentera de España, y así lo han sentido todos los pueblos que han vivido en su suelo durante unos treinta siglos: tartesios, fenicios, romanos, árabes, judíos, pobladores castellanos, esa mezcla única de razas y culturas que ha hecho posible el estilo andaluz.

Andalucía ha ejercido siglo tras siglo, un encanto fascinador sobre los visitantes de todos los países; ha fascinado, y esto es aún más sorprendente, a sus propios naturales de todas las razas, lenguas y culturas. Todo el que se acerca a Andalucía parece enamorarse de ella. ¿Por qué?

La hermosura no basta. Hay muchos lugares hermosos en el mundo, más impresionante que nada que se pueda encontrar en esta vieja tierra del Sur. Hay un elemento de encanto, de seducción, que no puede reducirse a formas, a nada estrictamente pictórico. Cuando se está en Andalucía, se tiene la impresión de que las propias posibilidades aumentan; el contorno no es sólo bello, es prometedor, seductor, amistoso, incitante: el escenario adecuado para una vida feliz. Andalucía es la fiesta natural de la Península Ibérica.

¿Cuál es la situación actual? ¿Cuánto está la naturaleza modificada por la acción del hombre? ¿Cuánto se conserva todavía de la belleza de esta vieja tierra?

Recientemente, muchos parajes hermosos a orillas del mar han sido profanados por la urbanización: casas feas, rascacielos, grandes almacenes ocultan las vistas más hermosas; viejos árboles han sido talados por afán de lucro. Lo mismo podría decirse de las cercanías de las grandes ciudades. Sin embargo, Andalucía como conjunto todavía está poco afectada.

Algunos cambios en la estructura social y económica tienen enérgicas consecuencias para el aspecto físico de Andalucía. Las grandes ciudades atraen a mucha gente, los pueblos pequeños se abandonan; cada vez hay menos labriegos; en lugares donde el suelo es pobre, la lluvia escasa, la agricultura tradicional rinde demasiado poco, los campesinos emigran. Un vasto espacio estará quizá en el futuro próximo, escasamente poblado mientras que otros espacios comienzan a estar superpoblados.

Esperemos que los andaluces cuiden la asombrosa belleza de su tierra, del valor de la expresión, la diversidad, la sorpresa, como remedios contra la monotonía, la homogeneidad, la depresión, el aburrimiento, la peor amenaza contra la busca de felicidad en nuestro tiempo. Y es que como dijo el poeta. "Si me pierdo por el mundo buscarme en Andalucía".

Francisco Arias Solis

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